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lunes, 13 de noviembre de 2017

Rozalen+Estopa+Simone Weil=vivir



 

La filósofa y activista Weil fue una de las grandes mentes del siglo XX, y parte de su gran logro intelectual se debe sin duda a su voluntad y a su pragmatismo al lidiar con las actividades y las emociones cotidianas.

 

Simone Weil (1909 - 1943) fue una de las grandes figuras intelectuales del siglo XX, una extraordinaria escritora, mística, pacifista, activista social y política. Estuvo siempre con los más desfavorecidos 

Aunque cuando murió tenía sólo 34 años, había aprendido sánscrito, griego antiguo y otros idiomas, había apilado una importante obra literaria y había ganado influencia con los más importantes políticos de su tiempo, incluyendo a Charles de Gaulle.
 
  Albert Camus dijo de ella: 
 "es el único gran espíritu de nuestro tiempo". 

El idealismo de Weil y su capacidad de vivir para los demás y manifestar amor en el mundo fue notado por muchos de sus contemporáneos y es por estas virtudes que sus palabras en este caso nos parecen relevantes. El sitio Brain Pickings ha compilado frases de los cuadernos de Weil sobre la disciplina y la resistencia a la pereza, a la procrastinación y demás tentaciones. Se puede decir sin lugar a dudas que Weil emergió victoriosa en la lucha con los demonios cotidianos de la mente. 

  Un ejemplo de la vitalidad y la voluntad de Weil es el hecho de que en 1933, a los 24 años, se ausentó 1 año de su puesto de maestra para trabajar de manera incógnita en una fábrica ensamblando autos con el fin de entender la lucha social. Después de este trabajo Weil escribió un famoso cuaderno de pensamientos, de donde se recogen estos puntos. Es de notarse que a los 24 años Weil ya había encontrado una fuerza de voluntad y un pragmatismo extraordinarios. 


1. La tentación de la desidia      
Nunca te sometas al flujo del tiempo. Nunca postergues lo que has decidido hacer.  

2. La tentación de la vida interna  
Lidia sólo con esas dificultades que te confrontan actualmente. Deja que se manifiesten solamente aquellos sentimientos que te hacen más efectivo o, también, que son requeridos por el pensamiento en función de encontrar inspiración. Corta implacablemente todo lo que sea  imaginario en los sentimientos.

3. Tentación de autoinmolación    
Subordina a los asuntos externos y a las personas todo lo que sea subjetivo, menos el sujeto mismo --esto es, tu propio juicio. Nunca prometas y nunca des a alguien más de lo que tu mismo exigirías de ti mismo si fueras él.  

4. La tentación de la cobardía  
Ilusión de que el tiempo, en sí mismo, traerá valentía y energía... de hecho, es usualmente lo contrario lo que ocurre (sopor). Dite a ti misma: ¿Y si fuera a permanecer como estoy en este momento siempre? Nunca pospongas algo indefinidamente, sólo a un tiempo definitivo fijo. Intenta hacer esto incluso cuando es imposible (dolores de cabeza...).
Ejercicios: decide hacer algo, no importa qué, y hazlo siempre a la misma hora.  
Vives en un sueño. Estás aguardando empezar a vivir.

5. La voluntad
No es difícil hacer cualquier cosa cuando uno está inspirado por la clara percepción del deber. Lo que es difícil es hacerlo cuando uno está sufriendo y esta clara percepción se desvanece, y todo lo que queda es la conciencia de un sufrimiento que es imposible de soportar. Pero lo contrario también es cierto: en en el momento de tomar una decisión, el deber está presente y el sufrimiento se encuentra distante. La voluntad no podría triunfar si tuviera que luchar contra fuerzas más poderosas que ella misma. Todo el arte del querer consiste en tomar ventaja del momento, antes que la lucha comience, para tomar la delantera y asegurarse de que cuando llegue la debilidad uno estará en la posición que uno desea.

Simone Weil (París, 3 de febrero de 1909-Ashford, 24 de agosto de 1943) fue una filósofa francesa. A pesar de que solo fue bautizada poco antes de morir ​, pues al inicio no quería recibir el bautismo (a causa de su rechazo de la ortodoxia, más precisamente de la concepción tomista de la fe católica),

 vivió y es ampliamente considerada como una mística cristiana.
 
 Dejó una abundante literatura cristiana y textos místicos. La mayor parte de sus escritos ha sido publicada póstumamente por Albert Camus y el padre Joseph-Marie Perrin. Formó parte de la Columna Durruti durante la Revolución social española de 1936.
Biografía
Simone Weil nace en el seno de una familia judía intelectual y laica: su padre era un médico renombrado y su hermano mayor, André Weil, un matemático reputado.


Estudia filosofía y literatura clásica, es alumna de Alain (Émile Chartier). A los diecinueve años de edad ingresa, con la calificación más alta, seguida por Simone de Beauvoir, en la Escuela Normal Superior de París. Se gradúa a los veintidós años y comienza su carrera docente en diversos liceos.
 
