En los últimos ocho años se presentaron 1.055.912 denuncias y solo en 79 casos hubo sentencias por denuncia falsa (0,0075 %), según el Ministerio Público
En este periodo se investigaron 194 casos por este presunto delito, un
dato que consideran que es un "escasísimo porcentaje": un 0,18% del
total
5-09-2017
La Fiscalía señala que sólo el 0'01% de las denuncias por violencia machista son falsas. La Fiscalía destaca el"escasísimo" porcentaje de denuncias falsas por violencia de género
Los profesionales sociales "no son conscientes" de su obligación de denunciar casos de agresión a la mujer
Gregg Breinberg entró como profesor de música en el humilde colegio público PS22 de Staten Island (NY) en el año 2000 y posteriormente iniciaría un programa de música y su correspondiente coro.
Antana Educación, vinculada al ex presidente de Mahou y sobrino
político de Dolores de Cospedal, Javier López del Hierro, vende dos de
sus colegios al grupo de escuelas católicas Educare
Entre 2008 y
2012, Antana se adjudicó la gestión de tres centros concertados en suelo
público cedido por alcaldes del PP y acumula reclamaciones de Hacienda
por importe de al menos 7,6 millones entre cuota, intereses y sanciones
Entre
sus socios están la ex esposa de López del Hierro y accionista de
Mahou, Ana Gervás, o la constructora Copasa, que estaba representada por
el padre de Ramón Espinar
Justicia aprobó una Orden que vacía de contenido la
base de datos existente desde 2014 con los titulares reales de las
sociedades y que es de consulta diaria por la Policía, Guardia Civil,
jueces, fiscales, inspectores de Hacienda y entidades financieras.
Es muy preocupante y peligroso cuando alguien se quiere erigir o
apropiar de una especie de ADN. Perdona, pero no sé decirlo de otra
manera: esto atrae a la extrema derecha, a la derecha dura y pura
Hacer
uso de los términos rojos o azules responde a un lenguaje del
franquismo, pero tú sabrás por qué lo utilizas porque es un engaño
Si
no ves empresarios o trabajadores: ¿por qué apoyas leyes que benefician
claramente a los empresarios en detrimento de los trabajadores?
"Este año nos han traído a los campos de Huelva a las putas de Marruecos. Las tocas y te denuncian". Esta es la frase de un empresario de los campos de la fresa onubenses, que se repite con insistencia durante las últimas semanas. Otros propietarios cuentan a EL ESPAÑOL que desde hace años se han producido situaciones de explotación sexual y laboral en las fincas.
SITAPHA SAVANÉ.Dakar, Senegal, 1978. Jugador de baloncesto. Tras 18 temporadas en España (Estudiantes, Joventut, Gran Canaria...) se ha retirado entre homenajes. Pero no se duerme en los laureles y ya prepara un futuro de política, economía y activismo social.
Volar, lo que se dice volar... volar, volar, volar, no vuelo... Volar, lo que se dice volar...
volar, volar, volar, no vuelo... Pero... desde que cambié el palacio por el callejón desde que rompí todas las hojas del guión... si quieres buscarme, mira para el cielo... Pero desde que me deje el bolso en la estación Y le pegué fuego a la tele del salón Te prometo hermano que mis suelas no tocan el suelo... Solté todo lo que tenía y fui... Feliz Solté las riendas y deje pasar... No me ata nada aquí, no hay nada que guardar Así que cojo impulso y a volar... Lo que se dice volar, volar, volar, volar... no vuelo Volar... lo que se dice volar, volar Volar, volar, volar, no vuelo... Pero desde que tiré las llaves ya no quiero entrar Desde que queme las llaves y aprendí a nadar si quieres buscarme mira para el cielo... Pero desde que olvide el telefono en un bar Desde que no tengo nada parecido a un plan... te prometo hermano que mis suelas no tocan el suelo... Solte todo lo que tenia y fui feliz... Solte las riendas y deje pasar... No me ata nada aquí, no hay nada que guardar Asi que cojo impulso y a volar... Y a volar... Lo que se dice volar...Volar, volar... volar... Volar...
