En el que sorteas a diario bicis, patinetes, y diversos cacharros de transporte asesinos, que campan a sus anchas sin normas, sin respeto y a velocidades de vértigo.
A manadas de personas siguiendo un paraguas, que ocupan las aceras, deterioran las calles y destruyen el pavimento, escuchando a un guía que hace "de la historia su historia y de la realidad su ficción."
A pisos turísticos que han echado a los inquilinos y residentes de economías medias, que no podían asumir el incremento desorbitado de los alquileres.
A la destrucción de los negocios familiares, tiendas con encanto de toda la vida reconvertidas en tiendas de chinos y de souvenir catetas, feas y absurdas.
A los hinchas "hooligan", a las despedidas de solteros, a los reprimidos en sus países y desreprimidos sin límites aquí… y así sucesivamente.
También era y sigue siendo el Madrid de la economía sumergida. El de los bares, comercios, tiendas que hacen ricos a sus dueños y pobres a los camareros y empleados que firman en blanco sus horas extraordinarias para no ser despedidos. El que te clava por una cerveza y no te ponen ni pincho. El que te despersonifica, te convierte en masa y no te ve ni te atiende.
En el que la calidad del producto es cada día inferior al anterior. El de sueldos irrisorios que obligan a compartir e impiden tu independencia y el sueño de un futuro estable. El de los taxis de toda la vida en los que hemos viajado sin miedo o el de los nuevos coches que te hacen creer y soñar que eres rico y el chofer con gorra ha venido a recogerte.
El de la mendicidad y miseria de los sin techo y excluidos sociales, apestados y sin remedio. El de la cesta de la compra en ascenso diario …
También era y quiero que siga siendo el Madrid de las oportunidades y oportuno. El de todos, donde poder escoger la comida, la película, el teatro, el museo, la librería, la tienda, la música, las amistades, el barrio, la sanidad y educación públicas, los parques, la acera, el cielo, la vida que quieras y la persona que elijas ser.
Porque Madrid ha tenido siempre la virtud de ser “tierra de nadie” Un cajón de sastre donde todo el mundo es bienvenido con su bandera, su identidad, su idioma, su pensamiento, su cultura.
“Vive y deja vivir” está grabado a fuego en cada uno de sus habitantes que hasta ahora hemos vivido, respetando y en libertad.
La pandemia ha sacado a la luz el barrio que llevamos dentro. Sí, aunque parezca increíble Madrid sigue siendo barrio, cada vez menos, porque aunque es muy grande cada uno tenemos nuestro círculo de amigos y de ciudad, y la necesidad de conocer, hablar y ayudar al vecino para no estar ni sentirnos sólos.
Por eso salimos a los balcones, agradecidos con nuestros centros de salud, nuestros taxistas, nuestros tenderos, nuestros hospitales, nuestras limpiadoras, camioneros… nuestros vecinos.
Aplaudiendo la compañía de la solidaridad, la generosidad, el alimento del alma y del cuerpo que tan generosamente nos proporcionaron todos ellos.
Pero esta pandemia ha sido muy democrática y nos ha tocado a todos.
Pero esta pandemia ha sido muy democrática y nos ha tocado a todos.
Nuestros afectos,familias, economías y estatus son ahora la lava del volcán COVID que nos arrasa con más o menos virulencia.
Los intocables esta vez no lo han sido y perder algo, por mínimo que sea, no entra ni ha entrado nunca en sus planes.
Con sus cuentas saneadas fueron los primeros en protestar frente al silencio y el trabajo de los que más tenían que perder porque sus cuentas estaban vacías.
Los pobres salieron a pedir comida formando "las colas del hambre". Los ricos salieron a pedir libertad formando "las colas de las cacerola-das".
Los pobres han perdido la salud, el trabajo y la vida subiéndo y bajándo, entrando y saliendo de situaciones y lugares repletos de medidas de inseguridad para reanimar “la” economía de todos. Los ricos desde sus fincas o casas de muchos metros cuadrados reclamaban la libertad de los movimientos ajenos para reanimar “sus” economías. Y lo han conseguido sin importarles el precio.
Vivimos momentos de soledad y miedo. Necesitamos creer, por eso desde nuestras cavernas distorsionamos la realidad y la adaptamos a nuestros sueños. Nos creemos que tocar dinero es hacerse rico y tocar poder es ser poderoso. Por eso todos jugamos a la loteria, queremos ser "colaboradores" en televisión o influencer como las Kardashian.
Una mujer joven, vulgar, arrogante, directa e insolente, de frases punzantes y con una autoestima y seguridad sin límite y una actitud de colegui compañera de piso, que te dice las "verdades" a la cara, sin filtro, ha salido en “defensa” de la economía de “todos” y ha hecho de Madrid España y de las banderas, la bandera de España y la libertad. Un poco más y también "de la humanidad"
Ella nos ha dado una identidad y una nación, por fin somos "nacionalistas castizos". Es la nueva influencer con miles de seguidores y cada día con más likes. Ella ya es rica y poderosa.
Sus groupies son jóvenes, medianos y mayores que se pasean sin complejos con la bandera nacional en sus caras, gritan libertad por las calles y se emborrachan en fiestas interminables, donde ahogan, sin saberlo, su falta de futuro, de trabajo, de sueños, de dinero.
El miedo nos ha visitado a todos pero nos ha poseído a unos más que a otros. Y la libertad ha perdido su significado y ha cambiado de bando.
Ya lo tenían claro en el S XVI, los madrileño-castizos, influencers de nuestro Siglo de Oro, Francisco de Quevedo y Santibáñez Villegas… "Poderoso caballero es don Dinero" y "Los sueños sueños son" que decía Calderón... de la Barca.
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