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Estamos sufriendo una crisis financiera y una crisis económica,
pero… ¿qué quiere decir esto realmente? Para la mayoría de los
economistas y tertulianos estos son procesos aparentemente
desconectados. Y, cuando hay suerte, la conexión entre ambos tipos de
crisis es poco clara y en todo caso muy débil. Tanto es así que estos
días estamos viendo cómo el gobierno español trata de rescatar al
sistema financiero con medidas que única y exclusivamente se refieren al
mundo de las finanzas, sin mención expresa al mundo de la llamada
economía real. Pero, ¿qué es la economía real y por qué se contrapone a
la economía financiera? ¿qué nexos existen entre ambos conjuntos de
procesos y cómo se produce la interacción entre ambos? Sólo respondiendo
a estas preguntas estaremos preparados para responder la pregunta más
inquietante de todas: ¿funcionarán las medidas pactadas entre PP y PSOE
para sanear el sistema financiero?
Este es un post probablemente complejo para los no iniciados en
economía, pero trataré de mantener una actitud pedagógica con objeto de
hacer más fácil la comprensión de los fenómenos tratados. He de decir
que estamos ante un post fundamental para comprender el sistema
económico capitalista y, concretamente, el funcionamiento del sistema
financiero. Estoy convencido de que quien lo siga -sobre todo si
profundiza con otros materiales- adquirirá una visión mucho más clara de
la situación actual.
El sistema financiero y sus funciones
El motor del sistema capitalista es el crecimiento económico, cuyos fundamentos ya explicamos en su momento.
Sin crecimiento económico no hay creación de empleo ni ampliación de
las capacidades productivas -lo que supondría mejoras tecnológicas para
la sociedad-. Pero para que exista crecimiento económico debe
completarse y reiniciarse el ciclo del capital, esto es, el proceso por
el cual un empresario logra poner en marcha un exitoso proceso de
producción/venta y reinvierte los beneficios obtenidos para reiniciar el
ciclo en una escala mayor. En ese ciclo pueden distinguirse tres fases:
a) la financiación de la operación, b) el proceso de producción en sí
mismo, y c) la venta del producto. Si alguna fase no se completa el
sistema entra en crisis. Como recordaréis, estas posibilidades ya fueron descritas aquí con más detalle.
Sabemos entonces que para que el ciclo del capital pueda completarse,
y para que haya crecimiento económico, es necesario entre otras cosas
que la primera fase -la de financiación- pueda completarse. Es decir,
las empresas que deseen iniciar procesos de producción tienen que poder
obtener los fondos de alguna parte -bien acumulándolos ellas mismas o
bien obteniéndolos del llamado sistema financiero, esto es, pidiéndolos
prestado-.
En efecto, el sistema financiero es el conjunto de instituciones que
intermedia entre los sujetos económicos que ahorran y los sujetos
económicos que invierten y consumen. Si hablamos de una empresa
productiva estamos hablando de préstamos a la inversión, necesarios para
iniciar el ciclo del capital. Esos préstamos los realizan las entidades
financieras de intermediación, que para simplificar llamaremos bancos
(aunque jurídicamente pueden ser cajas, cooperativas u otras entidades).
Los bancos tienen la capacidad de convertir el ahorro en inversión
creando dinero bancario. Como se sabe, el banco utiliza el ahorro -el
mío, por ejemplo- para prestárselo a las empresas. La primera tarea de
un banco es la de de recoger todo el ahorro posible y por eso, entre
otras actividades, los bancos compiten por captar depósitos y domiciliar
nóminas. Los bancos deciden pagar una determinada cantidad por ese
ahorro captado (digamos un 1%). La segunda tarea de un banco (1) es la
de prestar ese dinero a otro sujeto económico, es decir, a una familia,
empresa o a un Estado que necesite invertir o consumir. Por esta segunda
tarea recibirá un porcentaje mayor al anterior (digamos un 5%) de modo
que la diferencia entre ambos será el beneficio de la actividad de
intermediación financiera (un 4% en nuestro ejemplo).
El banco se limita a dejar una pequeña parte en el banco por si hay
demanda de efectivo, esto es, si la gente va a sacar dinero de la
ventanilla o cajero. Mientras no acuda todo el mundo a sacar dinero de
forma simultánea, el sistema funciona. Eso sí, como hemos dicho el banco
no presta gratis.Lo hace aplicando un tipo de interés, es decir, un
porcentaje sobre el dinero prestado.
Técnicamente hablando podemos decir que el dinero prestado a una
empresa que desea producir se convierte en capital (se transforma en
maquinaria) y simplemente espera recibir una parte de la ganancia. En
realidad el interés es una punción sobre la ganancia. O, dicho en
palabras de Marx, se produce el desdoblamiento de la ganancia en dos
partes: la que recibe el propietario del dinero -el banco- y la que
recibe quien utiliza el capital -el empresario-. Si analizamos este
hecho encontramos un posible e importante conflicto: el que se produce
entre ambas partes, que luchan por llevarse la mayor parte de la
ganancia (que a su vez es obtenida sobre la base del esfuerzo de los
trabajadores). Se dice entonces que existe tensión entre el capital
financiero y el capital productivo, hasta el punto que el excesivo poder
del primero puede llevar a deteriorar la capacidad del segundo y
amenazar con una crisis (2).
