Como todos los años el rey
nos da la nochebuena.
Éste año la novedad tenía un morbo:
la primera vez
Y la verdad es que como casi todos los primerizos, Felipe ha sufrido un gatillazo.
A las 21:00 y tras una breve cabecera institucional nos lo encontramos sentado
en un rígido silloncito. La barba rasurada al detalle, el bigote demasiado perfilado por
debajo de la nariz ¿grimoso?. Vestido con
un traje gris, camisa clara y corbata azul.
Escamondao, impoluto.
La puesta en escena de este año es un recogido saloncito que además de Felipe y su rígido silloncito está ambientado con:
un sofalito de dos plazas, dos mesitas
auxiliares con dos lamparones y una mesa bajita con decorado navideño.
Gran macetón con flor de pascua al lado de un pequeño asiento y coronado por un retrato de Letizia niña, de esos de toda la vida y que no parece que acaba de llegar... Bandera nacional como de soslayo y una alfombra horrorosamente clásica. Unas cortinas semitransparentes y su poquito corridas dejan ver unos ámplios ventanales y el jardín con el arbol de navidad
y sus sencillas lucecitas.
el contenido de las mesitas.
Sobre una, allá en la lontananza, descubrimos
un marco de plata con una foto que nos
advierte: entre reyes anda el juego.
Los reyes depuestos celebran al rey puesto.
Delante el belén. En un discurso institucional, con un estado aconfesional y una población cada vez con más diversidad de creencias...
En la mesita de al lado dos fotos. La más grande reivindicando la familia, su familia:
Él, Letizia, Leonor y Sofía.
La más pequeña proclamando su amor a Letizia. Sentados en un avión, con vestimenta informal y relajados, vuelan como compañeros de viaje. Una subsidiaria Letizia se recuesta sobre él, sumisa.
La realización está hecha por TVE,
la televisión pública.
Con los magníficos profesionales que tiene...
Vease una muestra (Diciembre 2014)
¿Quién a elegido al decorador y al realizador?
Vease una muestra (Diciembre 2014)
¿Quién a elegido al decorador y al realizador?
Me consta que no son los que deberían ser y los que han sido no deberían ser.
Cosas de la política y de los políticos.
¡Que asco!
Y desde aquí mi homenaje a los grandes profesionales que son los de TVE.
Cosas de la política y de los políticos.
¡Que asco!
Y desde aquí mi homenaje a los grandes profesionales que son los de TVE.
El discurso está grabado con tiempo,
para que pueda prepararse y repetirse
hasta que salga perfecto.
Las cámaras llevan incorporado el autocue,
para que Felipe lea el discurso tranquilamente.
Este año pasamos del plano fijo y zoom al plano fijo, zoom y pequeña panorámica.
A rey nuevo revolución en la realización.
Que el rey habla de aproximación (0´35´´) hacemos un zoom. Que habla de su padre, sacamos su foto en un plano
más que forzado (8´31´´).
Él también a ritmo: (6´54´´) con ese llevan/llevamos con énfasis en texto y manos. (8´58´´) Os lo agradezco de corazón
y mano al pecho.
O el momento familia unida familia feliz:
(7´52´´) los desencuentros no se resuelven
con rupturas emocionales o sentimentales
Los mejores planos:
y decorado con la manilla balcón.
Y comienza la función.
A rey nuevo revolución en las formas.
Pasamos de hablar en primera persona, Juan Carlos, a la primera persona del plural, Felipe.
Hemos ganado en dicción, oratoria y movimiento de manos.
Pero él ha perdido con sus manos, pausadas en su vida cotidiana se mueven enfatizando el discurso. No quedan creíbles porque no
les son propios esos movimientos.
les son propios esos movimientos.
A los gestos de cara le pasan lo mismo.
Contenido, contenido... regeneración, recuperación, unión, esperanza... las preocupaciones de las encuestas.
Felipe VI y lo que "debemos" hacer para "recuperar el sosiego". Si comparamos el discurso del nuevo rey con los últimos de Juan Carlos I, encontramos frases calcadas. Frente a Podemos, "Debemos". Es la palabra más repetida del nuevo rey, que apela 9 veces al "futuro" y 6 a la "confianza" frente al "pesimismo"
Interesante análisis de Juan Luis Sánchez,
31 años, al discurso de un maduro
Felipe de 46 años.
Y digo yo... Conclusión: decepción.
Un discurso muy elaborado. Dicho, no sentido.
Aburrido, monótono, rígido, antiguo, desfasado.
Todo muy familiar, muy entrañable, muy añejo.
Si eres joven, representas a otra generación
y quieres mostrar que tú eres el cambio
y la regeneración no puedes seguir
con el mismo escenario, el mismo discurso
y las mismas actitudes.
Mejor ruptura que reforma.
Nunca se sabrá cómo hay que contar esto, si en primera persona o en segunda, usando la tercera del plural o inventando formas que no servirán de nada. Si se pudiera decir: yo vieron subir la luna, o: nos me duele el fondo de los ojos, y sobre todo así rubia eran las nubes que siguen corriendo delante de mis tus sus nuestro vuestro sus rostros. Qué diablos.
Las babas del diablo
Las babas del diablo
Y el humor que nunca falta...
Y éste es el discurso REAL:
“Buenas noches.
Quiero, en primer lugar, daros las gracias
por abrirme vuestras casas en esta Nochebuena. Un momento que es, sobre
todo, de cercanía y de reencuentro; un momento para aproximarnos, para
mirarnos con la voluntad y el deseo de entendernos, para transmitir a
las personas que nos rodean nuestros mejores sentimientos de afecto, de
paz y de alegría.
Hoy quiero estar a vuestro lado para
compartir —en el primer mensaje de Navidad que os dirijo—, unas
reflexiones sobre nuestro futuro, con la mirada puesta, con confianza en
el año 2015.
Estamos viviendo tiempos complejos y
difíciles para muchos ciudadanos y para España en general. La dureza y
duración de la crisis económica produce en muchas familias incertidumbre
por su futuro; la importancia de algunos de nuestros problemas
políticos genera inquietud; y las conductas que se alejan del
comportamiento que cabe esperar de un servidor público, provocan, con
toda razón, indignación y desencanto.
Los problemas que he mencionado han dado
lugar a una seria preocupación social. Sin embargo, no debemos dejarnos
vencer por el pesimismo, el malestar social, o por el desánimo; sino
afrontar con firmeza y eficacia las causas de esos problemas,
resolverlos y recuperar el sosiego y la serenidad que requiere y merece
una sociedad democrática como la nuestra.
El pasado mes de octubre afirmé en Asturias
que necesitábamos referencias morales a las que admirar, principios
éticos que reconocer, valores cívicos que preservar. Decía, entonces,
que necesitábamos un gran impulso moral colectivo. Y quiero añadir ahora
que necesitamos una profunda regeneración de nuestra vida colectiva. Y
en esa tarea, la lucha contra la corrupción es un objetivo
irrenunciable.
Es cierto que los responsables de esas
conductas irregulares están respondiendo de ellas; eso es una prueba del
funcionamiento de nuestro Estado de Derecho. Como es verdad también que
la gran mayoría de los servidores públicos desempeñan sus tareas con
honradez y voluntad de servir a los intereses generales.
Pero es necesario —también y sobre todo—
evitar que esas conductas echen raíces en nuestra sociedad y se puedan
reproducir en el futuro. Los ciudadanos necesitan estar seguros de que
el dinero público se administra para los fines legalmente previstos; que
no existen tratos de favor por ocupar una responsabilidad pública; que
desempeñar un cargo público no sea un medio para aprovecharse o
enriquecerse; que no se empañe nuestro prestigio y buena imagen en el
mundo.
Pocos temas como éste suscitan una opinión
tan unánime. Debemos cortar de raíz y sin contemplaciones la corrupción.
