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domingo, 16 de septiembre de 2012

EN MADRID YA NO SE JUEGA...COMO ANTES, al itálico modo


Foto: EN MADRID YA NO SE JUEGA...COMO ANTES (al italico modo)
Independientemente de los socavones y de el pavimento levantado (pa matarse) ya no quedan en Madrid espacios para hacer agujeros, (elemento imprescindible para jugar al "gua") conocido también como "las bolas" (utilizar el término "canicas" se considera una estupidez) era una actividad preferentemente de verano ya que el terreno húmedo no facilita su buena ejecución e incluso la lluvia lo impedia por la inundación lógica del "gua". Para su puesta en práctica era necesario contar preferentemente con un espacio de tierra que no estuviera enlosado y por supuesto una respetable colección de bolas que era costumbre guardar en un "verdugo", pequeña bolsa de tela o cuero cerrada mediante un cordón.En este juego la moneda de cambio no solian ser los cromos sino las propias bolas, de ahi el hecho de tener que disponer de unas cuantas por si padecias una racha perdedora.
Las bolas se adquirian como muchas otras cosas, en los "quioscos de pipas", pequeños "supermecados" donde, aparte de comprar por unidades de volumen (existian "medidas" de cinco y diez centimos) pipas de girasol, "torraos", "saladillos", etc.; se cambiaban cromos, tebeos y novelas; en ciertas épocas se vendian cerbatanas de caña o "canutos", pirindolas, tiragomas y pitillos de anis o chocolate.
En este mercado existian varios tipos de bolas diferenciadas sobre todo por el material utilizado en su fabricación. Las más caras y atractivas eran las de acero, no servian para jugar ya que pesaban mucho y no se manejaban bien, pero proporcionaban una gran prestancia disponer en tu bolsa de una o dos bolas de este tipo para impresionar al contrario; estas bolas de acero también se podian conseguir en algún taller mecánico donde utilizarian rodamientos; en segundo lugar estaban las bolas de cristal, tampoco se solian utilizar en el juego ya que su uso se consideraba "pijada" pero para mi eran las más bonitas con su interior repleto de colores y formas; las bolas más adecuadas eran las denominadas de "piedra" aunque nunca supe en realidad de que material estaban hechas; se presentaban en diferentes tamaños, eran sólidas, de peso adecuado y perfectamente esféricas, es decir las condiciones idoneas para arrasar al enemigo; finalmente y ocupando el último nivel de precio y calidad estaban las de "barro", pesaban muy poco, eran feas, su forma esférica no era perfecta y encima se rompian si se las golpeaba bruscamente, su única utilidad era la de colocárselas a algún pardillo como pago o cambio, pero tenias que ser muy novato para confundir esta bolas "falsas" llamadas "boloncios" con las buenas de piedra.
Para comenzar el juego era preciso previamente excavar en el suelo un agujero de unos 12 cm de dámetro por otros tantos de profundidad: esto era el "gua".  Como primer paso, los jugadores debian lanzar su bola desde la misma distancia intentando introducirla en el hoyo; si alguno lo conseguia, los demás debian "plantar" su o sus bolas (se podia participar con más de una aunque no era frecuente) a la distancia que se quisiera; el que ya estaba en el "gua" media dos cuartas a partir del mismo y colocando la bola entre el pulgar y el indice intentaba golpear a la de los contrarios, si lo conseguia debía a continuación homologar su acción volviendo a introducir su bola en el "gua". Si fallaba en el intento podia ser victima de los lanzamientos del enemigo que tenian que repetir el mismo ritual; si por el contrario lo conseguia su oponente le tenia que pagar el precio acordado, generalmente una bola ( por supuesto de piedra ) o bien unos cuantos cromos. 

 Ángeles González Ferrer...
Independientemente de los socavones y de el pavimento levantado (pa matarse) ya no quedan en Madrid espacios para hacer agujeros, (elemento imprescindible para jugar al "gua") conocido también como "las bolas" (utilizar el término "canicas" se considera una estupidez) era una actividad preferentemente de verano ya que el terreno húmedo no facilita su buena ejecución e incluso la lluvia lo impedia por la inundación lógica del "gua". Para su puesta en práctica era necesario contar preferentemente con un espacio de tierra que no estuviera enlosado y por supuesto una respetable colección de bolas que era costumbre guardar en un "verdugo", pequeña bolsa de tela o cuero cerrada mediante un cordón. En este juego la moneda de cambio no solian ser los cromos sino las propias bolas, de ahí el hecho de tener que disponer de unas cuantas por si padecías una racha perdedora.
Las bolas se adquirían como muchas otras cosas, en los "quioscos de pipas", pequeños "supermecados" donde, aparte de comprar por unidades de volumen (existian "medidas" de cinco y diez centimos) pipas de girasol, "torraos", "saladillos", etc.; se cambiaban cromos, tebeos y novelas; en ciertas épocas se vendian cerbatanas de caña o "canutos", pirindolas, tiragomas y pitillos de anis o chocolate.
En este mercado existian varios tipos de bolas diferenciadas sobre todo por el material utilizado en su fabricación. Las más caras y atractivas eran las de acero, no servian para jugar ya que pesaban mucho y no se manejaban bien, pero proporcionaban una gran prestancia disponer en tu bolsa de una o dos bolas de este tipo para impresionar al contrario; estas bolas de acero también se podian conseguir en algún taller mecánico donde utilizarian rodamientos; en segundo lugar estaban las bolas de cristal, tampoco se solian utilizar en el juego ya que su uso se consideraba "pijada" pero para mi eran las más bonitas con su interior repleto de colores y formas; las bolas más adecuadas eran las denominadas de "piedra" aunque nunca supe en realidad de que material estaban hechas; se presentaban en diferentes tamaños, eran sólidas, de peso adecuado y perfectamente esféricas, es decir las condiciones idoneas para arrasar al enemigo; finalmente y ocupando el último nivel de precio y calidad estaban las de "barro", pesaban muy poco, eran feas, su forma esférica no era perfecta y encima se rompian si se las golpeaba bruscamente, su única utilidad era la de colocárselas a algún pardillo como pago o cambio, pero tenías que ser muy novato para confundir esta bolas "falsas" llamadas "boloncios" con las buenas de piedra.
Para comenzar el juego era preciso previamente excavar en el suelo un agujero de unos 12 cm de diámetro por otros tantos de profundidad: esto era el "gua". Como primer paso, los jugadores debian lanzar su bola desde la misma distancia intentando introducirla en el hoyo; si alguno lo conseguía, los demás debian "plantar" su o sus bolas (se podia participar con más de una aunque no era frecuente) a la distancia que se quisiera; el que ya estaba en el "gua" media dos cuartas a partir del mismo y colocando la bola entre el pulgar y el indice intentaba golpear a la de los contrarios, si lo conseguia debía a continuación homologar su acción volviendo a introducir su bola en el "gua". Si fallaba en el intento podia ser victima de los lanzamientos del enemigo que tenian que repetir el mismo ritual; si por el contrario lo conseguia su oponente le tenia que pagar el precio acordado, generalmente una bola ( por supuesto de piedra ) o bien unos cuantos cromos.

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