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martes, 17 de julio de 2012

La calle hierve...

Foto-Antoni-Web

Por: Antoni Gutiérrez-Rubí | 17 jul 2012

Las movilizaciones contra los recortes del Gobierno de Mariano Rajoy se intuye que no se agotarán ni con la llegada del soporífero mes de agosto español, donde habitualmente parece que toda actividad política, mediática… se paraliza. Como si la crisis -y sus dramáticas consecuencias- hicieran vacaciones. Quien calcule que la agitación dejará paso a la resignación, por insolación, se equivoca. Quien vea estas respuestas de hoy con viejos parámetros de números de participantes, como único indicador, se puede llevar una sorpresa mañana. Más pronto que tarde. Nelson Mandela recordaba un proverbio que resulta muy pertinente: “Cuando el agua hierve, es inútil apagar el fuego”. Pues eso: la calle ya hierve.
La temperatura social es inflamable. La desesperación puede abrirse paso entre la respuesta pacífica. También la manipulación puede encontrar el clima adecuado para provocar cambios de conducta masivamente enérgicos pero festivos. En la calle se está librando un pulso, que no es necesariamente de orden público. Es de orden político. Encontrar la respuesta adecuada en cada momento exigirá un plus de responsabilidad.
Desde el #15M, las calles y las plazas de nuestras ciudades han sido redescubiertas como espacios que combinan lo lúdico, lo alternativo, lo crítico. No son manifestaciones de masas previsibles tras una pancarta de dirigentes. Son multitudes inteligentes sin liderazgo definido. Con sus retos y sus límites, también. Esperanzas y desafíos. Hoy, estar en la calle es reencontrarse con un renovado “nosotros”, pero lleno de matices, que lo hace especialmente vital y atractivo: las plazas son, a la vez, espacios de acampada para nuevas socializaciones, de ágora política y de aulas improvisadas.
Las personas que participan en estas concentraciones experimentan nuevas aproximaciones a lo político. La escuela de la calle, nuevamente. No son simplemente manifestantes… son activistas que redescubren su potencial creativo (ARTivistas), o valoran enormemente el de los demás, que comparten información creando ecosistemas informativos de referencias y reputaciones.
El nuevo activismo político que salta de las redes a las calles, y viceversa, está generando liderazgos naturales, pero lo más relevante: está empoderando a muchas personas que se sienten relevantes e importantes y vitalmente concernidas, esta es la clave. Viven las ideas políticas, no solo las teorizan o se adhieren a ellas. No es ideología convencional, es vivencia de las ideas a través de prácticas de nueva socialización o acción política. Piensan lo que sienten. Sienten lo que hacen.
Las formas de protesta adquieren, además, nuevas plasticidades que tienen un gran eco en los medios de comunicación y en las redes sociales por su creatividad y originalidad. El propio cuerpo se ha convertido en el lienzo natural para la afirmación o la denuncia. Cuerpos desnudos, pintados, camuflados, ataviados, tematizados... Cuerpos que hablan. Juntos, crean nuevas coreografías de la resistencia. Por separado, expresan nuevas formas de individualidad. Multitudes plurales. La calle hierve. Y hay mucha gente distinta. Este es el nuevo protagonismo político: más transversal y diverso que nunca. Por eso es tan importante. Esto es lo realmente nuevo.

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