*Para no olvidar; 1. Abaratamiento del despido 2. La amnistía fiscal 3. El aumento del número de alumnos por aula 4. El aumento de la desigualdad 5. La bajada de la base reguladora para el paro 6. Bankia 7. La beligerancia con Grecia 8. Bárcenas 9. Barberá 10. Los cambios de directores en los periódicos 11. Camps 12. Canal Nou 13. La complacencia con Merkel 14. El copago de medicamentos 15. Cospedal y su marido 16. La disminución del número y cuantía de las becas 17. El éxodo juvenil a otros países 18. Fabra 19. Gallardón 20. La guerra a las renovables 21. La gestión territorial 22. Granados 23. Gundín 24. Gürtel 25. El impuesto al sol 26. El incumplimiento del programa electoral del PP 27. La precariedad de los nuevos empleos 28. La subida del IVA y otros impuestos 29. La utilización torticera de la Agencia Tributaria 30. Los desahucios 31. Ley del Aborto 32. Ley Mordaza 33. Matas 34. Mato 35. Morenés y el armamento 36. Noös 37. Palma Arena 38 Las pensiones y la tomadura de pelo del 0,25% de aumento 39. Plasma 40. La presión a los medios privados 41. Púnica 42. Pujol y familia 43. Rato 44. El recibo de la luz 45. Recortes en Dependencia 46. Recortes en Educación 47. Recortes en Sanidad 48. Reforma laboral 49. Rescate a los bancos 50. Sobres 51. Somoano 52. Subida de las tasas judiciales 53. Supresión de la deducción por vivienda 54. Telemadrid 55. Torres Dulce y su misterioso relevo 56. Tve 57. El TTIP 58. Urdangarín 59. El uso y abuso de los órganos judiciales. 60. Ley de montes aprobada en 2015. Recalificar terrenos quemados. 61. Los "cuidados" del Padre de Rajoy. 62. Wert Caso AVE Caso Almenas Caso Andratx Caso Arcos Caso Arona Caso Astapa Caso Atlético Caso Baltar Caso Banca Caso Bankia Caso Berzosa Caso Bitel-2 Caso Bomsai Caso Bon Sosec Caso Brugal Caso Bárcenas Caso CAM Caso CCM Caso Camisetas Caso Campeón Caso Conde Roa Caso Cooperación Caso Corredor Caso De Miguel Caso Dívar Caso Egües Caso El Trompo Caso Emarsa Caso Emperador Caso Enredadera Caso Epsilon Caso Fabra Caso Faycán Caso Filesa Caso Flick Caso Forcem Caso Funeraria Caso Guateque Caso Guerra Caso Gürtel Caso Harrag Caso Hügel Caso ITV Caso Ibatur/Pasarela Caso Ibiza Centre Caso Innova Caso Interligare Caso La Fabriquilla Caso Las Teresitas Caso Lasarte Caso Lifeblood Caso Limusa Caso Malaya Caso Marchelo Caso Marea Caso Margüello Caso Matsa Caso Mercasevilla Caso Mercurio Caso Millet Caso Miñano Caso Método 3 Caso Naseiro Caso Nueva Rumasa Caso Nóos Caso Orquesta Caso Over Marketing Caso Palau Caso Pallerols Caso Palma Arena Caso Parques Eólicos Caso Peaje Caso Picnic Caso Pitiusa Caso PlaZa Caso Plan Territorial Caso Plaold Caso Plasenzuela Caso Pokémon Caso Poniente Caso Port Vell Caso Porto Caso Pretoria Caso Rasputín Caso Riopedre Caso Rumasa Caso Rus Caso Salmón Caso Sanlúcar Caso Scala/Cola Cao Caso Seat Caso Tabacalera Caso Terán Caso Torres de Calatrava Caso Totem Caso Treball Caso Troya Caso Turismo Joven Caso Túnel de Sóller Caso Umbra Caso Unión Caso Zambrana Caso Zamora Caso de la Ciudad del Golf Caso de la Construcción Caso de los cursos de formación Caso del Lino Caso facturas Luxembourg Leaks Operación Edu Costa Operación Madeja Operación Molinos Operación Púnica Plan Rabasa Trama Zeta Caso Acuamed Caso de la Serna Ministro Soria Papeles de Panamá La lista sigue creciendo... y sus votantes complices de toda esta Mafia corrupta. PP = ( Partido Podrido). Don Mariano, con usted al mando.
No por nada se van por la corrupción 58.000 millones al año!*
En vísperas de Navidad, una muchacha que ha sido condenada por homicidio
involuntario y que disfruta de un permiso carcelario conoce en un tren a
un sargento traumatizado por la guerra. Son dos seres frágiles y
solitarios que mantienen una intensa relación sentimental durante las
fiestas.
intérpretes: Ginger Rogers, Joseph Cotten, Shirley Temple, Spring Byington, Tom Tully, John Derek, Chill Wills
Permítanme dedicar este premio a la memoria de los nicaragüenses que en los últimos días han sido asesinados en las calles por reclamar justicia y democracia, y a los miles de jóvenes que siguen luchando, sin más armas que sus ideales, porque Nicaragua vuelva a ser República.
