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martes, 17 de julio de 2012

"Sólo gritar en la calle no sirve...


http://www.magazinedigital.com/reportajes/los_reportajes_de_la_semana/reportaje/cnt_id/7760

Birgitta Jónsdóttir

Texto y fotos de Ofelia de Pablo y Javier Zurita
Esta escritora islandesa se vio, como millares de sus compatriotas, abocada a la calle al quebrar el país con el crac bancario del 2008 y acabó implicándose en la política para intentar cambiar las cosas con una democracia directa y participativa. Cuenta las claves de lo que se ha bautizado como “el milagro islandés”
Birgitta Jónsdóttir (Reikiavik, 17 de abril de 1967) es poeta, activista, portavoz de varios grupos como Wikileaks y parlamentaria en Islandia. Su fama es tal que se ha convertido en la primera bloguera del país, además de seguir trabajando incansablemente por la libertad de prensa en varios proyectos como la Icelandic Modern Media Initiative, una especie de paraíso para la libertad de prensa en la red. Recibe a los entrevistadores con su inseparable portátil en la mano, colmado de pegatinas revolucionarias, en la sede de Althing, el Parlamento islandés.

Pertenece al partido de los ciudadanos Civic Party –ahora llamado The Movement–, creado en el 2009, después del colapso de la economía islandesa en el 2008. Las protestas de los ciudadanos, en las que ella participaba activamente, consiguieron destituir al gobierno, acabar con la banca privada que les había llevado a la quiebra y proponer un nuevo ­Ejecutivo.

Jónsdóttir nunca había pensado en meterse en política –luchaba como activista y escritora–, pero de la noche a la mañana se convirtió, como ella lo define, en “un virus en el sistema”. En apenas ocho semanas, un grupo de ciudadanos que querían cambiar las cosas constituyeron un partido político que fue votado por un 7% de la población islandesa. Desde las elecciones del 2009, cuatro de estos ciudadanos están sentados en el Parlamento “para hacer escuchar la voz de los que gritan fuera”, dice la diputada. Abanderada de un sistema de democracia directa, participativa y ciudadana, desvela las claves del que se ha dado en llamar “el milagro islandés” o “la revolución silenciosa”.

La escritora lleva más de 30 años trabajando además como diseñadora y activista... hasta participó con Wikileaks en el polémico vídeo Collateral Murder sobre la guerra de Iraq.

¿Cómo es que ahora forma parte del Parlamento?
Soy una activista en el Parlamento, como dice mi tarjeta de visita. Lo cierto es que nunca imaginé estar aquí, pero tras tantos años de lucha me he dado cuenta de que es necesario estar en el vientre de la bestia para cambiar las cosas. Sólo gritar en la calle no sirve, hay que conocer las reglas del juego y también trabajar desde dentro.

¿Cómo surgió la idea de crear un partido de ciudadanos?
Tras el hundimiento de la economía en el 2008, el país entró en bancarrota y la sociedad islandesa se colapsó. Nuestras deudas, por culpa de las arriesgadas operaciones de los bancos, eran 12 veces mayores que nuestro PIB. La gente empezó a perderlo todo cuando la burbuja se pinchó, y la gran mayoría salió a la calle para protestar. El resultado fue la destitución de la banca, del gobierno y las nuevas elecciones. Aquí es donde entra el partido ciudadano. Ocho semanas antes de las elecciones del 2009, un grupo de ciudadanos de la calle sin la menor experiencia política, sin dinero, pero con ganas de hacer democracia, decidimos juntarnos y hacer un partido político.

¿No es suficiente el activismo para cambiar las cosas?
Ser activista es muy importante. Es necesario estar en la calle para decir lo que se piensa, participar. Pero también es fundamental conocer los hilos desde el interior. Estar dentro significa vigilar de cerca al enemigo.

Hay gente que ve Islandia como un perfecto modelo experimental.
Nuestro país es un excelente laboratorio de pruebas. Hemos dejado caer a los bancos, no los hemos rescatado, hemos llevado al banquillo a los culpables de la crisis y según el último informe económico parece que nuestra economía va a crecer el triple de lo que lo hará la zona euro en el 2013. Estamos experimentando soluciones a un problema que está afectando al mundo entero. Quizás estas medidas son más sencillas de tomar aquí que en otros países porque somos tan sólo 311.000 habitantes y nuestra capacidad de respuesta es más rápida. La realidad es que ya no estamos bajo el programa del FMI y hemos superado nuestra peor crisis sin el coste social al que se está sometiendo a otros países de Europa.

