Soy mujer, feminista y solidaria.
Las
mujeres sentimos a cada una de las asesinadas como una amiga, una
hija, una madre, una hermana, una misma. Cada muerte nos hace sentirnos
Laura, María, Andrea o Nuria y por eso chillamos “Todas somos…” Llamar a
esto feminismo solidario es correcto en el caso de las mujeres y de los
hombres que lo sienten como propio. Intentar banalizar ese sentimiento
es reconocer que se carece de sensibilidad y que el universo mujer le
es ajeno.
Estudié derecho y en penal es en la asignatura que mejor nota saqué. Para aprender a juzgar hice mío el pensamiento de Concepción Arenal que resume en una frase Odia el delito y compadece al delincuente, porque las circunstancias, sí o sí, condicionan nuestros actos. Si los jueces deben interpretar las normas y dictar sentencias objetivas y ajustadas a derecho que hay que cumplir, faltaría más, el resto de los mortales podemos hacer el ejercicio de reflexionar y pensar qué le pasó por la cabeza, qué llevó a esa persona a delinquir, cuales fueron sus circunstancias personales, ámbito familiar, cultura, clase social… que siempre influyen tanto en por qué lo hizo. Analizar es intentar comprender, entender el por qué alguien es capaz de cometer atrocidades, lo que no significa justificar, excusar, estar de acuerdo. Reflexionar es un ejercicio que deberíamos practicar más que descalificar a quién lo hace, es una pena que cada vez lo practiquemos menos, así nos va.
Respecto a la PPR, prisión permanente revisable, es la pena máxima de nuestro código. Me parece normal que las familias que han sufrido tan atroces asesinatos clamen por su continuidad. Son víctimas y la única justicia que pueden dedicarle a su ser querido es la de ver pudrirse al asesino en la cárcel.
El dolor siempre saca lo peor de cada uno y la venganza es un sentimiento recurrente para aliviarlo. Pero el sufrimiento de las familias que sentimos los ciudadanos y las emociones no deben regir la modificación de las leyes. Comparativamente nuestro Código Penal es de los más duros de Europa, las penas en prisión son de las más largas y están orientadas hacia la reeducación y reinserción social Art. 25.2 de nuestra Constitución.
Personalmente pienso que el aumento de las penas no condiciona la cabeza del asesino.
Bernardo Montoya, es el último gran asesino tras 21 años en la cárcel. En 1997 mató a una anciana. En 2008, en un permiso penitenciario, intentó una agresión sexual que fue calificada por el juez de amenaza. 2010, permiso penitenciario que aprovecha para huir. 2016, robo con fuerza a dos mujeres. En octubre queda en libertad. En diciembre mata a una joven Laura Luelmo. No siguió ningún programa de rehabilitación en prisión por voluntad propia.
Bernardo , estoy segura, conocía la PPR y el aumento de las penas no modificó su conducta. Él o ella tienen un objetivo y lo cumplen, la pena es lo de menos aunque después sea lo de más.
Y ahora, para mi, viene lo más importante ¿quién o qué ha fallado?
Con este curriculum yo me pregunto: si al primer permiso intenta una violación ¿por qué se le siguen concediendo más? ¿Por que un juez califica una agresión sexual como una simple amenaza? Un asesino que se niega a recibir terapia, que se escapa en cuanto puede y que en cada salida agrede sistemáticamente a mujeres ¿no hay ningún psiquiatra o sicólogo que comunique a sus superiores el peligro que tiene este tipo suelto y que necesita tratamiento?
El aumento de las penas no ha solucionado el caso de Bernardo, pero creo que los políticos y la sociedad antes de cambiar nada deberíamos plantearnos dotar de medios a todo el sistema judicial y penitenciario para que los jueces se reciclen y no confundan una violación con una amenaza. O para que se hagan evaluaciones psiquiátricas profundas a tipos como este antes de tomar cualquier decisión sobre sus salidas y entradas.O para que los celadores tengan la capacidad de ver y observar los comportamientos de los reclusos.
Las mujeres no queremos venganza, queremos justicia, educación, respeto. Que los jueces no frivolicen en las sentencias y nos protejan de los delincuentes, psicópatas y pervertidos que nos abusan, violan, maltratan y matan a niños y mujeres.
Emocionar
con el dolor ajeno es fácil y rentable, por eso los crímenes atroces
siempre han tenido voceros que los han contado pormenorizadamente y
minuto a minuto. Los convierten en culebrones que suben las audiencias
ávidas de morbo y que aprovechan los medios para bombardearnos y los
políticos para sacar rentabilidad electoral. Ellos se aprovechan de
nosotros y nosotros les dejamos. La sociedad deberíamos tenerlos a
todos ellos en una permanente revisable.
Desmontando a LaSexta, a sus franquicias y a sus jueces en "nómina"
Este es el títular que un amigo en FACEBOOK ha puesto para que leamos el artículo de opinión titulado Lauras y Bernardos, del periodista Santiago Gónzalez
No entiendo el titular de mi amigo pero sí me gustaría contestar al "colega" con otro artículo de re-opinión
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