Buscar en este blog

miércoles, 21 de febrero de 2018

Paloma Chamorro forever


Libertad, inteligencia, cultura, desparpajo, vanguardia,  profesionalidad, transgresión, modernidad, personalidad: se llama Paloma Chamorro. TVE le debe años de agitación cultural y los españoles otra forma de hacer y ver cultura.
Arte, literatura, arquitectura, filosofía, música... cabían en ella. Profesionales de su valía se echan de menos. 
PALOMA CHAMORRO, gracias.


Debate sobre la crítica de arte(I).Con Santiago Amón.
En el programa "Encuentros con las Artes..."(1976),moderado por Paloma Chamorro y con la participación de Amón, Simón Marchán y un jovencísimo Andres Trapiello.
Borges - Encuentro con las Artes y las Letras
1976 RTVE
"Las corralas de Madrid", Programa Trazos de Paloma Chamorro. 1977
  Interesante y divertida entrevista que le hizo Paloma Chamorro, al siempre genial, Salvador Dalí. Esto fue alla por los años 80, en su programa dedicado al mundo del arte y la cultura.
Rosa María Sardá entrevista a Paloma Chamorro en el programa "Ahí te quiero ver" de 1984
Entrevista a Franco Battiato por Paloma Chamorro en La Estacion de Perpignan, año 1987.
 la realidad inventada





 



    La presentadora de 'La edad de oro', icono de una época, vivía alejada de los focos. Falleció el domingo a los 68 años. Esta es una de las últimas entrevistas que concedió, en 2006, coincidiendo con el 50 aniversario de TVE

En 2006 TVE celebraba su 50 aniversario. De manera excepcional Paloma Chamorro, presentadora de 'La edad de oro' (1983-85), concedió esta entrevista, que se publicó en el libro 'Religión Catódica' (Ramamalamusic).

Melena salvaje, carmín en la boca... no ha cambiado tanto. Los que la conocieron en los 80 y esos otros que la descubrieron en 2005 gracias a la reposición en TVE de 'La edad de oro' se preguntan dónde está, qué fue de Paloma Chamorro, la presentadora del que para muchos ha sido el mejor programa musical de la historia. Y no sólo de España. Por él pasaron todos los grupos que triunfaban en el momento, y todos tocando en directo. También se hablaba de arte. Aquella chica morena de pelo cardado y labios rojos, símbolo de la modernidad y la transgresión, vive ahora alejada de Madrid, la ciudad que la vio nacer en 1949 y donde estudió Filosofía y se hizo famosa. Hoy prefiere la montaña, una casita en Robledo de Chavela, donde cuida de gallinas y acelgas.

Sólo de vez en cuando regresa a la capital: conserva un piso cerca del Retiro que guarda recuerdos y tesoros de una vida dedicada a la televisión, un medio del que ella desconfiaba al principio y al que acabó entregándose «hasta la extenuación». Esto le costó una enfermedad que, un día, en 2001, apareció de pronto en su vida con intensos dolores de cabeza que sólo se van en su refugio en el monte. Por eso nunca, o casi nunca, sale en los medios de comunicación. Aún son muchos los que la reclaman para una conferencia, una mesa redonda... Pero ella siempre dice no. «Es que si acepto una vez, luego me cuesta mucho más negarme», explica. Aun así, accedió a esta entrevista, que transcurre en su piso madrileño de colores claros y miles de libros, muchos de arte, el arte que ella conoce tan bien y que decora sus paredes. Sobre ellas reposan un boceto que Joan Miró le pintó en los 70 después de su charla para el programa 'Trazos' y dos retratos. Uno la muestra como la conocimos y es obra de Miquel Barceló: «Fue el 'pago' por haber posado para una serie de tres. Aquello fue posible por nuestra amistad, que viene desde entonces, cuando él sólo era un niño. Nunca he admitido cuadros en relación con mis programas, salvo el Miró, que fue el rótulo del espacio y tiene una dedicatoria personal». En el otro, pintado por su hermana, se la ve de niña. «Me gusta contemplar los dos juntos, porque creo que la mirada, la expresión es la misma, pese al paso de los años». Hoy, ella, junto a esos dos óleos, cierra la trilogía.

¿Qué queda de aquella Paloma Chamorro?

