Casi
todos los líderes políticos, sindicales y académicos (de los
económicos, religiosos y militares ni lo esperamos) aseguran estar a
favor de la igualdad entre los sexos y los géneros. Pero habremos de
convenir en que, con el poder que han tenido y tienen, si realmente
tuvieran una posición clara en este sentido, entonces las políticas
de igualdad serían más inclusivas, las leyes y los convenios
colectivos promoverían efectivamente la conciliación y la
corresponsabilidad, y lo raro serían las comunidades, las
diputaciones y los ayuntamientos en los que gobiernan donde no
hubiera programas para impulsar el cambio de los hombres.
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