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lunes, 16 de noviembre de 2020

Mujeres, Los Reverte y la literatura...


Todos los días la misma rutina.
¡Gabo, regalo a la calle!!! pero él se hace el sordo y sigue con sus quehaceres.
Ponerle la correa es una persecución, por sistema no quiere salir. Abrir la puerta y hacerse la mopa es todo uno, pero una vez que descubre nuevos olores, amigos y caminos, el de vuelta se le hace cuesta arriba.

Antes, hace sólo unos meses, había que pensar muy mucho la ruta a seguir. Dependiendo de la hora y el clima, el abarrotamiento de aceras y calles obligaba a elegir por dónde. Pero ahora, la ciudad es para mí y para Gabo, claro. Los paseos son una delicia y cruzarte con alguien a según qué horas se convierte en la distracción del día. Tengo que reconocer que obviando todo el dolor que está produciendo el puto virus, caminar así por el centro de Madrid era inimaginable.
Hoy  teníamos un rumbo fijo, Malasaña.  Una visita a Julia, una nueva mejor amiga que me está enseñando la técnica del scrap, para mí terapia ocupacional
De la calle Toledo a Imperial con parada obligatoria en el 4. Gabo no perdona entrar , hacerse el remolón y recibir todo tipo de piropos, achuchones y caricias que él devuelve con rasquitas y lametones de distintas intensidades. Ahí está la tienda de su amigo Salva, la mejor en su especialidad de todo Madrid. Tienen  calidad, cantidad y precio y si no lo tienen se  lo inventan. Si a estos ingredientes le añadimos educación, amabilidad, cariño, efectividad, pragmatismo, lo aliñamos con su poquito de consejos,  paciencia y sonrisas el resultado es un buen menú, el mejor, que degustan a diario una clientela que, como en Doña Manolita, petan la entrada a cualquier hora del día.

Seguimos el paseo y vemos frente al Ministerio de AAEE a un grupo de mujeres maduras y con pinta de pasárselo bien. A medida que vamos acercándonos parece que están haciendo un recorrido histórico siguiendo los consejos de una guía. Hablan, señalan, llevan libros en las manos que consultan y cuando estoy a su altura escucho una conversación que no puedo dejar de oír.

                                            ©Ernesto Agudo

.-Ha sido una pena. A mí me encantaba.
.-No, no es familia de Pérez Reverte, es hermano de Jorge Martínez Reverte.
.-No te lo estoy diciendo, que es Javier Reverte, el viajero.
.-Jorge es el de la guerra Civil ¿No?

.-Yo he leído a los dos.
.-Y yo.
.-Yo también, me encantan.

.-Yo me quedo con el libro de África...


No pude oír más. Mi educación me obligaba a seguir caminando pero el corazón empezó a bombear más deprisa. No hacía 24 horas que Javier emprendía su último viaje y escuchar a estas mujeres me emocionó y pensé estas cosas sólo me pasan a mí.
Me di media vuelta y me acerqué a ellas...


Perdonar pero no he podido evitar escucharos y he pensado que es una pena que no os hayan podido escuchar ellos porque es un lujo conseguir lectoras como vosotras. Le habéis hecho  "el homenaje" que a cualquier escritor  levantaría de su tumba.

¿Puedo haceros una foto? Me gustaría guardar el momento.


Sí claro, y todas a una adaptaron su mejor pose y sonrisa.

                                           ©Bernardo Pérez

Gracias, mujeres teníais que ser.

Ojala que la casualidad haga llegar a Jorge esta foto y esta historia de y con quien tanto quería.






 

jueves, 5 de noviembre de 2020

Gabomárquezregalopari... ya tengo 2 años

 

Ayer, por primera vez en nuestras vidas, caminos juntos por el camino de baldosas amarillas. Testigo Nacho Hevia, de ahí la mascarilla y la grabación. Aguantó 1 hora . Un campeón. Hoy cumple 2 años y seguiremos avanzando inasequibles al desaliento. ¡¡¡FELICIDAD-es!!! Gabo

miércoles, 4 de noviembre de 2020

Próxima estación ESPERANZA.


Próxima estación ESPERANZA.

Anoche me acosté intranquila, pulse el botón mágico “Radio Clásica” de mi receptor y quise  olvidarme del mundo. Lo conseguí pero el inconsciente me ha despertado y me ha puesto la radio, la tele, la prensa, el ordenador, las gafas… y la actualidad se ha hecho carne. Sabe que lo importante no se duerme, se vive.
Ante tan temprano despliegue, un ojiplático Gabo desde su atalaya reclamando mimos, calorcito y chuches. Al lado un gran vaso rebosante de té verde con naranja y jengibre, os lo recomiendo está increíble, y  2 “muffins” que para la ocasión y sin que sirva de precedente los llamaré así. No me convienen nada, son tóxicos y engordan, pero… es lo que hay.
Muchos años, toda una vida pendiente del mundo pesan, la realidad es la que es y no sirve de nada echarla a dormir, se analiza, se siente, se toma nota  y se aprende. No me la puedo perder.
Si algo  inquieta,  atormenta o  perturba es la noche americana. Una velada larga y azarosa en la que los ánimos han pasado de buenos a  malos o regulares dependiendo de los intereses del receptor. Tanto para un final impreciso.
Libre de virus y  fronteras  el mundo ha viajado a distintas velocidades por el mapa americano y el camino más corto ha sido el de los periodistas y corresponsales, que han informado segundo a minuto de los vaivenes numéricos que van a marcar los próximos 4 años de la humanidad.
Abrumada, inquieta y cansada recordé que empecé la noche con subidón y feliz. En la era de las noticias falsas, un amigo periodista me anunciaba una: contrastada, verificada y de buena fuente, la mejor, él mismo. Estaba embarazado de dos meses.
Así de sopetón, desde fuera y sin pensar puedes creer que está tan loco como el mundo, como el virus, los políticos, la economía,  el clima,  el confinamiento o los valores… y su decisión de traer un hijo al mundo en estas circunstancias es, aparentemente, frívola, inconsciente, egoísta o inoportuna.
Pero sé que no, que va a ser el mejor padre, porque a todo le pone empeño del bueno y conciencia. La emoción, delicadeza y cariño que  puso al contármelo salía de las entrañas. Del deseo perseguido y conseguido. Ya había visto la primera imagen y había escuchado su latido, por fin iba a ser padre el resto de su vida. En la noche más disputada por los Estados, él había elegido el mejor y paró su tren en el de buena esperanza.
El té se estaba enfriando, tenía hambre y ahí estaban los dos "muffins" mirándome a ver a cuál  escogía. No fui capaz de decidirme. Puedes equivocarte al elegir entre lo malo y lo peor, pero nunca te equivocas cuándo manda el corazón, la vida y el amor. Así que decidí tirarlos y coger dos magdalenas que les tengo más confianza.
Para Laura y Gonzalo Barroso
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