La revolución de Islandia parece estar bien encaminada con los cambios políticos y los juicios a los culpables de la crisis. ¿Es necesario avanzar más?
Esto es un buen principio, pero lo logrado hasta ahora no servirá de nada si no ponemos las herramientas necesarias para impedir que vuelva a ocurrir lo mismo. ¿De qué sirve echar a los políticos y a los banqueros si las pautas por las que se rige el sistema siguen siendo las mismas? Hay que dar poder al ciudadano, que tenga las armas necesarias para que su gobierno no haga cosas que la gente no quiere. Esta es la idea de la nueva Constitución que estamos reescribiendo entre todos. De las personas, para las personas. Esta es la única forma de impedir que otra crisis nos golpee de nuevo.

¿Una Constitución reescrita por los ciudadanos?
Sí. Para mí, la Constitución es el acuerdo social, y por esto es importante la participación del pueblo al reescribirla. Hemos elegido a 1.000 personas aleatoriamente para que aporten sus ideas y a 25 ciudadanos para que la redacten. Ya está terminada y tiene que pasar la aprobación del Parlamento.

¿Qué otras nuevas fórmulas de participación ciudadana experimentan?
Gracias a internet, la ciudad de Reikiavik. ha lanzado una plataforma de democracia directa que cuenta con muy buena aceptación, se llama BetterReyjavyk. Se trata de una página creada por el Ayuntamiento en la que los ciudadanos pueden dejar sus peticiones de mejora. El Ayuntamiento está obligado a estudiar las cinco más votadas y dar soluciones mensualmente a sus habitantes. Gracias al buen resultado de esta iniciativa, se ha creado otra plataforma, BetterIceland, que abarca a todo el país. La idea es la misma, y las cinco propuestas más votadas se llevarán al Parlamento.

¿De dónde viene su afán por luchar contra las injusticias?
Yo siempre he sido así. Si alguien era golpeado o herido por otro y necesitaba que lo ayudaran, siempre he estado allí. Siempre he trabajado de alguna forma para que la gente esté unida, para crear una alternativa. Ahora creo firmemente que los partidos políticos deben trabajar juntos para solucionar los problemas. En nuestro Parlamento se puede ver a los comunistas y a los capitalistas trabajando mano a mano en ciertos proyectos.