Vengo de un pequeño país que erige su cordillera de volcanes a mitad del ardiente paisaje centroamericano, al que Neruda llamó en una de las estancias del Canto General “la dulce cintura de América”. Una cintura explosiva. Balcanes y volcanes puse por título a un ensayo de mis años juveniles donde trataba de explicar la naturaleza cultural de esa región marcada a hierro ardiente en su historia por los cataclismos, las tiranías reiteradas, las rebeliones y las pendencias; pero, en lo que hace a Nicaragua, también por la poesía. Todos somos poetas de nacimiento, salvo prueba en contrario.
“Poeta” es una manera de saludo en las calles, de acera a acera, se trate de farmacéuticos, litigantes judiciales, médicos obstetras, oficinistas o buhoneros; y si no todos mis paisanos escriben poesía, la sienten como propia, gracias, sin duda, a la formidable sombra tutelar de Rubén Darío, quien creó nuestra identidad, no sólo en sentido literario, sino como país:
“Madre, que dar pudiste de tu vientre pequeño
tantas rubias bellezas y tropical tesoro
tanto lago de azures, tanta rosa de oro
tanta paloma dulce, tanto tigre zahareño…”,
escribe al evocar la tierra natal. En mi caso, me declaro voluntariamente un poeta, en el sentido que Caballero Bonald recordó desde esta misma cátedra al recibir el premio Cervantes del año 2012: “esa emoción verbal, esas palabras que van más allá de sus propios límites expresivos y abren o entornan los pasadizos que conducen a la iluminación, a esas «profundas cavernas del sentido a que se refería San Juan de la Cruz»”. La poesía es inevitable en la sustancia de la prosa. Lo sabía Rubén quien, además de la poesía, revolucionó la crónica periodística y fue un cuentista novedoso. Y es más. Creo que alguien que no se ha pasado la vida leyendo poesía, difícilmente puede encontrar las claves de la prosa, la cual necesita de ritmos, y de una música invisible: “la música callada, la soledad sonora”. Es lo que Pietro Citati llama “la música de las cosas perdidas” en La muerte de la mariposa, al hablar de la prosa de Scott Fitzgerald: “para la mayoría de la gente, las cosas se pierden sin remedio. Pero para él, dejaban una música. Y lo esencial en un escritor es encontrar esa música de las cosas perdidas, no las cosas en sí mismas”. No todos en Nicaragua escriben versos, pero Rubén abrió las puertas a generación tras generación de poetas siempre modernos, hasta hoy, con nombres como los de Carlos Martínez Rivas, y Ernesto Cardenal y Claribel Alegría, honrados ambos con el premio Reina Sofía de Poesía Hispanoamericana; o el de Gioconda Belli. Curioso que una nación americana haya sido fundada por un poeta con las palabras, y no por un general a caballo con la espada al aire. La única vez que Rubén vistió uniforme militar, con casaca bordada de laureles dorados y bicornio con airón de plumas, fue al presentar credenciales en 1908 como efímero embajador de Nicaragua ante Su Majestad Alfonso XIII; un uniforme, además, que le fue prestado por su par de Colombia, pues no tenía uno propio. Rubén trajo novedades liberadoras a la lengua que recibió en herencia de Cervantes, sacudiéndola del marasmo. “Todo lo renovó Darío: la materia, el vocabulario, la métrica, la magia peculiar de ciertas palabras, la sensibilidad del poeta y de sus lectores. Su labor no ha cesado y no cesará; quienes alguna vez lo combatimos, comprendemos hoy que lo continuamos. Lo podemos llamar el Libertador”, dice de él Borges. La lengua que era ya la de Cervantes hizo a Centroamérica el viaje de ida cuando el 19 de agosto de 1605 llegaron a Portobelo los primeros ejemplares del Quijote; y el viaje de vuelta con los primeros ejemplares de Azul: es cuando el 22 de octubre de 1888 Don Juan Valera escribe desde Madrid en una de sus Cartas americanas: “ni es usted romántico, ni naturalista, ni neurótico, ni decadente, ni simbólico, ni parnasiano. Usted lo ha revuelto todo: lo ha puesto a cocer en el alambique de su cerebro, y ha sacado de ello una rara quintaesencia”. Tres siglos después de Cervantes, él devolvió a la península una lengua que entonces resultó extraña porque venía nutrida de desafíos y atrevimientos, una lengua que era una mezcla de voces revueltas a la lumbre del Caribe, de donde yo también vengo, porque Centroamérica