Yo creo que mucho. La ideología es más o menos parecida y mi relación con el mundo a lo mejor no es tan expresiva, pero sigo leyendo y oyendo música. Y ahora me voy al campo porque me duele la cabeza en Madrid y allí se puede leer muy bien. (En la mesa, 'Jack', la biografía de Jack Kerouac de Barry Gifford, y un pequeño bidón de agua).

El comienzo

Estrenados los 70, Paloma Chamorro se dedicaba a hacer teatro en la universidad cuando le propusieron hacer un programa cultural llamado 'Galería'. «Acepté por razones económicas, pero pronto vi que otra televisión era posible. Y eso que yo despreciaba el medio profundamente».

¿A qué se debía ese rechazo?

A que todo lo que veía era un horror. Imagínate, la televisión franquista. Yo empecé en 1971, a Franco le quedaban todavía cuatro años de vida, pero, de pronto, me dije: 'Esto de lo que estoy hablando merece la pena'.

Hasta 1981, se encargó de 'Trazos' e 'Imágenes'. Casi diez años hablando de arte. Por eso, los especialistas musicales más puristas no entendieron que alguien la eligiera para conducir 'La edad de oro'. «Pero es que era un proyecto mío. Lo propuse en 1981 y se mostraron muy entusiasmados, pero nombraron director general a Carlos Robles Piquer y congeló el programa. Ya vi que mientras no ganaran los socialistas no salía adelante y eso iba a suceder en el 82».
«Se me saltaban las lágrimas viendo a los grupos tocando en directo en mi programa»

¿Qué cree que pensaba aquel hombre de usted para tener la seguridad de que no le iba a gustar el espacio antes de verlo?

Yo ya tenía mi fama. En 'Trazos' le hice a Miró la única entrevista larga que concedió y la primera en tele de su vida. Después, empecé con 'Imágenes', donde pude charlar con Dalí. Así que todo el mundo me decía que mis problemas en televisión se habían acabado. Pues no. Éramos todos colaboradores y, al cabo de un mes, aquel programa terminó, porque, según dijeron, salían 'demasiados drogadictos y maricones' por la pantalla. Fue por un reportaje con Nazario. Pero a los tres meses me volvieron a pedir que lo hiciera.

Y también lo censuraron.

Desde el primer programa. Hicimos un cuestionario a Maruja Mallo, Jiménez Caballero, Fernando Zóbel, Carlos Saura, Herminio Molero... sobre qué eran las artes plásticas. Se cargaron la parte en que Ocaña decía que lo que le gustaba era follar con su novio. Intenté que no se emitiera con cortes, pero no pude.

¿Tuvo que pelear mucho con los censores?

Sí. Había un censor en aquella época al que conocíamos como 'Pistolín', porque en algún momento alguien le había visto poner la pistola encima de la mesa.

Decía de sí misma que tenía fama de «atrevida, de roja, de chica atípica».

Bueno, es que no era muy normal en aquella época. Recuerdo, en los 70, estar en el visionado de uno de mis programas junto a un directivo de televisión y ver su cara de horror, porque yo, que entonces era una jovencita más o menos mona y maquilladita, estaba hablando de cosas que él no entendía. Si yo hubiera sido un señor con bigote... pero en aquella época eso era algo insoportable. Tampoco es que el censor estuviera siempre detrás, pero si eras una niñata les parecía más insultante.

¿Qué panorama musical televisivo encontró cuando apareció su programa?

Era todo en 'play back'. Los sábados veía 'Aplauso', me horrorizaba, pero salían los Ramones. Les veía mover la boca y se me saltaban las lágrimas. Decía: 'Nunca más', pero al poco actuaba Roxy Music y volvía a picar. Y otra vez moviendo la boca. Hice 'La edad de oro' porque quería ver un programa como ése, quería a los músicos haciendo música en televisión, no el paripé.
En una imagen de finales de los 90.

¿Qué espacios destacaría de estos 50 años de televisión?

'Último grito' y 'Popgrama'.

En mayo de 1983, se estrena 'La edad de oro'. El primer día reúne a Kaka de Luxe y le toca improvisar un homenaje a Eduardo Benavente, de Parálisis Permanente, que acababa de morir días antes en un accidente de coche.

Sí, lo he vuelto a ver ahora, cuando se ha reemitido el programa, y estábamos todos bajo un shock. Me acuerdo de Olvido, Alaska, la pobrecita, con una vocecilla y una carita... Casi no podía articular palabra.