El fetichismo del dinero: ¿hacer dinero sólo a través del dinero?
Hasta este punto podemos ver que hay dos tipos de capitalistas
teóricos (3). Por un lado están los capitalistas financieros, cuyo
dinero (D) se reproduce en la forma D-D’ (donde D’>D), lo que quiere
decir que en apariencia el dinero se transforma en más dinero sin pasar
por ningún proceso. Por otro lado están los capitalistas productivos,
cuyo dinero (D) necesita pasar por un proceso de producción (P) de
mercancías (M) para que de más dinero (D’), en la forma D-M-…P…-M’-D’.
Tenemos aquí dos formas posibles de hacer dinero con el dinero
disponible, pero a través de mecanismos diferentes. El ciclo corto D-D’
se corresponde con el capitalista financiero y el ciclo largo
D-M-…P…-M’-D’ se corresponde con el capitalista productivo. ¿A quién
prefieren ustedes?
Esto genera una falsa apariencia, o lo que Marx llamaba el fetichismo
del capital (4). La gente comienza a pensar que el dinero es capaz de
generar más dinero de forma autónoma. Dado que su dinero está en el
banco y al cabo de cierto tiempo el banco le remunera un tipo de interés
determinado… el individuo tiende a pensar que es un proceso
desconectado de la realidad. Lo mismo ocurre con las acciones o lo que
se llama “capital ficticio”, y que conviene detenernos a estudiar.
Las acciones de una empresa representan el capital invertido que hay
en la misma. Imaginemos las acciones de Repsol, que representan el
capital invertido en concepto de perforadoras y toda la infraestructura
necesaria para la explotación y refinado del petróleo. Pero en realidad
el dinero está ya convertido en capital, es decir, está en esas mismas
infraestructuras. El papel que simboliza la acción es en realidad una
especie de duplicado. Aunque la acción se presenta como capital y aunque
se puede comprar y vender (en la bolsa) y tiene su propio precio (que
se mueve arriba y abajo con sus propias leyes), es en realidad capital
ficticio. Por eso cuando cae la bolsa lo que percibimos es la
desvalorización de ese capital ficticio. Pero eso no quiere decir que
desaparezca capital -que se mantiene en su sitio- sino que el capital
ficticio es el que desaparece. Las acciones, como todo título
financiero, son única y exclusivamente derechos de participar en las
ganancias presentes y futuras. Eso es lo que pierde valor.
De hecho también la deuda pública es un derecho de participar en las
ganancias presentes y futuras, solo que en este caso hablamos de
impuestos. Quien compra deuda pública no está comprando las carreteras o
colegios públicos sino el derecho a participar en la siguiente
recolecta de impuestos. Lo mismo ocurre con las acciones y los títulos
emitidos por las empresas (como bonos y obligaciones): no compran el
capital per se sino el derecho de participar en las ganancias presentes y futuras.
Si el proceso de producción falla -no se reinicia el ciclo de
capital, por ejemplo porque las empresas no venden y no obtienen
beneficios- o los impuestos son insuficientes en el caso de los Estados,
el capitalista financiero no puede cobrar su interés (la parte de la
ganancia que le corresponde). Entonces, y solo entonces, llega la crisis
financiera.
El interés y la naturaleza parasitaria del sistema financiero
La naturaleza del sistema financiero debe comprenderse entonces como
complementaria a la del sistema productivo en su conjunto. Es, en cierto
sentido, parasitaria. Por eso autores clásicos como Marx consideran al
sistema financiero improductivo desde el punto de vista técnico. El
sistema financiero es un simple instrumento para espolear la producción,
pero a la vez puede ejercer una tensión sobre la misma. Tiene, por lo
tanto, un rol contradictorio. Sin el sistema financiero, y muy
particularmente sin el sistema bancario, no se habrían acometido grandes
proyectos -como las grandes infraestructuras; ferrocarriles, por
ejemplo- porque hubieran necesitado ser financiados poniendo de acuerdo a
unas pocas grandes fortunas. Véanse aquí los ejemplos que describí para el caso español.
Los bancos permiten centralizar el capital, es decir, acumular el
ahorro de muchos sujetos diferentes y poder financiar con toda esa suma
las grandes inversiones vía préstamos. Eso espolea la acumulación -el
crecimiento económico- y permite al sistema económico ampliar su
potencial. Pero a la vez ese fenómeno debe sustentarse en que dicha
acumulación sea suficientemente rentable como para pagar el préstamo.
Porque como el interés viene a compartir la ganancia, sin ésta no puede
devolverse el préstamo ni pagar el interés y el sistema puede quebrar y
entrar en crisis. Este hecho contradictorio lo explicamos también aquí.