es el Caribe, ese espacio de milagros verbales donde los portentos pertenecen a la realidad encandilada y no a la imaginación, a la que sólo toca copiarlos: el propio Rubén, Alejo Carpentier, merecedor del premio Cervantes, Miguel Angel Asturias y Gabriel García Márquez, ganadores ambos del premio Nobel. En el Caribe toda invención es posible, desde luego la realidad es ya una invención en sí misma. En ese sentido, me figuro a Cervantes como un autor caribeño, capaz de descoyuntar lo real y encontrar las claves de lo maravilloso, cuando nos habla en El coloquio de los perros de la Camacha de Montilla, que “congelaba las nubes cuando quería, cubriendo con ellas la faz del sol, y cuando se le antojaba, volvía sereno el más turbado cielo; traía los hombres en un instante de lejanas tierras; remediaba maravillosamente las doncellas que habían tenido algún descuido en guardar su entereza. Cubría a las viudas de modo que con honestidad fuesen deshonestas, descasaba las casadas y casaba las que ella quería...” Rubén reconoció en sí mismo las señales de su mestizaje triple, “el signo de descender de beatos e hijos de encomenderos, de esclavos africanos, de soberbios indios…”, y desde allí, de esa húmeda oscuridad donde se confunden los ruidos y los murmullos de la historia, se arma en relámpagos la lengua que el nuevo mundo devuelve a la España de Cervantes. La virtud de Rubén está en revolverlo todo, poner sátiros y bacantes al lado de santos ultrajados y vírgenes piadosas, hallar gusto en los colores contrastados, ser dueño de un oído mágico para la música y otro no menos mágico para el ritmo, sonsacar vocablos sonoros de otros idiomas, dar al oropel la apariencia del oro y a los decorados sustancia real, conceder a los aires populares majestad musical, hallar y ofrecer deleite en el acaparamiento goloso de lo exótico: “un ansia de vida, un estremecimiento sensual, un relente pagano”. Pero esa lengua nunca dejó de ser la lengua cervantina, otra vez, como en el siglo de oro, una lengua de novedades, y es esa lengua de ida y de vuelta la que hoy se reinventa de manera constante en el siglo veintiuno mientras se multiplica y se expande. Una lengua que no conoce el sosiego. Una lengua sin quietud porque está viva y reclama cada vez más espacios y no entiende de muros ni fronteras. Rubén cuenta en su autobiografía que en un viejo armario de la casa solariega donde pasó su infancia de huérfano en León de Nicaragua, encontró los primeros libros que habría de leer en su vida. Tenía diez años de edad. “Eran un Quijote”, dice, “las obras de Moratín, Las mil y una noches, la Biblia; los Oficios, de Cicerón; la Corina, de Madame Staël; un tomo de comedias clásicas españolas, y una novela terrorífica, que ya no recuerdo qué autor, la Caverna de Strozzi”. Y termina comentando: “extraña y ardua mezcla de cosas para la cabeza de un niño”. La edición en dos pequeños tomos en letra apretada de la Vida y hechos del Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, que tuvo entonces en sus manos, era del año 1841, y había salido de la Imprenta de J. Mayol y Compañía, en Barcelona. Era aquel mismo niño a quien su tío abuelo, y padre de crianza, el coronel Félix Ramírez Madregil, igual que José Arcadio Buendía hace con su hijo Aureliano, lo llevó a conocer el hielo: “por él aprendí pocos años más tarde a andar a caballo, conocí el hielo, los cuentos pintados para niños, las manzanas de California y el champaña de Francia”, recuerda en esa misma autobiografía. Cuando ya dueño del tesoro del viejo armario escoge el Quijote, la primera de tantas lecturas que haría de él en su vida, lo que empieza es un viaje, porque toda lectura es un viaje. Pero este será un viaje en que se narra otro viaje. Al revés de Ulises, que quiere llegar sin contratiempos a su hogar en Ítaca, don Quijote sale de su hogar en algún lugar de la Mancha en busca de contratiempos. Quiere ser interrumpido, y no se sorprende de las interrupciones; a eso ha salido, a toparse con ellas: endriagos, bribones poderosos, malvados encantadores, tentaciones de la carne que como buen caballero debe rechazar, sometido como se halla al voto de casta fidelidad a su dama. El mundo rural que don Quijote va a recorrer tendría muy poco de atractivo para alguien que emprende un viaje con sentido común, bajo las necesidades impuestas por la vida cotidiana. Es su imaginación encandilada la que creará los obstáculos, peligros y desafíos. Claro que los obstáculos que Ulises encuentra mientras navega hacia Ítaca, también son fruto de la imaginación, la imaginación de Homero: sirenas cuyo canto causa la perdición de los navegantes, hechiceras que convierten en cerdos a los hombres, vientos encerrados en un odre que provocan naufragios al ser desatados. Pero los gigantes, magos, damas cautivas, cuevas y castillos encantados que don Quijote va hallando en la ruta, nacen de su propia imaginación. Es un mundo creado por él mismo, como personaje, superpuesto al mundo real. Es su propio personaje, en tanto Ulises es personaje de Homero. Ulises es un mentiroso consumado, que inventa para enredar a los demás. Don Quijote inventa para sí mismo, es criatura de su propia ficción. Apenas recobra el seso, todo aquel tinglado construido en su mente se deshace, los cortinajes y decorados desaparecen, y lo que permanece a la vista es la simple realidad racional. Entonces, sólo le queda morir. Ambos mundos, el real y el imaginado, se corresponden y se oponen en las páginas del Quijote. Los castillos de tiempos idos son las ventas del camino, y los venteros no son encantadores, sino prosaicos hospederos que si pueden esquilman a los viajeros. Pero un mundo no podría existir sin el otro, porque es su contrario y al mismo tiempo su contrapeso y complemento. Desde aquel primer viaje Rubén ya nunca abandonaría a Cervantes, que se convierte en un modelo suyo, literario y vital, según su soneto: “Horas de pesadumbre y de tristeza/paso en mi soledad. /Pero Cervantes/es buen amigo. Endulza mis instantes/ ásperos, y reposa mi cabeza…” “Él es la vida y la naturaleza,/ regala un yelmo de oros y diamantes/ a mis sueños errantes/. Es para mí: suspira, ríe y reza.”, dice en la siguiente estrofa. La vida tal como es. El tiempo ya muerto de los caballeros andantes, que tampoco es un tiempo histórico pues se trata de personajes de ficción, entra en el tiempo real contemporáneo, y entre ambos se produce un choque que, en lugar de destruirlos, los hace vivir. Y no se destruyen porque Cervantes narra con naturaleza esas historias asombrosas y disparatadas, lejos de afectaciones e impostaciones que generalmente esconden ignorancia. Un escritor natural es aquel que sabe de qué está hablando. Habla al oído del lector, no se desgañita. Conversa con suaves ademanes; enamora con la palabra y con los gestos: “parla como un arroyo cristalino”. Frente a la locura que pasma, Cervantes no se inquieta; se ríe de manera sosegada, sin dejarse ver por el lector, y al tomar distancia de ese mundo estrafalario con la risa, que está lejos de ser una risa malvada, o jayana, nos enseña a ser compasivos, y nos acostumbra a contemplar con naturalidad la maravilla: “es para mí: suspira, ríe y reza”. Los mundos muertos, construidos de cartón piedra, los decorados que huelen a pintura o a vejez, tarde o temprano serán comidos por la polilla, porque lo falso no sobrevive. En cambio, el mundo insuflado de naturaleza por virtud de las palabras, se parece a la vida, o es como la vida. Naturaleza y vida se vuelven así inseparables. Y naturaleza y vida tienen que ver, sin duda, con el humor y la melancolía, que también son almas gemelas, como lo explica Ítalo Calvino en Seis propuestas para el próximo milenio: “así como la melancolía es la tristeza que se aligera, así el humor es lo cómico que ha perdido la pesadez corpórea…”. Estas dos cualidades de la literatura y de la vida se auxilian también en equilibrio porque tienen la sustancia de la ligereza. El humor en Cervantes pierde la pesadez corpórea de lo cómico. Vive de la ligereza, y en la ligereza, contraria a la pesadez que no deja circular el aire entre las líneas del texto. Tal como Sergio Pitol, premio Cervantes del año 2005, muerto este mismo mes en México, y a quien rindo homenaje, cervantino hasta la médula porque nunca se atuvo a la pesadez, y supo trocarla por el humor, la ironía y la parodia; un “raro” de los de Rubén, que supo hacer de la escritura una fiesta. En Vida de don Quijote y Sancho, Unamuno nos recuerda que don Quijote nos hace reír porque su seriedad a la vez nos