Pero Parálisis Permanente llegó a actuar en el programa. ¿Cómo fue?

Estuvieron en el piloto, donde salían con Aviador Dro y Radio Futura. Lo utilizamos luego en el programa seis, junto a su último concierto en Rockola.

¿Sabía usted algo de música?

Me gustaba y me gusta mucho, nada más. Consumo como aficionada e intento informarme. Aquel programa tenía mucho de caprichoso, de darme el gusto de llevar lo que me apasionaba. Ahora, si te ves obligada a emitir una hora cada martes, tienes que amoldarte y dar cosas que a lo mejor no querrías dar.

¿Cómo se trabajaba para poner en marcha un programa que, semana tras semana, reunía en directo a los mejores grupos del momento?

Se movilizaba muchísima gente, aunque yo tenía sólo cuatro ayudantes que estaban obligados a hacer labores de producción, porque los de producción nunca hablaban inglés. La mayor parte de las gestiones eran en ese idioma. Había que hacer pruebas de sonido, gestionar un contrato, ver que aquéllos pedían tanto dinero... Cada concierto era distinto, unos traían todo el equipo porque venían de gira, a otros les poníamos nosotros la megafonía... Eran necesarias tres mezclas: una de monitores para que se oyeran ellos, otra para la emisión y otra para el público. Los técnicos de los grupos se desesperaban. Los primeros programas salieron sin ensayar.

Al principio estaba muy ilusionada.

Y todo el tiempo. No hacía otra cosa, no tenía tiempo para dormir, pero había momentos en que sólo me sentaba a ver la prueba de sonido y era muy gratificante. Decía: 'He traído a éstos y aquí están actuando'. Y teníamos a Culture Club en directo cuando eran número uno en medio planeta.

¿A quién le emocionó más conseguir?

Buff, a muchísimos... Tener a los Residents en televisión, una cosa que no ha pasado nunca más. Y lloré durante el concierto de Durutti Column, porque la música hizo que me emocionara hasta ese punto. Después tenía que volver a hablar a la cámara, pero se me saltaban las lágrimas.
Escaleta del primer programa de 'La edad de oro', donde actuaron Radio Futura, Kaka de Luxe...

Escaleta del primer programa de 'La edad de oro', donde actuaron Radio Futura, Kaka de Luxe...

¿Qué banda dio más problemas?

No sabría decirte, porque, por unas cosas o por otras, todas nos costaron muchísimo. Algunas dieron más guerra, porque les gustaba más el alcohol u otras sustancias, o porque tenían más problemas con los técnicos. Recuerdo tremendas guerras de John Cale con el alcohol, aunque luego se 'enamoró' de José Luis Fernández Rizo, nuestro técnico de sonido, y se lo quería llevar. También hubo problemas con Johnny Thunders por las distorsiones. Y con los Psychedelic Furs, por celos entre técnicos de sonido. En el segundo programa tuvimos a Tuxedomoon, sólo podían venir ese día y sufrieron lo indecible con la prueba de sonido. Se fueron llorando. Por la noche me los llevé a Casa Lucio a comer de mi sueldo de funcionaria cutre.

Al día siguiente, a pesar de que seguían llorando por la prueba, dijeron: «Lo vamos hacer porque tú nos lo dices». Luego quedaron encantados y volvieron otras dos veces. Eso pasó en más de una ocasión. Aquello era una crucifixión, rosada pero crucifixión. Los artistas están instalados en el reino del deseo, donde deben estar, y nosotros, en el de la necesidad. Y yo estaba en medio, era una pesadilla, pero merecía la pena».

Y pasaban cosas muy graciosas. El cantante de Lords of the New Church se marcó un frontal en plena entrevista.

Bueno, con Lords of the New Church tuve muy buena relación. Hicimos una fiesta de Reyes porque terminaba la primera etapa, y estuvimos hasta las cinco de la mañana. ¡Un disparate! Les trajimos a ellos y otra vez a Tuxedomoon. Y a las tantas, con cava y roscón, coge Stiv Bators y se levanta. Él estaba de espaldas a mí y la cámara lo veía, pero yo no, y entonces se bajó los pantalones y yo le decía: 'Stiv, vamos, no nos enseñes la pilila, que aquí no nos vas a impresionar'. Lo que yo no sabía es que la tenía metida por dentro y que no la estaba enseñando, ja, ja, ja…

Vamos, que se lo ha pasado muy bien, hasta en directo.