Una de las principales cargas pendientes que tiene Islandia es la deuda que generaron los bancos antes de caer. ¿Cómo está la situación ahora mismo?
La gente no quiere pagar por los errores de unos “vikingos arrogantes”, como denominan aquí a los banqueros y los políticos que nos han llevado a esta situación. Uno de los tres grandes bancos islandeses, Landsbanki, abrió una filial en Reino Unido y Holanda que tuvo un éxito tremendo gracias a los altos intereses que pagaba en una cuenta llamada Icesave. En octubre del 2008, apenas 15 días después de la quiebra de Lehman Brothers, el Reino Unido detectó que los bancos islandeses estaban traspasando dinero de las cuentas británicas a Reikiavik y les congeló todos sus fondos aplicando la ley antiterrorista. Los bancos estaban sobreendeudados, y esto, unido a la crisis global, les llevó a la bancarrota. El Estado no los rescató. Los dejó desplomarse, y posteriormente los nacionalizó e inyectó dinero para que siguieran operando, pero sólo en Islandia. Londres y Amsterdam pagaron el valor de los depósitos y desde entonces reclaman los 4.000 millones de deuda, un tercio del PIB de nuestro país. Para resolver esta situación se planteó que cada familia pagara de su bolsillo 50.000 euros desde el 2016 al 2024 pero el pueblo dijo no en un primer referéndum. La siguiente oferta política era reducir el interés de la deuda a un 3,3% y alargar su pago hasta el 2046, pero los ciudadanos volvieron a negarse a pagar por algo que ellos no provocaron. Ahora tendrán que hablar los tribunales.
Ciudadanos de muchos países como España les admiran por su determinación ante los bancos y los políticos corruptos. Son el faro de muchos movimientos sociales como el 15-M en España u OccupyLondon.
Tenemos el mismo problema en el mundo entero, y escucho cómo este eco se propaga de un país a otro, estos movimientos son el reflejo del mismo sentimiento común: el sistema no nos sirve, sólo se sirve a él mismo. El mundo por fin está despertando.
Y si el sistema no sirve, ¿cómo se cambia?
El error es querer desconectar el sistema de una sola vez. Creo que no se puede. Que se tiene que hacer por etapas. Hay que crear una base para poder desmontarlo y crear un sistema para la gente, un modelo más pequeño, accesible y no tan centralizado. No se puede pretender que la gente de la noche a la mañana se siente en las plazas a votar para cambiar las leyes, esto necesita varias fases y ahora aquí estamos en la primera. Nosotros empezamos por tres demandas concretas: fuera el gobierno, fuera los bancos corruptos y reescribir la Constitución. Ya están prácticamente conseguidas. Creo que es fundamental ir alcanzando resultados para evolucionar.
En el paraíso de la revolución islandesa también hay problemas, ¿no es cierto?
Por supuesto, ahora mismo estamos bastante divididos entre la gente que quiere entrar en la Unión Europea y la gente que está en contra, pero lo importante no es lo que se decida sino que la decisión se tome de la forma más democrática posible, que todo el mundo opine y reciba una correcta información.
Pero las tiendas de campaña que un día se levantaron en señal de protesta frente al Parlamento aun siguen aquí. ¿Por qué?
La gente quiere que los parlamentarios no olvidemos que estamos aquí porque ellos existen. Los ciudadanos nos han votado y ellos nos vigilan. La sociedad está aprendiendo a tomar parte.
Ante la gran crisis que asuela España, ¿qué mensaje se puede enviar desde Islandia?
Creo que la gente no debe preocuparse tanto de si es la derecha o la izquierda la que gobierna. Todos ellos pertenecen a un mismo sistema que se ha demostrado que no funciona. Hay que cambiar el sistema con participación ciudadana.
Parece que los movimientos sociales que el año pasado sacudieron el mundo están un poco debilitados. ¿Qué opina?
No lo creo en absoluto. En la energía de la revolución está la evolución, y eso no ocurre inmediatamente, ocurre de forma gradual. La única cosa que hace a la gente salir a la calle es no tener nada que perder. Si la crisis se recrudece, la gente luchará aun más.
Tras los cristales del Parlamento, se observa en la calle una gran pancarta que dice: “We are 99%, they are 1%” (somos el 99%, ellos el 1%). ¿Qué le dice esto?Que es nuestro momento, es nuestro turno de despertarnos y salir a la realidad. Tenemos que hacer algo y rápido para inspirar a los demás. Es nuestra responsabilidad. Nosotros somos el 99%; ellos sólo son el 1%.
¿Cómo ve la sociedad futura?
Todos los días participamos en actos de consumo irresponsable que contribuyen a la miseria de otros. Es importante tomar conciencia. Tenemos que darnos cuenta de que nadie va a venir aquí y salvarnos, tenemos que esforzarnos nosotros mismos. Una de las razones por las que nos vemos metidos en este atolladero es porque un día empezamos a creer que el sistema no éramos nosotros.
¿Considera necesario un cambio de conciencia?
En la demanda de justicia siempre hay un grave peligro cuando la gente alcanza lo que cree que necesita. Yo espero que la gente comience a desarrollar más compasión hacia los demás y sienta que tenemos que cambiar el rumbo de nuestras vidas. Si no hacemos esto ahora, vamos a destruir el planeta. Es hora de darse cuenta que el camino que llevamos es el de la autodestrucción.
Usted habla de responsabilidad social…
Hemos dado el poder a otros. Si queremos reclamarlo, tenemos que tomar responsabilidades en nuestras sociedades todos juntos y apostando por la sostenibilidad del planeta. Todas las naciones deberían reescribir sus constituciones. Es algo hermoso que podemos construir juntos porque en el fondo todos tenemos los mismos sueños cuando descendemos hacia nuestros valores como seres humanos.
¿Podría calificarse de responsabilidad social su nuevo proyecto sobre crear un paraíso de transparencia para la libertad de prensa?
La Icelandic Modern Media Initiative (Iniciativa Islandesa de Medios Modernos) es un proyecto legislativo que pretende hacer de la isla un paraíso de la libertad de información y de expresión donde los que publiquen tengan la garantía de que su información nunca será censurada. En un momento como el que vivimos es necesario ser transparente y proteger a los informadores. Hay que actuar responsablemente y utilizar lo mejor de las legislaciones. Queremos crear un entorno en el que si tienes algo importante que contar puedas tener un sitio donde hacerlo.
Además de formar parte del Parlamento, usted también participa en la International Network of Parliamentarians for Tibet, en SaveIceland, es portavoz de Wikileaks, tiene tres hijos que cuida sola y le da tiempo a escribir varios libros –uno, con el Dalái Lama y Sigur Ros, titulado The Book of Hope–. Además, su blog es uno de los más populares de Islandia. ¿Cuál es su secreto?Querer cambiar las cosas, buscar la igualdad en la sociedad. Mi madre fue una feminista convencida, pertenecía al Women’s Party, era antimilitarista y fue la primera mujer trovadora de Islandia –un mundo totalmente cerrado para la mujer–. Ella me ha enseñado a luchar por las cosas en las que creo. Supongo que esto te da una energía especial.
¿Es el siglo XXI el de los ciudadanos?
Estamos viviendo tiempos de crisis, y es el momento de utilizar esta crisis porque es la única oportunidad en la que las masas pueden cambiar la realidad. Es nuestro momento.°

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