divierte, y nos conmueve. No cree en el ridículo, porque para él el ridículo no existe: “caballero que hizo reír a todo el mundo, pero que nunca soltó un chiste…”. Y Rubén, al invocarlo en Letanía de Nuestro Señor don Quijote: “Rey de los hidalgos, señor de los tristes/que de fuerza alientas y de ensueños vistes/coronado de áureo yelmo de ilusión…”, también invoca la naturaleza natural de las cosas: “escucha los versos de estas letanías/hechas con las cosas de todos los días/ y con otras que en lo misterioso vi…”. En algún momento de la vida, uno se encuentra con Cervantes. Fue mi madre, Luisa Mercado, quien en sus clases de literatura en el colegio de secundaria, porque tuve la infinita suerte de ser su discípulo, me enseñó a leer el Quijote, y el Libro del buen amor del Arcipreste, los versos del Marqués de Santillana, las Coplas de Jorge Manrique por la muerte de su padre, a Lope y Quevedo; y no pocos de esos poemas los aprendí de memoria para siempre. Guardaba ella un ejemplar en cuarto mayor del Quijote que había pertenecido a mi abuelo Teófilo Mercado, converso a la austera religión bautista que llegaron a predicar en 1910 unos misioneros de Alabama, y desde antes liberal positivista, creyente con fe ciega en el progreso y en la educación, una especie de discípulo de Augusto Comte extraviado en Masatepe, el pequeño pueblo cafetalero de la meseta del Pacífico de Nicaragua donde nací. Era agricultor, agrimensor, constructor de pozos artesianos y ebanista. La mesa donde escribo salió de sus manos. Y entre sus libros de medicina, agronomía, y geodesia, y manuales de geometría plana y álgebra elemental, estaba El Quijote. Si para él toda lectura debía ser didáctica, y despreciaba a los poetas que se dejaban largo el pelo y a los novelistas que se perdían en el relato de desgracias amorosas y aventuras inventadas, ¿qué hacía, entonces, El Quijote en compañía tan extraña en su librero, sino desmentir su lejanía de la imaginación? ¿Y no lo desmiente también su nieto novelista? Cervantino y dariano, ato mi escritura con un nudo que nadie puede cortar ni desatar. Un nudo de palabras en mi oído desde la infancia, amamantado en una lengua híbrida que traía los viejos sones del siglo de oro represados en la arcaica arcadia verbal campesina, y entreveradas a esas palabras, que brillaban como gemas antiguas entre el polvo de los siglos, las de la lejana lengua náhuatl –Masatepe, mazatl-tepetl, tierra de venados- y desde muchos antes las de la lengua mangue, que mientras el paisaje de mi niñez se despeña hacia el cráter de la laguna de Masaya, al pie del volcán Santiago, donde bulle a ojos vista la lava rojo, malva y amarillo, como en la boca del infierno, los residuos de esa lengua ya casi olvidada van marcando los territorios comarcanos, Ñamborime, cerca del agua, Jalata, agua arenosa, Nimboja, camino hacia el agua. La lengua se hace primero en el oído. El mundo de un niño es un mundo de voces que alguna vez se vuelven escritura. Las de las consejas y las leyendas, las de los pregones de los mercados, la de los romances anónimos bordoneados en las guitarras. Las de la tertulia vespertina a la que comparecía mi abuelo paterno Lisandro Ramírez, violinista y compositor de valses, fox-trots y mazurcas, y maestro de capilla de la iglesia parroquial, junto a mis tíos músicos, pobres como él, y bohemios, quienes formaban entre todos la orquesta Ramírez. Reunidos en la tienda de abarrotes de mi padre, Pedro Ramírez, el único que se había resistido a tocar un instrumento porque lo cargaron con el pesado contrabajo, se entretenían en un solo jolgorio de conversación antes de subir las gradas de la iglesia parroquial para tocar el rosario de las seis de la tarde, una fiesta verbal cervantina aquella plática en la que nunca contaban chistes groseros, despreciaban el ridículo, convertían sus penas en alegrías, y se burlaban con gracia de sus propias desgracias, ganándose así, al reírse de ellos mismos, la soberanía de reírse de los demás. Narrar es un don que no brota sino de la necesidad de contar, esa necesidad apremiante sin la cual, quien se entrega a este oficio incomparable, no puede vivir en paz consigo mismo. Desde el fondo de esa necesidad un novelista debe iluminar en su prosa todo aquello que yace en las