Pues sí, también en el directo. Era duro pero divertido, un ataque de nervios continuo. Yo tengo genio y me cabreo, me sacaban de mis casillas muchas cosas y, como allí pasaban todo tipo de accidentes... Iba como una moto, como un toro.

Y, después de los programas, ¿de marcha con los grupos?

Con algunos, pero generalmente el día anterior. Hubo momentos estupendos, con los Tuxedomoon, con los Residents, incluso con Johnny Thunders y con uno de los New York Dolls. Les llevé a los toros; les horrorizaron, pero estuvo bien.

¿Cuántas veces intentaron ligar con usted?

Hombre, de todo hay, ja, ja, ja... Y hemos disfrutado de comidas estupendas. También he tenido que comprarle a alguno un gramo y regalárselo.
«No tenía tiempo para ir a la peluquería ni comprarme ropa, y repetía modelos. Eso sí, mi maquilladora, Mari Carmen Sánchez, era estupenda»

Su imagen creó estilo.

Consistía en que no tenía tiempo para ir a la peluquería ni comprarme ropa, y repetía modelos. Eso sí, mi maquilladora, Mari Carmen Sánchez, era estupenda.

¿Qué le decía la gente por la calle? La popularidad sería brutal.

Sobre todo: 'Dame entradas para el programa'. Pero sí.

¿Y ahora? Porque en Internet siguen preguntando por usted.

Hoy no me conoce nadie, de tarde en tarde alguno. Me pasa algún día, doy el carné de identidad y me dicen: '¿Usted no será…?'. Pero pocas veces.

La polémica

En 'La edad de oro' hubo momentos de transgresión, de libertad creativa; pero hay una emisión que aún se recuerda especialmente. No fue la mejor ni la peor, aunque levantó ampollas. En aquel plató apareció el grupo Psychic TV, con su líder Genesis P-Orridge. Completamente borracho, cantaba en contra de las religiones. Luego le tocó a Jordi Valls, destrozando cuadros de los que brotaba sangre en una especie de misa negra. Ambos causaron un gran revuelo antes, durante y después de aquella noche. Por ello, Chamorro tuvo que afrontar una «acusación de blasfemias», capítulo que tardó años en resolverse.

El cantante Genesis P-Orridge se bebió en directo una botella de whisky. Lo mejor fue asistir a cómo durante la entrevista se lanzaba a manosear la entrepierna de un perplejo José Miguel López (director y presentador de 'Discópolis', en Radio 3), con su pinta de señor serio, que ni se inmutaba...

Ja, ja ja, sí. ¡Qué cara ponía él! Ja, ja, ja...

Y a usted le preguntaba por sus gustos sexuales y, bastante seria también, le contestaba que no estaban ahí para hablar de eso.

Es que se había bebido todo lo que faltaba de la botella de whisky. Yo no sabía por dónde iba a salir, así que aquello era como estar delante de un toro.

A pesar de todo, usted siempre transmitió una imagen de mujer tranquila.

¡Qué remedio me quedaba! Pero el lío de Psychic TV estaba ya montado desde esa misma mañana. 'Abc' había publicado que iban a salir unos desnudos con el Papa y no sé qué más, y yo le comenté al productor que el Papa no iba a salir por ningún sitio, y él me dijo: 'Bueno, si me lo aseguras, yo estaré ahí'. Pero luego no estuvo. Así que como salió aquello en el periódico, se quedó a verlo más gente de la que lo iba a ver en un principio, y hubo dementes que empezaron a poner querellas por ahí. Pero nadie las aceptó, sólo un juez de Móstoles.

Más tarde, en ese mismo programa, llegó la 'acción' de Jordi Valls. El artista había colgado de las paredes y delante de un altar cuadros valorados en más de un millón de pesetas cada uno y los destrozaba con una espada. Con cada sablazo saltaba la sangre desde detrás de los lienzos, mientras unos doberman aullaban asustados...

