Un análisis para meditar, y mucho...
UNA SOCIALDEMOCRACIA RENDIDA
¿Se ha oído alguna
palabra relevante y potente de la socialdemocracia europea a lo largo de la
dura crisis que soporta Grecia, la cual es también crisis de Europa? A mis
oídos, al menos, no ha llegado y rogaría que me transmitiese esa noticia quien
tuviera constancia de que alguna voz socialdemócrata descollante hubiera dicho
una palabra significativa sobre todo lo que está en juego en torno a la crisis
griega, es decir, una palabra que fuera expresión de posición política propia,
diferenciada del discurso de la derecha. En tanto que no se corrobora que dicha
palabra haya sido pronunciada, no cabe más que concluir que la socialdemocracia
europea, una vez más, ha faltado a la cita.
Obviamente, tal conclusión
implica que declaraciones como las del socialdemócrata Sigmar Gabriel,
pronunciadas para condenar la política de Syriza sin marcar distancias con
Merkel, de cuyo gobierno forma parte, no dicen nada de una posición con un
perfil, aunque fuera tímidamente delineado, de izquierda. Y eso por no hablar
de las del presidente del parlamento europeo, el también socialdemócrata Martin
Schulz. Por otra parte, Hollande, siendo verdad que trata de que las amarras no
se rompan, tampoco ha elevado la voz para disentir de la ortodoxia neoliberal
con la que se ha enfocado la crisis griega.
Y en cuanto a
discurso fundamentado en planteamientos de izquierda, no mucho puede decirse de
las opiniones de destacados dirigentes del PSOE. Éstas han ido desde comentar
irónicamente como "insólito" que un gobierno pida el "no"
en un referéndum que él mismo convoca, como dijo Pedro Sánchez, hasta la
descalificación del primer ministro Tsipras que hizo Jordi Sevilla al tachar de
"irresponsable" su actuación.
¿No había sensibilidad
como para descalificar por irresponsables las actuaciones de la troika, sometiendo a Grecia a la tortura
de un plan de "austeridad" tan injusto como ineficaz para promover su
salida de la crisis? ¿Hubo que esperar a que Tsipras convocara un referéndum
para recabar el apoyo de la ciudadanía en una negociación durísima sobre la
reestructuración de la deuda, para que el FMI diera la razón al primer ministro
heleno al decir que dicha reestructuración es insoslayable y que incluso una
"quita" es conveniente?
¿Nadie podía
manifestar una opinión sobre la jugada perversa que suponía tal declaración del
FMI, hecha, no para dar la razón a Tsipras y a su ministro Varoufakis, sino
para presionar más a la ciudadanía griega para que votara "sí" y provocar
la dimisión del primer ministro? Pero esa ciudadanía, derrochando dignidad,
votó mayoritariamente "no" a los planes de la troika. Ya me hubiera gustado que el expresidente Zapatero, que
entiende de sufrir presiones, en vez de criticar al gobierno griego por la
convocatoria del referéndum, se hubiera mostrado más comprensivo, toda vez que
él mismo no debiera olvidar que tendría que haber convocado uno para la reforma
del artículo 135 de la Constitución, de lamentable recuerdo.
Por fortuna, las
voces de izquierda se hacen oír desde muchos sitios, tanto desde distintas
formaciones políticas -también, aunque sean minoritarias, desde el PSOE-, como
desde los movimientos sociales y el mundo académico. Conocidos economistas,
algunos de clara filiación socialdemócrata, como Juan Torres o Vicenç Navarro
en España, se manifestaron claramente no sólo a favor de Grecia y, por ende, en
contra de las posiciones de la troika,
rayanas en el chantaje al gobierno heleno, sino también nítidamente a favor del
"no" en el referéndum. Otras opiniones muy solventes lo hicieron en
términos similares, como fueron los casos de Krugman y Stiglitz, Nobeles de
Economía. A ellos se les han sumado voces como las del reputado economista
Piketty o la del filósofo Jürgen Habermas.
