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sábado, 7 de abril de 2012

HOY J.G.B. ...


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Desvencijada Europa de post-guerra
con la luna asomando tras las ventanas rotas,
Europa anterior al milagro alemán,
imagen de mi vida, melancólica!
Nosotros los de entonces, ya no somos los mismos,
aunque a veces nos guste una canción.


J.G.B.

1 comentario:

  1. elegía y recuerdo de la canción francesa
    Jaime Gil de Biedma

    c' est une chanson
    qui nous ressemble.
    kosma y prévert: les feuilles mortes

    Os acordáis: Europa estaba en ruinas.
    Todo un mundo de imágenes me queda de aquel tiempo
    descoloridas, hiriéndome los ojos
    con los escombros de los bombardeos.
    En España la gente se apretaba en los cines
    y no existía la calefacción.

    Era la paz -después de tanta sangre--
    que llegaba harapienta, como la conocimos
    durante cinco años.
    Y todo un continente empobrecido,
    carcomido de historia y de mercado negro,
    de repente nos fue más familiar.

    ¡Estampas de la Europa de post-guerra
    que parecen mojadas en lluvia silenciosa,
    ciudades grises adonde llega un tren
    sucio de refugiados: cuántas cosas
    de nuestra historia próxima trajisteis, despertando
    la esperanza en España, y el temor!

    Hasta el aire de entonces parecía
    que estuviera suspenso, como si preguntara,
    y en las viejas tabernas de barrio
    los vencidos hablaban en voz baja...
    Nosotros, los más jóvenes, como siempre esperábamos
    algo definitivo y general.

    Y fue en aquel momento, justamente
    en aquellos momentos de miedo y esperanzas
    -tan irreales, ay- que apareciste,
    oh rosa de lo sórdido, manchada
    creación de los hombres, arisca, vil y bella
    canción francesa de mi juventud!

    Eras lo no esperado que se impone
    a la imaginación, porque es así la vida,
    tú que cantabas la heroicidad canalla,
    el estallido de las rebeldías
    igual que llamaradas, y el miedo a dormir solo,
    la intensidad que aflige al corazón.

    Cuánto enseguida te quisimos todos!
    En tu mundo de noches, con el chico y la chica
    entrelazados, de pie en un quicio oscuro,
    en la sordina de tus melodías,
    un eco de nosotros resonaba exaltándonos
    con la nostalgia de la rebelión.

    Y todavía, en la alta noche, solo,
    con el vaso en la mano, cuando pienso en mi vida,
    otra vez más sans faire du bruit tus músicas
    suenan en la memoria, como una despedida:
    parece que fue ayer y algo ha cambiado.
    Hoy no esperamos la revolución.

    Desvencijada Europa de post-guerra
    con la luna asomando tras las ventanas rotas,
    Europa anterior al milagro alemán,
    imagen de mi vida, melancólica!
    Nosotros los de entonces, ya no somos los mismos,
    aunque a veces nos guste una canción.

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