Sí, y estaba programada para ser algo más fuerte, aunque yo la encuentro aburridísima, un espanto, y Valls tiene cosas muchísimo más interesantes. Creo que tenía preparada una misa negra, que quería dar de comulgar a los perros. De hecho, yo acabé encontrando y cogiendo unas hostias de la 'chupa' de alguien. Fíjate que luego yo tenía en el bolsillo las migas, y pillé a no sé quién y le monté un pollo. Dije: 'Ni misa negra ni narices, os vais a meter las hostias donde os diga'. Yo tenía compromiso de no censurar, pero no me habían contado nada de eso. Doy libertad absoluta si me lo cuentan todo, pero hacerme aquello por detrás, no tenía ningún sentido.
«El estrés llegó a finales de 1984, un programa ni lo pude presentar. Llegué al final hecha polvo y con ganas de dejarlo, agotada»

Y al día siguiente llegan los problemas.

Al aparecer en el periódico, todos los beatos se quedaron hasta las tantas. Me acuerdo de que estábamos viendo el programa ante el juez, y al terminar salía un reloj que marcaba las dos y media. El juez se quedó con cara extraña, incrédulo de que estuviéramos allí por algo que se había emitido a esas horas. Lo que más molestó fueron los subtítulos de las canciones de Genesis, que había fundado una religión legal en Reino Unido, 'El templo de la juventud psíquica', cuyo propósito era combatir el resto de las religiones por ser la causa de todos los males.

¿Y lo de la cabeza de cerdo crucificada?

Fue el pretexto, porque el crucifijo con las cabezas de cerdo y de burro forma parte de la antigua iconografía cristiana. Uno significa 'de la casa de Judá’ 'y otro 'de la casa de David', y a esto se aferraron, porque les llamaba la atención. ¡Si el plano duraba dos segundos! Lo que les molestó realmente fue la ideología de este señor.

Le quisieron cargar hasta doce años de prisión por un delito de blasfemias.

Sí. Duró mucho tiempo aquello. Yo no quería darle importancia ni que saliera en los periódicos. Me llamó el director de televisión y me dijo eligiera un abogado de primera. Elegí a Marcial Fernández Montes, buen amigo de mi padre. TVE nunca le pagó. Bueno, al final me absolvieron, al cabo de un montón de años.

¿Se sintió apoyada por los medios de comunicación?

Los medios han de decir lo que piensan, pero fue una etapa mala porque prácticamente toda la prensa tenía interés en el reparto de las privadas. Calviño era el 'pim pam pum', no se podía escribir nada bueno de la televisión pública. Eso me afectó. Me defendió mucha gente, pero me atacó otra. Y no sólo por eso, sino porque decían que era una intrusa, que no venía del mundo de la crítica musical, que no había hecho programas musicales. Y eso lo respeto. Se sentían así porque creían que yo sólo ponía la cara y me llevaba la pasta. Si hubieran sabido lo que estaba viviendo... Ni siquiera ellos hubieran podido hacerlo, para chula yo.

Y un día se acaba el programa.

En abril de 1985. Se terminó porque nadie quería seguir trabajando en esas condiciones, en los únicos años en que la cadena pública no recibió subvención.

¿Cómo fue la última emisión, con Violent Femmes en abril de 1985?

Estuvimos hasta las tantas. Les había visto en París en un concierto que empezaba a las once y terminó a las tres... Y en Madrid, después de la prueba de sonido, salimos a tomar algo y les dije: '¡Ah, cómo me lo pasé en París!', y me contestaron que si salía, salía. Y les pregunté: '¿Y si mañana sale?', y respondieron: 'Si sale, sale'. Pues estuvimos hasta las tres de la mañana bailando.

¿Era real toda aquella libertad que, al parecer, se respiraba en los 80?

Sí. Yo decía que como nuestra democracia era más joven, era más moderna. En la época de UCD hubo bastante anarquía y eso nos dio sensación de libertad. Calviño tuvo que ir tres veces en una semana al Congreso a dar explicaciones por mi programa. Y me dijo: 'No estoy dispuesto a ir por tu culpa más de una vez al año'. Pero eso era 'a posteriori', porque yo no contaba lo que iba a salir en mi programa, no tenía censura previa. Pedíamos a los grupos británicos que nos mandaran las letras para poner subtítulos, y yo les decía: '¡Las habéis mandado censuradas!', y contestaban: '¡Es que aquí no nos permiten estas cosas!'.

¿Era consciente de que no habría un programa similar ni en veinte años?