La honestidad de los servidores públicos es un pilar básico de nuestra
convivencia en una España que todos queremos sana, limpia.
También quiero hablaros de la situación
económica, porque continúa siendo un motivo de grave preocupación para
todos. Los índices de desempleo son todavía inaceptables y frustran las
expectativas de nuestros jóvenes y de muchos más hombres y mujeres que
llevan tiempo en el paro. Es cierto que nuestras empresas son punteras
en muchos sectores en todo el mundo; pero también lo es que nuestra
economía no ha sido capaz, todavía, de resolver de manera definitiva
este desequilibrio fundamental.
No obstante, es un hecho —muy positivo— que
las principales magnitudes macroeconómicas están mejorando y que hemos
recuperado el crecimiento económico y la creación de empleo. Estos datos
son una base nueva para la esperanza de que, en el futuro, puedan
generarse de forma sostenible muchos más empleos y, especialmente,
empleos de calidad.
Es evidente, por tanto, que la lucha contra
el paro debe continuar siendo nuestra gran prioridad. El sacrificio y
el esfuerzo de los ciudadanos durante toda la crisis económica exige que
los agentes políticos, económicos y sociales trabajen unidos
permanentemente en esta dirección, anteponiendo sólo el interés de la
ciudadanía. Porque la economía debe estar siempre al servicio de las
personas.
Por eso, debemos proteger especialmente a
las personas más desfavorecidas y vulnerables. Y para ello debemos
seguir garantizando nuestro Estado de Bienestar, que ha sido durante
estos años de crisis el soporte de nuestra cohesión social, junto a las
familias y a las asociaciones y movimientos solidarios. Algo de lo que
debemos realmente sentirnos orgullosos.
Quiero referirme ahora también a la situación que se vive actualmente en Cataluña.
El pueblo español, en el ejercicio de su
soberanía nacional, ratificó mediante referéndum la Constitución de
1978, que proclamó nuestra unidad histórica y política y reconoció el
derecho de todos a sentirse y ser respetados en su propia personalidad,
en su cultura, tradiciones, lenguas e instituciones.
Bajo ese espíritu constitucional, hemos
convivido estos años. Cada Comunidad, cada pueblo y territorio de
España, cada ciudadano, han aportado lo mejor de sí mismos en beneficio
de todos. Y sin duda, desde Cataluña, se ha contribuido a la estabilidad
política de toda España y a su progreso económico.
Es evidente que todos nos necesitamos.
Formamos parte de un tronco común del que somos complementarios los unos
de los otros pero imprescindibles para el progreso de cada uno en
particular y de todos en conjunto.
Pero no se trata solo de economía o de intereses sino también y sobre todo, de sentimientos.
Millones de españoles llevan, llevamos, a
Cataluña en el corazón. Como también para millones de catalanes los
demás españoles forman parte de su propio ser. Por eso me duele y me
preocupa que se puedan producir fracturas emocionales, desafectos o
rechazos entre familias, amigos o ciudadanos. Nadie en la España de hoy
es adversario de nadie.
Y lo que hace de España una nación con una
fuerza única, es la suma de nuestras diferencias que debemos comprender y
respetar y que siempre nos deben acercar y nunca distanciar. Porque
todo lo que hemos alcanzado juntos nace de la fuerza de la unión. Y la
fuerza de esa unidad es la que nos permitirá llegar más lejos y mejor en
un mundo que no acepta ni la debilidad ni la división de las
sociedades, y que camina hacia una mayor integración.
Los desencuentros no se resuelven con
rupturas emocionales o sentimentales. Hagamos todos un esfuerzo leal y
sincero, y reencontrémonos en lo que nunca deberíamos perder: los
afectos mutuos y los sentimientos que compartimos. Respetemos la
Constitución que es la garantía de una convivencia democrática,
ordenada, en paz y libertad. Y sigamos construyendo todos juntos un
proyecto que respete nuestra pluralidad y genere ilusión y confianza en
el futuro.