profundas cavernas del sentido, acercar la antorcha a los rostros de los personajes ocultos en la oscuridad, revelar los entresijos cambiantes de la condición humana. Es una epifanía de cada día, que no se da sin el uso de los procedimientos debidos, que empiezan por sentarse a escribir entre cuatro paredes como un prisionero que disfruta y padece de la necesidad de contar. Hay que saber atrapar la gracia. La escritura es un milagro provocado. Y no pocas veces un milagro una y otra vez corregido. “Yo persigo una forma que no encuentra mi estilo…y no hay sino la palabra que huye”, dice Rubén. La página en blanco está llena de rastros, de sombras de palabras fugitivas. Siento que soy, así, la síntesis de mis dos abuelos, el músico y el ebanista, el que pulsa el arco y el que empuña la gubia, a medias el compositor que llenaba con sus signos melódicos la hoja de papel pautado, y a medias el artesano que nunca estuvo conforme con un mueble de gavetas desencajadas, que no asentara bien sobre el suelo, o cuyas junturas dejaran luces. Escribo entre cuatro paredes, pero con las ventanas abiertas, porque como novelista no puedo ignorar la anormalidad constante de las ocurrencias de la realidad en que vivo, tan desconcertantes y tornadizas, y no pocas veces tan trágicas pero siempre seductoras. Mi América, nuestra América, como solía decir Martí. La Homérica Latina, como la bautizó Marta Traba. A ese paisaje iluminado y a la vez lleno de sombras, desolado y a la vez lleno de voces recurro, dominado por la curiosidad y el asombro, en busca de sus rincones ocultos y de los humildes personajes que lo pueblan, cada uno cargando a cuestas sus pequeñas historias, y me seduce verlos caminar, sin ser advertidos, o sin advertirlo, hacia las fauces que los engullen, víctimas tantas veces del poder arbitrario que trastoca sus vidas, el poder demagógico que divide, separa, enfrenta, atropella. Ese poder que no lleva en su naturaleza ni la compasión ni la justicia y se impone por tanto con desmesura, cinismo y crueldad. A través de los siglos la historia se ha escrito siempre en contra de alguien o a favor de alguien. La novela, en cambio, no toma partido, o si lo hace, arruina su cometido. El vasto campo de La Mancha es el reino de la libertad creadora. Un escritor fiel a un credo oficial, a un sistema, a un pensamiento único, no puede participar de esa aventura diversa, contradictoria, cambiante, que es la novela. Una novela es una conspiración permanente contra las verdades absolutas. La realidad, que tanto nos abruma. Caudillos enlutados antes, caudillos como magos de feria hoy, disfrazados de libertadores, que ofrecen remedio para todos los males. Y los caudillos del narcotráfico vestidos como reyes de baraja. Y el exilio permanente de miles de centroamericanos hacia la frontera de Estados Unidos impuesto por la marginación y la miseria, y el tren de la muerte que atraviesa México con su eterno silbido de Bestia herida, y la violencia como la más funesta de nuestra deidades, adorada en los altares de la Santa Muerte. Las fosas clandestinas que se siguen abriendo, los basureros convertidos en cementerios. Cerrar los ojos, apagar la luz, bajar la cortina, es traicionar el oficio. Todo irá a desembocar tarde o temprano en el relato, todo entrará sin remedio en las aguas de la novela. Y lo que calla o mal escribe la historia, lo dirá la imaginación, dueña y señora de la libertad, “por la que se puede y debe aventurar la vida”, pues no hay nada que pueda y deba ser más libre que la escritura, en mengua de sí misma cuando paga tributos al poder el que, cuando no es democrático, sólo quiere fidelidades incondicionales. Somos más bien testigos de cargo. Nuestro oficio es levantar piedras, decía Saramago; si debajo lo que hallamos son monstruos, no es nuestra culpa. En mis años juveniles “tuve otras cosas en qué ocuparme, dejé la pluma y las comedias…”, como expresó nuestro padre Cervantes. Y si un día me aparté de la literatura para entrar en la vorágine de una revolución que derrocó a una dictadura, es porque seguía siendo el niño que se imagina de rodillas en el suelo de la venta presenciando la función de títeres del retablo de Maese Pedro, ansioso de coger un mandoble para ayudar a don Quijote a descabezar malvados. Pero