Si me llegan a decir eso me hubiera enfadado. Luchábamos por una televisión pública digna. Aunque suene paternalista, se estaba retrasando la llegada de las privadas para que estuviera el gusto educado y para que, como en la BBC, hubiese un consejo audiovisual que obligara a no emitir basura. Después de Calviño, en el 1986, vino Pilar Miró, y a ese proyecto le dio la vuelta. Si me llegan a decir que la tele iba a ser ésta, habría tirado la toalla. Me puedes llamar imbécil, mesiánica, pero creía que iba a salvar el mundo con la televisión pública.

Después de 'La edad de oro'

La carrera de Paloma Chamorro no terminó con el final de 'La edad de oro', a pesar de que muchos así lo creen porque no volvió a aparecer en pantalla. Pertenecía a la plantilla fija de TVE y siguió preparando programas especiales de música y arte hasta 2001, cuando, un buen día, empezaron los dolores de cabeza: «El estrés llegó a finales de 1984, un programa ni lo pude presentar. Llegué al final hecha polvo y con ganas de dejarlo, agotada. Cuando acabó el espacio me hicieron una proposición con trampa. Me hablaron de especiales de música, varios al año, y así hicimos el de Los Smiths. Yo me lo creí... pero luego no hubo más. Después me encargaron un programa que mezclara arte y esos especiales de 'La edad de oro'. Me fui a Nueva York, un año más sin vacaciones, para contactar con artistas: Julian Schnabel, Robert Mappelthorpe, Basquiat... Acumulé material y empecé a montarlo. Así salieron 'La estación de Perpignan' y 'La realidad inventada'. Yo estaba peor. ¡Imagínate, si tenía que escribir, dirigir, corregir, traducir, realizar...! Y llegó otro cambio de dirección y me dijeron que el material, en vez de montarlo junto, lo hiciera por separado... Buff, hubo un momento en que se vio que la intención no era positiva. Lo último fue que no me pagaban, y dije: 'No sigo si no me pagáis' y me contestaron: 'Pues a tu casa'. En los últimos 90, empecé un especial de Dalí para la 'Noche temática' de tres horas, pero me dijeron que sólo una. Luego querían una 'Noche temática Paloma Chamorro'... ¡Qué delirios...! Y me empezó a doler la cabeza todos los días».
«En los últimos 90, empecé un especial de Dalí para la 'Noche temática' de tres horas, pero me dijeron que sólo una. Luego querían una 'Noche temática Paloma Chamorro'... ¡Qué delirios...!»

Y en 2001 coge la baja.

Año y medio. Al volver hubo problemas: me dijeron que me había pasado de plazo y me echaron. Pero fuimos a juicio y reconocieron que tenía razón. Me indemnizaron. Sufro de síndrome del trabajador quemado, que se trata como una depresión. Ahora cuando me voy de Madrid estoy muy bien.

¿Cómo se ha visto en la reposición que acaba de emitir TVE?

Con muy mal humor, porque no me ha gustado la selección, me he visto yo demasiado, todo el rato. Todo son presentaciones mías larguísimas para cosas cortitas. ¡Y el programa era lo contrario! ¿Cómo me veo yo? Con el pelo frito de no ir a la peluquería, repitiendo modelo, con cara fatigada... A veces digo: '¡Qué pesada!', pero sobre todo me molesta verme tanto en proporción a la música. Me hubiera hecho más ilusión si se hubiera repuesto entero. O con respeto.

¿Se pueden hacer hoy programas como aquél?

Sí. ¡Imagínate sonorizar DJ! A ese proyecto ni me contestaron, pero lo tengo registrado. Se llama 'La noche de las luces', duraría hasta el amanecer y combinaría televisión e Internet. Y volveríamos a ofrecer 'La edad de oro' entera.

¿Qué escucha ahora?

Cosas que me regalan los amigos. Sigo oyendo a españoles: Fangoria, Astrud, y Chico y Chica. Internacionalmente... no hay cosas que me vuelvan loca.

En el primer programa de 'La edad de oro' hizo un homenaje al fallecido Eduardo Benavente. Esto fue lo que dijo: «Toda vida es un proceso de demolición de cosas nunca demasiado tangibles, la nieve es de una pureza engañosa». ¿Su vida ha sido un proceso de demolición de algo?

No. Bueno, intento que lo sea de prejuicios y cosas así, pero nada más. Mi vida ha tenido momentos demoledores, con latigazos de muertes de tanta gente... Muertes muy cercanas, Carlos Berlanga, Ramón Gómez Redondo, mi amiga más antigua... y eso por momentos resulta demoledor. Pero no. Yo no quiero compartir esa visión mediante la cual no hay otra salida que decir cosas como ésa.
Licenciada en Filosofía, poseía amplios conocimientos de artes plásticas, música y literatura, y perteneció al grupo de teatro independiente Prodomo.