En uno de sus escritos autobiográficos, Simone de Beauvoir comenta sobre ella: «Me intrigaba por su gran reputación de mujer inteligente y audaz. Por ese tiempo, una terrible hambruna había devastado China y me contaron que cuando ella escuchó la noticia lloró. Estas lágrimas motivaron mi respeto, mucho más que sus dotes como filósofa. Envidiaba un corazón capaz de latir a través del universo entero».
Al comienzo de los años treinta, parte por algunas semanas a Alemania y a su regreso escribe algunos artículos donde expresa con lucidez hacia dónde se dirige Alemania. A los veintitrés años de edad es transferida del liceo donde trabajaba por encabezar una manifestación de obreros cesantes. Los problemas con los superiores de los liceos se suceden, por cuestiones políticas y de metodología docente, lo que significa que una y otra vez será transferida de liceo.
Conoce a León Trotski en París, con quien discute sobre la situación rusa, Stalin, y la doctrina marxista.
 
A los veinticinco años, abandona provisionalmente su carrera docente, para huir de París y durante los años 1934 y 1935, trabaja como obrera en Renault: «Allí recibí la marca del esclavo», dirá. En 1941, ya en Marsella, trabaja como obrera agrícola. Piensa que el trabajo manual debe considerarse como el centro de la cultura y sostiene que la separación creciente a lo largo de la historia entre la actividad manual y la actividad intelectual ha sido la causa de la relación de dominio y poder que ejercen los que manejan la palabra sobre los que se ocupan de las cosas.
 
Pacifista radical, luego sindicalista revolucionaria, finalmente llegará a pensar que sólo es posible un reformismo revolucionario: los pobres están tan explotados que no tienen la fuerza de alzarse contra la opresión y, sin embargo, es absolutamente imprescindible que ellos mismos tomen la responsabilidad de su revolución. Por eso es necesario crear condiciones menos opresivas mediante avances reformistas para facilitar una revolución responsable, menos precipitada y violenta.
 
Sindicalista en la educación, se mostró a favor de la unidad sindical y escribió en la revista La Escuela Emancipada. Antiestalinista, participó desde 1932 en el Círculo comunista democrático de Boris Souvarine a quien había conocido a través de Nicolás Lazarévitch. Participó en la huelga general de 1936.
 Militó apasionadamente por un pacifismo intransigente pero, al mismo tiempo, formó parte de la columna Durruti en España que luchaban contra el levantamiento militar encabezado por Francisco Franco. Fue periodista voluntaria en Barcelona, y se incorporó a los combatientes armados en Aragón. 

Es durante esta etapa que se la relaciona con el dibujante José Luis Rey Vila, que posiblemente adoptó el seudónimo Sim en homenaje a Simone.
La Segunda Guerra Mundial
Lúcida sobre lo que está sucediendo en Europa nunca tuvo demasiadas ilusiones de las amenazas que desde el comienzo de la guerra se cernían sobre ella y su familia. Su familia estaba en grave peligro de ser clasificada como no-aria, con las consecuencias del caso. 

Irónicamente, Weil no tuvo formación judía alguna. Sus escritos religiosos son netamente cristianos, si bien sumamente heterodoxos. Su posición frente al judaísmo y a la identidad comunitaria judía es de rechazo explícito y total, propiciando que haya sido acusada de "autoodio" por algunos autores.
 
Cuando en 1940 es obligada a huir de París y refugiarse en Marsella, escribe permanentemente para exponer una filosofía que se quiere proyecto de reconciliación (siempre dolorosa) entre la modernidad y la tradición cristiana, tomando como brújula el humanismo griego.
 
En 1942, visita a sus padres y hermano en Estados Unidos, pero más tarde parte hacia Inglaterra para incorporarse a la resistencia, aunque se ve limitada a trabajar como redactora en los servicios de Francia Libre, liderada por el general Charles de Gaulle. En julio de 1943 deja de pertenecer a esta organización.
 
En este período final de su vida profundiza en la espiritualidad cristiana. Sin embargo, su acercamiento es heterodoxo y no excluye el interés por otras tradiciones religiosas. También se interesó en estos años por la no-violencia preconizada por Gandhi –que ella juzgaba más reformista que revolucionaria- y tuvo algunos encuentros con Lanza del Vasto.
 
En 1943 se le diagnostica tuberculosis. Se interna en un sanatorio de Ashford, en Inglaterra, donde fallece en agosto con 34 años. La causa exacta de su muerte es objeto de debate. Algunos de sus biógrafos subrayan su deseo de compartir las condiciones de vida de la Francia ocupada por la Alemania nazi, lo que la habría llevado a no alimentarse lo suficiente, agravando así su enfermedad.
 
Todas sus obras aparecieron después de su muerte, editadas por sus amigos. Desde entonces, ha atraído la atención creciente de literatos, filósofos, teólogos, sociólogos y lectores corrientes por su ética de la autenticidad y la rara combinación de lucidez, honestidad intelectual y desnudez espiritual de su escritura.
Albert Camus, uno de sus editores y amigo, admiró su obra como una de las más importantes del fin de la guerra. 

T.S. Eliot dijo que la obra de Simone Weil pertenecía a ese género de «prolegómenos de la política, libros que los políticos rara vez leen, y que tampoco podrían comprender y aplicar». Consideraba que debían ser leídos por los jóvenes antes de que las propagandas políticas anularan su capacidad de pensamiento.

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