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domingo, 20 de enero de 2019

¿Dónde estaban las feministas cuando...?

   

 El parque, el mercado, la guardería, el trabajo, el gimnasio... cualquier sitio es bueno para cambiar impresiones, conocer gente o hacer nuevos amigos ¿Qué se estarán contando? es una sentencia que la mayoría de las mujeres hemos escuchado. Y es verdad. Los niños, los maridos, las amigas, el sueldo, el sexo, las emociones, los dolores, el jefe, la casa, la compra... cualquier tema es posible con una amiga, un tesoro de confidencias mutuas que desahoga y no aprieta. Pero a veces convertimos en confidentes a mujeres que después de un saludo o unas primeras palabras intuimos que nos podemos entender y poco a poco reímos o lloramos según tengamos el día.
    Sí, las mujeres nos comunicamos mucho entre nosotras y nos contamos nuestras vidas por fascículos. Depende de con quién estemos abrimos uno u otro y así descubrimos vidas ajenas que nos ayudan a mejorar la nuestra, conocernos mejor, buscar soluciones  y sentirnos más libres.
Así, viviendo, aprendemos a identificarnos con otros y compartir sus sentimientos. Aprendemos a tener empatía, a ser solidarias.
    Las mujeres salimos y vamos a seguir saliendo a la calle para que los derechos que tanto nos cuesta conseguir no se pierdan por estrategias partidistas.
¿Dónde estaban las feministas cuando...? es una frase que intenta dar en la diana de la igualdad y vaciar de contenido los derechos de las mujeres. Utilizar a un ser querido para clamar contra un colectivo no es ético ni justo. Quizás intentando desprestigiarnos a nosotras, quien se hace esta pregunta no es capaz de analizar su propio desprestigio personal que sale a la luz pública, estre rencillas familiares, en el momento del dolor y de la ausencia.
Las mujeres estamos donde tenemos que estar, al lado de la víctima, del que sufre, del maltratado, del débil, del inferior. ¿Y sabe por qué? porque son situaciones que conocemos muy bien. Hacemos lo que sentimos y las mujeres  sentimos a cada una de las víctimas, desaparecidas o asesinadas,  como una amiga, una hija, una madre, una hermana, una misma. Cada muerte nos hace sentirnos Laura, María, Andrea, Gabriel o Diana y por eso chillamos “Todas somos…”  y se llama feminismo solidario.
Es de cobardes intentar desprestigiar al movimiento feminista para reconquistar las parcelas recuperadas por las mujeres y que les fueron arrebatadas  durante siglos.
Ahora saben que el maltrato se penaliza, que NO es NO, que comprar el cuerpo de la mujer para el sexo o la maternidad  es cosificar y esclavizar a un ser humano, que las tareas del hogar hay que compartirlas, que los hijos son de dos, que a igual trabajo igual salario, que existe un techo de cristal, que mandarnos callar ya no funciona, que una mujer no va pidiendo guerra por vestir o pensar como quiera, que en el uso del sexo un hombre no es un macho ni una mujer una puta,  que morir no es sinónimo de asesinato, que, que ... que somos más de la mitad de la población mundial y que queremos que nos respeten y que nos devuelvan lo que es nuestro. Ni más ni menos.

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