Porque necesitamos, también, ilusión y confianza.
El mes de junio pasado, España se dio a sí
misma y al mundo un ejemplo de seriedad y dignidad en el desarrollo del
proceso de abdicación de mi padre el Rey Juan Carlos y de mi
proclamación como Rey; todo ello de acuerdo con nuestra Constitución. Y a
lo largo de estos últimos meses me habéis rodeado de vuestro respeto,
afecto y cariño. Sinceramente, me he sentido querido y apreciado y os lo
agradezco de corazón. Y tengo que deciros también que he visto ilusión
en muchos de vosotros, en vuestras miradas, en vuestras palabras, ante
el inicio de una nueva época en nuestra historia.
Es cierto que vivimos tiempos complejos y
difíciles. Sin duda. Pero son también tiempos que debemos afrontar con
responsabilidad, con ilusión y espíritu renovador. Tiempos nuevos que se
proyectan en todos los ámbitos de nuestra vida colectiva e individual.
Y ahora nos corresponde a los españoles de hoy continuar la tarea de
labrar nuestro mejor futuro; que empieza ya, que ha empezado ya.
Afortunadamente, no partimos de cero, ni
mucho menos, y, por ello, no debemos olvidar lo que hemos conseguido
juntos con grandes esfuerzos y sacrificios, generación tras generación;
que es mucho y lo debemos valorar con orgullo.
Aunque también tengamos la responsabilidad
de corregir los fallos y mejorar y acrecentar los activos de la España
de hoy, con la vista puesta en un futuro que nos pertenece a todos los
españoles.
Somos una democracia consolidada.
Disfrutamos de una estabilidad política como nunca antes en nuestra
historia. Nuestro marco constitucional nos ha permitido la alternancia
política basada en unas elecciones libres y democráticas. Somos, además,
una nación respetada y apreciada en el mundo y con una profunda
vocación universal, imprescindible para promover nuestra cultura y
defender nuestros intereses en un mundo global. Hoy, más que nunca,
somos parte fundamental de un proyecto europeo que nos hace más fuertes,
más competitivos y más protagonistas de un futuro de integración.
Como dije en mi discurso de proclamación,
todo tiempo político tiene sus propios retos. Debemos seguir avanzando
en nuestra convivencia política, paso a paso, adaptándola a las
necesidades de nuestro tiempo. Poner al día y actualizar el
funcionamiento de nuestra sociedad democrática y conseguir que los
ciudadanos recuperen su confianza en las instituciones. Unas
instituciones con vigor y vitalidad, que puedan sentir como suyas.
No quiero terminar mis palabras sin transmitiros un mensaje de esperanza.
Regenerar nuestra vida política, recuperar
la confianza de los ciudadanos en sus instituciones, garantizar nuestro
Estado del Bienestar y preservar nuestra unidad desde la pluralidad son
nuestros grandes retos. No son tareas sencillas. No son retos fáciles.
Pero los vamos a superar, sin duda; estoy convencido de ello. Tenemos
capacidad y coraje de sobra. Tenemos también el deseo y la voluntad. Y
hemos de sumar, además la confianza en nosotros mismos.
Esa es la clave de nuestra esperanza en el
futuro. La clave para recuperar el orgullo de nuestra conciencia
nacional: la de una España moderna, de profundas convicciones
democráticas, diversa, abierta al mundo, solidaria, potente y con
empuje. Con ese mismo empuje y con el ejemplo con el que vosotros
afrontáis vuestro día a día luchando ante las adversidades intentando
progresar, procurando mejorar honestamente vuestra vida y la de vuestras
familias. Y ahí estaré siempre a vuestro lado como el primer servidor
de los españoles.
Gracias nuevamente por escucharme esta
noche y muchísimas felicidades en nombre de la Reina, de la Princesa de
Asturias y de la Infanta Sofía.
Feliz Navidad, Eguberri on, Bon Nadal, Boas Festas”.
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