G.E. Madeley
The Circulating Library (1830)
The Circulating Library (1830)
Si
un libro se puede leer impunemente, no vale la pena tomarse el
trabajo. Cuando los libros están de veras vivos, respiran; y uno se los
pone al oído y les siente la respiración y sus palabras son
contagiosas, peligrosamente, cariñosamente contagiosas…
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