La crítica de
Habermas a la política con la que se ha inducido desde instancias europeas, con
la complicidad del FMI y la mano visible de Merkel, que los griegos hayan
traspasado el límite de lo soportable, ha sido especialmente dura y también relevante
al máximo por su condición de ciudadano alemán. El filósofo no se ha ahorrado poner
en el punto de mira de sus dardos dialécticos lo que llamó "el gobierno de
los banqueros". La crítica a la manera como se está abordando la crisis
griega la hace extensiva a las instituciones europeas, las cuales presentan un
perfil que llega a ser antidemocrático y de clara sumisión al poder financiero.
No es mero déficit
democrático lo que presenta Europa; es algo peor, que bien se puede expresar
parafraseando unas conocidas líneas de Marx y Engels en el Manifiesto comunista: "El poder de la Comisión europea es el
consejo de administración de la gran banca (alemana)". De ahí la frustración
de un Habermas que, como europeísta convencido, apostaba fuertemente no sólo
por el diseño institucional de la UE, sino por la conformación de un demos europeo como ciudadanía que, más
allá de fronteras, sostuviera el proyecto de la Unión. Y, por otro lado, el
mismo pensador germano, que abogó por una recomposición del socialismo
democrático tras la "caída" del muro de Berlín, que habría de
posibilitar que la socialdemocracia dejara atrás su sumisión a la lógica del
sistema capitalista para así recobrar brío reformista, ha tenido que constatar la
deriva de una socialdemocracia que no sale de la órbita sobre la que el
neoliberalismo la puso a girar.
Que la derecha tome
las posiciones que adopta ante la crisis de Grecia, en continuidad con la
desastrosa línea de actuación que viene desarrollando desde que la actual
crisis entró en Europa, no es de extrañar, por mucho que sea de criticar. Lo
que resulta desesperante por la izquierda es la tibieza de la socialdemocracia,
su impotencia para presentar batalla con alternativas sólidas y creíbles, su
constante llegar tarde a las citas históricas, cuando llega... Si eso se ha
comprobado ante la crisis de Grecia y el acoso al que se ha sometido a su
gobierno, ante otros momentos y problemáticas la situación es similar: desde el
debate sobre inmigración y refugiados hasta la posición de condescendiente
subordinación en lo que se refiere al Tratado de libre comercio (TTIP). El
fondo de la cuestión viene constituido por los sedimentos acumulados tras
décadas de claudicación ante el neoliberalismo hegemónico.
Si tomamos como
referencia aquella Tercera Vía a la que se acogió Blair, es oportuno remitirse
al balance que en su día hizo de ella el malogrado Tony Judt, el mismo que
describió a ese posmoderno líder laborista como "un gnomo en el británico
jardín del olvido", justo por dar al traste con la memoria de las luchas
obreras. El historiador británico, con su cupo de flema, dejó dicho que
"algo iba mal" en la socialdemocracia.
Hoy es mucho lo que
va mal, con un modelo social europeo que en la misma Europa se ve socavado y
con una socialdemocracia que parece no sólo secuestrada por el neoliberalismo,
sino apresada por una especie de síndrome de Estocolmo en relación a ese
neoliberalismo por el que fue abducida. De suyo, los hechos nos dicen que
estamos ante una socialdemocracia entregada al que debía ser su adversario, es
decir, una socialdemocracia rendida, incapaz de superar la patología política
en que se ve sumida. Y el caso es que sigue siendo necesaria una alternativa
socialista. La batalla de Grecia, donde el futuro de Europa igualmente se dilucida,
así lo muestra.
José Antonio Pérez Tapias
Publicado en el digital Contexto y acción ctxt.es el 6 de julio de 2015
http://ctxt.es/es/20150702/politica/1706/La-socialdemocracia-rendida.htm
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