vuelvo a citar el primer párrafo de Historia de dos ciudades de Dickens, tal como lo hice en mi libro de memorias acerca de esos años, Adiós muchachos: “fue el mejor de los tiempos, fue el peor de los tiempos; fue tiempo de sabiduría, fue tiempo de locura; fue una época de fe, fue una época de incredulidad; fue una temporada de fulgor, fue una temporada de tinieblas; fue la primavera de la esperanza, fue el invierno de la desesperación”. Vivo en mi lengua, en el ancho territorio de la Mancha, según la dichosa frase de Carlos Fuentes, un territorio verbal y a la vez una mancha indeleble. La Mancha que no se deslíe ni se borra. La escritura manchada, contaminada de belleza y de verdades, de ilusión y realidad, de iniquidades y de grandeza. Y al recordar a Fuentes, amigo y maestro, traigo delante de mí la deuda imperecedera con los escritores del boom, tan próximos a mí y que tanto me enseñaron. García Márquez, quien volvió a inventar la lengua en sus redomas de alquimista trasmutando la realidad en prodigio; Cortázar, quien en las páginas de Rayuela dio a mi generación las claves de la rebeldía sin sosiego, él, quien me hizo cronopio para siempre; el propio Fuentes, quien subió a los andamios para pintar la historia de México y la de América como un alucinante mural en movimiento; y Mario Vargas Llosa, cuyas novelas desarmé página a página, como si se tratara de un mecano, para aprender así los rigores del oficio. Y la otra deuda imperecedera. Tulita, mi esposa, a quien debo en muchos sentidos mi oficio, y quizás sea suficiente explicarlo repitiendo lo que puse en la dedicatoria inscrita en mi novela Castigo Divino, de cuya publicación se cumplen ahora treinta años: que ella inventó las horas para escribirla; así como, mejor novelista que yo, ha inventado mi vida. Y junto con ella, lo que debo a mis hijos y nietos, presentes todos aquí, mi prole de la primavera del patriarca, de la que me siento tanto orgulloso como dichoso. Gracias a Juan Cruz, el Juan de Juanes, que supo armarme de nuevo con las armas de la literatura cuando regresaba de otras lides con la lanza quebrada; a Antonia Kerrigan, la mejor agente literaria del mundo, y a Pilar Reyes, la mejor editora del mundo. Gracias al jurado del premio Cervantes, presidido por el Director de la Real Academia de la Lengua, Darío Villanueva, por apuntar de manera tan generosa su brújula hacia mi obra. Y gracias, don Felipe, por esta honra que España, la de “los mil cachorros sueltos” de la lengua, concede a Centroamérica a través mío, y a mi país de vientre pequeño, pero tan pródigo.
Beaucoup de mes amis
sont venus des nuages
Avec soleil et pluie
comme simple bagage
Ils ont fait la saison
des amitiés sincéres
La plus belle saison
des quatre de la terre
Ils ont cette douceur
des plus beaux paysages
Et la fidélité
des oiseaux de passage
Dans leur coeur est gravée
une infinie tendresse
Mais parfois dans leurs yeux
se glisse la tristesse
Alors
il viennent
se chauffer
chez moi
et toi
aussi tu viendras
Tu pourras repartir
aux fins fonds des nuages
Et de nouveaux sourire
á bien d'autres visages
Donner autour de toi
un peu de ta tendresse
Lorsqu'un autre voudra
te cacher sa tristesse
Comme l'on ne sait pas
ce que la vie nous donne
Il se peut qu'á mon tour
je ne sois plus personne
S'il reste un ami
qui vraiment me comprenne
J'oublierai á la fois
mes larmes et mes peines
Alors,
peu-être
je viendrai
Chez toi,
chauffer
mon coeur
á ton bois
Muchos de mis amigos vinieron de las nubes
con el sol y la lluvia como único equipaje
Hicieron de la estación de la amistad sincera
la más bella estación de las cuatro de la tierra.
Tienen esa dulzura de los más bellos paisajes
y la fidelidad de las aves de paso
En sus corazones hay grabadas una infinita ternura
pero a veces en sus ojos se desliza la tristeza.
Entonces vienen a calentarse a mi casa
y tú... también vendrás
Y podrás irte de nuevo a lo profundo de las nubes
y de nuevo sonreír a otras caras.
Dar a tu alrededor un poco de ternura
cuando otro quisiera ocultarte su tristeza.
Como no sabemos qué nos depara la vida
quizá yo también deje de sentirme alguien
Si me queda un amigo que verdaderamente me comprenda
olvidaré a la vez mis lágrimas y mis penas.
Entonces, posiblemente, iré a tu casa
a calentar mi corazón en tu bosque.