Los activos tóxicos como manifestación de la crisis financiera
El sistema financiero ha estado creciendo en España fundamentalmente
gracias a la dinámica de crecimiento de la actividad productiva
dominante en este país, es decir, la construcción. Esto quiere decir que
ha prestado grandes cantidades de dinero a las empresas constructoras e
inmobiliarias, amén de haber especulado en los mercados financieros
internacionales (como comentábamos aquí).
Esto ha permitido al sistema financiero hacer un negocio espectacular
gracias a la cantidad de préstamos y los diferenciales de interés (la
diferencia entre lo que pagaba por financiarse y lo que recibía por
prestar).
Pero la hora de la resaca llega cuando la actividad productiva se
detiene. La burbuja especulativa estalla y el sistema productivo, que
necesitaba crédito para crecer (debido a un penoso modelo de crecimiento
basado en la desigualdad), se detiene. Las constructoras e
inmobiliarias no venden, y despiden trabajadores y quiebran. Y el mismo
sistema financiero que proporcionaba la gasolina al crecimiento
económico se limita a comprobar que su fuente de obtención de ingresos
se ha secado. Ya no hay a quién darle préstamos con los que seguir
obteniendo beneficios. Y además tiene que sufrir una desvalorización de
gran parte de su activo, pues esas viviendas, suelo y préstamos varios
ya no valen lo que los contables dicen que valen. Es decir, tiene que
anotarse pérdidas.
Es entonces cuando el Estado entra a salvar entidades. Lo que hace es
una socialización de pérdidas, tapando los agujeros con dinero público.
Dinero que obtiene de la deuda pública, es decir, prestado por sujetos
que adquieren derechos de cobro sobre los impuestos que pagaremos todos.
El Estado está concentrándose en tapar los agujeros para que el sistema
financiero esté saneado, pero ahora viene el problema: ¿y después, qué?
Imaginemos que el sistema financiero queda perfectamente limpio
gracias al desembolso masivo del Estado. Ahora los bancos ya no tienen
activos tóxicos porque el Estado se los ha tragado. Pero, ¿a quién
prestará el sistema financiero ahora? ¿con quién compartirá la ganancia
productiva? ¿a qué sujeto económico se abrazará cual parásito?
Teniendo presente que no hay ganancia productiva -estamos
decreciendo- el sistema financiero no quiere prestar porque será asumir
pérdidas. Conclusión 1: el sistema financiero no volverá a prestar hasta
que la economía crezca. Pero por otro lado la supervivencia del sistema
financiero depende del sistema productivo, que está hundiéndose. Es
decir, cuanto más se hunda la actividad productiva, más se hundirá el
sistema financiero. Eso significa que en la medida que se siga
deteriorando la capacidad económica de los sujetos económicos -empresas,
familias, Estados- los activos que tiene el sistema financiero perderán
valor, es decir, nuevas pérdidas y activos tóxicos. ¡Sorpresa! Es
decir, un pozo sin fondo porque es un sistema que necesita chupar sangre
-ganancia productiva o impuestos- para sobrevivir.
Y de momento sobrevive con nuestros impuestos, a falta de actividad
productiva. Y esos impuestos provienen, como se pueden ustedes imaginar,
de los recortes en servicios públicos. Círculo cerrado. Aunque ya ayer
planteamos algunas alternativas, en las próximas semanas hablaremos de
las políticas radicales que hay que tomar para salir de este agujero y
círculo vicioso.
NOTAS:
(1) En realidad y según la teoría monetaria endógena no es la segunda
tarea sino la primera. Eso quiere decir que es la inversión la que
genera el ahorro y no al revés. Puede leerse mi explicación de esto aquí.
(2) Los autores poskeynesianos consideran que en nuestra etapa de
financiarización de la economía se produce este hecho, es decir, un
excesivo poder del capital financiero. Sus propuestas de política
económica son las de regular el capital financiero para liberar al
capital productivo de la carga y punción que supone su a la vez
adversario y compañero. Según su visión, de hacer esto el capital
productivo tendría nuevos espacios para permitir una nueva etapa de
crecimiento económico que creara empleo.
(3) Aquí hay que entender la figura como rol. Es decir, el
capitalista financiero es la gran fortuna que invierte sus ahorros en el
banco o el pequeño trabajador que tiene también en el banco sus pocos
ahorros para la pensión. De la misma forma que un ciudadano puede ser un
tiempo peatón y otro conductor.
(4) Marx decía: “En la fórmula D-D’ tenemos la forma más absurda del
capital, la inversión y materialización de las relaciones de producción
elevadas a la más alta potencia: la forma del interés, la forma simple
del capital, antepuesta a su mismo proceso de reproducción; la capacidad
del dinero o, respectivamente, de la mercancía, de valorizar su propio
valor independientemente de la reproducción, la mistificación
capitalista en su forma más descarada”.
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