Conozco a Teresa Campos desde hace muchos años y siempre he defendido su valía profesional indiscutible, que ha sido ninguneada por sus compañeros de cadena y puesta en riesgo por ella misma en los últimos años.
En un mundo en el que cada vez se valora más una juventud preñada de belleza, y muchas veces vacía de contenido, que una mujer siga en activo a los 79 años, en una profesión tan competitiva que fagocita profesionales con una bulimia insaciable, es un privilegio de hombres al que sólo ha tenido acceso ella en este país.
La primera vez que oí hablar de "la malagueña" fue en Sevilla, años 80. Era una periodista destacada, muy valorada y admirada por su defensa a ultranza de las libertades, la democracia, el progreso y sobre todo de las mujeres, del feminismo.
Poco a poco se abrió camino en Televisión Española y la fama fue la culminación del reconocimiento a sus valía. Cambio de cadenas, de programas, de imagen, pero también de estatus, de amores, de casas, de amigos, de intereses… que la han transformado en una mujer distinta, menos combativa, más conservadora.
Después
de muchos rifirrafes ha conseguido, para culminar su carrera, el
programa que tanto ansiaba. Es un formato en el que ella se siente bien,
domina y sabe hacerlo. La puesta en escena es novedosa, llamativa. Una
furgóna roja por fuera y blanca por dentro llamada “la Camposmóvil” ha
sido reciclada en plató. Con un decorado minimalista consistente en dos
sillones y unas paredes de cristal que dejan ver el circo que es una
ciudad como Madrid.
Una
burbuja intimista frente al ruido de afuera, desde la que Teresa pasea
entre coches, calles, viandantes, saludos, gestos, túneles y atascos.
Para abrir boca han escogido a quien no deja a nadie indiferente. Agresiva, polémica, provocadora y con un lenguaje oral y corporal tan poco refinado como directo. Así quiere ser, así se gusta y se ufana de ello IDA, Isabel Díaz Ayuso.
El paseo, que se inició en la sede de la presidencia de la Comunidad de Madrid, Puerta del Sol, es el que fue marcando de alguna manera, la deriva de la entrevista. El recorrido se interrumpió para recibir un baño de masas a pie de calle, en vivo y en directo. Tan innecesario como fuera de lugar, porque rompe el ritmo y dificulta volver a la entrevista, a la burbuja.
Personalmente no me gusto. ¿Por qué? Porque lo que se pretendía con las formas no se corresponde con el fondo. Disfrutar de una “charla” distendida e íntima a la que se presta el invitado. La pregunta-respuesta sin derecho a réplica no hace necesaria la figura del periodista, con un robot es suficiente. Teresa siempre ha dicho lo que pensaba y ante contestaciones polémicas siempre ha puesto la pregunta o respuesta incómoda. A eso se llama conversar, cambio de criterios sin quitar protagonismo. Ayer no lo hizo. ¿Por qué?
IDA generaliza y quita importancia a todo, a veces miente, sin despeinarse. Adjudicando méritos y desgracias es muy socialista “todo es de todos” , como podemos comprobar en estos comentarios: “Creo que no se puede desdeñar el trabajo que han realizado muchas mujeres antes que nosotras para conseguir la libertad que hoy disfrutamos. Es éxito de todos, también de ellas.” le espetó a una de las pioneras del feminismo. La violencia machista es violencia contra el macho, que no nos hemos enterado, coño “Es un tipo de violencia muy concreto, pero también hay violencia contra el propio hombre. Sufren incluso más agresiones que nosotras. Contra los menores, mujeres con mujeres, hay todo tipo de violencia” Ante estas opiniones tan personales como irreales, Teresa no dijo ni pio. ¿Se estará haciendo mayor? A mi se me heló la sangre. Yo, del resto ni pio, como ella.
Y para terminar, hago mía una frase de la Campos que me viene al pelo: “Yo no quiero nada que me altere y que me tenga que tomar un lexatín, sobre todo si viene de personas que yo he creído que eran gente amiga”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario