Crisis de la política, la economía, la sociedad y la cultura. Hacen
falta alternativas de progreso para superarla. Desde el encuentro y la
reflexión en España y en Europa. Para interpretar la realidad y
transformarla. Ese es el objetivo de la Fundación Alternativas, desde su
independencia, y de este blog que nace en su XV Aniversario.
ANTONIO QUERO
La inestabilidad intrínseca del modelo bancario,
principal causa de la crisis financiera de 2008, y de las anteriores en
los últimos dos siglos, sigue sin resolverse. Un modelo que toma
prestado a corto plazo (los depósitos) para prestar a medio y largo
plazo (el crédito) es inestable por definición. La inestabilidad se
convierte en riesgo para toda la economía al permitir
que en el balance de una misma entidad conviva un activo que debiera
estar a salvo de todo riesgo (los depósitos) con otro arriesgado por
naturaleza (el crédito). Así se entiende que Mervyn King, gobernador del Banco de Inglaterra durante los últimos diez años, calificara dicho modelo como “la peor manera posible de organizar la banca”.
A la inestabilidad intrínseca se suma el
inconveniente nefasto, tanto por su efecto desestabilizador del ciclo
económico como por el poder desmesurado que otorga al sistema
financiero, de dejar en manos de los bancos la creación de dinero. Más
del 90% del dinero en circulación lo crean los bancos al hacer uso de
la facultad que les concede el modelo actual de distribuir crédito a partir de una fracción mínima de dinero en reserva.
En 1933, la Administración Roosevelt tuvo sobre la mesa una reforma monetaria y bancaria integral, conocida como el Plan Chicago,
que obligaba a que el crédito estuviera respaldado al 100% por dinero
sin por ello mermar la capacidad de financiación del sistema. Wall Street consiguió paralizar dicha reforma, pero un estudio reciente del Fondo Monetario Internacional
demuestra que su aplicación en la actualidad conllevaría numerosos
efectos positivos, desde la reducción de la deuda a la estabilidad
financiera.
En respuesta a la crisis de 2008, se ha
propuesto la separación de las actividades de depósitos de las de
crédito, un modelo conocido como de narrow banking o banca estrecha,
por oposición a la banca universal. Su principal inconveniente es que,
para no poner en riesgo los depósitos, solo se pueden invertir en
activos seguros como, por ejemplo, bonos del Estado, y se prohíbe
utilizarlos para el crédito, con lo que la economía pierde una fuente de
financiación considerable.
Una forma de combinar la estabilidad definitiva de la banca estrecha con la capacidad de uso productivo de los depósitos de la banca actual es el modelo que propongo en mi libro La reforma progresista del sistema financiero, publicado por Libros de La Catarata. Se trata de confiar la custodia de la totalidad de los depósitos a un banco ciudadano,
dejar en manos de los bancos, ya sean privados, públicos o
cooperativistas, la actividad de crédito en régimen de libre competencia
y permitir que el Banco Ciudadano de Depósitos preste a los bancos. Un modelo parecido es el que rige en Francia para el ahorro popular, custodiado por la Caisse de dépôts,
creada en 1816, que gestiona del orden de 250.000 millones de euros a
los que se da un uso productivo y rentable para el Estado a través de la
financiación de vivienda social.
¿Por qué este modelo asegura la estabilidad y elimina la necesidad de los rescates? Porque los depósitos se encuentran en un circuito cerrado. En estas condiciones, la quiebra de un banco es una pérdida para sus accionistas y acreedores pero no pone en riesgo al sistema ni a los depósitos. Al permitir el préstamo mayorista por parte del Banco Ciudadano de Depósitos a los bancos, se obtiene una rentabilidad en beneficio de la colectividad, a la vez que los bancos disponen de una fuente segura, estable y competitiva de financiación.
Por último, el Banco Ciudadano de Depósitos devuelve soberanía al Estado
frente a los mercados ya que, gracias a sus recursos, puede ejercer una
función estabilizadora de la deuda pública que mantiene a distancia a
los especuladores y protege al Estado de los vaivenes de los mercados y
de la prima de riesgo.
En mi libro enumero otras ventajas nada desdeñables del Banco Ciudadano de Depósitos,
explico la transición desde el modelo actual al propuesto y propongo
una fórmula segura y transparente de gobierno del Banco. Es un intento
de estimular en España, un país que sufre en grado mayor las
consecuencias de un sistema bancario frágil por naturaleza, un debate
necesario que ocupa ya miles de páginas en los países anglosajones,
donde se reconoce que ha llegado el momento de contemplar soluciones más
innovadoras, como propone Martin Wolf, editorialista jefe del Financial Times.
La necesidad del debate es igualmente el hilo conductor de las propuestas del libro: en el pulso entre poder financiero y poder ciudadano, el primero va ganando pero el segundo todavía puede reaccionar. Es una batalla que la socialdemocracia debe liderar.
* Antonio Quero es coordinador de Factoría Democrática, funcionario de la Comisión Europea y autor de La reforma progresista del sistema financiero, publicado por Libros de La Catarata.
No hay comentarios:
Publicar un comentario