Primeros años
Comenzó a trabajar en Televisión española a principios de los años setenta, en programas de divulgación cultural, artística y literaria como Galería (1973-1974), dirigido por Fernando Méndez-Leite, Cultura 2 (1975), Encuentros con las artes y las letras (1976-1977)Trazos (1977) o Imágenes (1978-1981) que le permitieron entrevistar, entre otros, a personajes de la talla de Salvador Dalí o Joan Miró.
En abril de 1977 comenzó a trabajar en el programa de televisión Trazos como directora junto a Ramón G. Redondo, para pasar posteriormente a la dirección del mismo, hasta junio de 1978, en que finalizó la emisión del programa. En octubre del mismo año comenzó a dirigir otro espacio en la Segunda Cadena, titulado Imágenes, dedicado al arte.
Sin embargo, la popularidad le llegaría con La edad de oro (1983-1985), programa que sirvió de plataforma para mostrar al público las últimas tendencias culturales y en especial musicales de los primeros años ochenta en España. El espacio fue un auténtico escaparate de las tendencias más vanguardistas del momento y convirtió a su presentadora y directora en una auténtica Musa de la Movida madrileña. Lou Reed o The Smiths fueron algunas de las bandas internacionales que pasaron por el programa, a lo que también pasaron referentes de la movida madrileña como Alaska y Dinarama, Kaka de Luxe, Los Rebeldes, Loquillo, Danza Invisible o Almodóvar & McNamara.
En esa época cultiva su imagen con una estética afterpunk, simbolizada por su excéntrico peinado desde entonces asociado a su personalidad. Una vez finalizado el programa, en 1985, Paloma Chamorro fue procesada por ofensas a la religión, con motivo del contenido de La edad de oro emitido el 16 de octubre de 1984. Posteriormente sería absuelta por Sentencia de la Audiencia Provincial de Madrid en 1990, fallo confirmado por el Tribunal Supremo en 1993.
En abril de 1987 comenzó un nuevo programa llamado La Estación de Perpiñán, cuyo contenido era también cultural. El primer bloque de espacios duró hasta julio de 1987. En septiembre de 1988 vuelve en la segunda etapa de La Estación de Perpiñán con espacios dedicados a entrevistas con artistas mundiales.
El 29 de octubre de 1988 Paloma Chamorro estrenó el espacio de producción propia La realidad invertida, dedicado a los artistas contemporáneos más importantes, recogiendo su producción más destacada y los acontecimientos más significativos de su trayectoria profesional. Entre los entrevistados figuraron Joan Miró, Robert Mapplethorpe, Keith Haring, George Condo y David Hockney. Este espacio se emitió hasta enero de 1989.
Posible blasfemia
El 25 de septiembre de 1990 fue juzgada en la Audiencia provincial de Madrid, acusada de un delito de blasfemia por la emisión de un vídeo musical del grupo británico Moon Child el 17 de octubre de 1984, en el que aparecía una figura humana crucificada con la cabeza de un animal. Antes de la emisión, Chamorro había advertido a los espectadores que alguno de los contenidos del programa podía herir su sensibilidad. Además, había visto el vídeo con anterioridad en compañía de sus jefes, quienes consideraron que este no era ofensivo, y dieron el visto bueno para su emisión.
El fiscal, que solicitaba inicialmente una pena de de un mes de arresto y 100 000 pesetas de multa, retiró la acusación antes de celebrarse el juicio, y reiteró ante el Tribunal su posición de no acusar a la presentadora. Sin embargo, el abogado burgalés Juan Riu Izquierdo, que presentó una denuncia a título personal como espectador, continuó con el pleito, pidiendo para la presentadora 2 años, 4 meses y un día, y 75 000 pesetas de multa.


Últimos años y muerte
Con posterioridad, y de forma esporádica continuó realizando reportajes y documentales sobre Arte para TVE, como un programa monográfico de homenaje a la pintora Maruja Mallo (1995) o conmemorando el 250º Aniversario del nacimiento de Francisco de Goya (1997).
Falleció  el 29 de enero de 2017 a los 68 años.

No hay comentarios:

Publicar un comentario