El Gobierno utiliza la banca pública…
pero se lo calla
7 octubre 2014 | Categorías: Opinión | |
Eduardo Garzón Licenciado
en Economía y Licenciado en Administración y Dirección de Empresas por
la Universidad de Málaga. Es miembro del Consejo Científico de
ATTAC-España.
El artículo 123 del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea
prohíbe a los Estados miembros financiarse directamente a través del
Banco Central Europeo (BCE), obligándolos por lo tanto a tener que pedir
dinero prestado a los bancos privados. Estos bancos sí pueden acudir al
BCE para obtener dinero barato, así que en la práctica acaban actuando
como simples intermediarios entre los Estados y el BCE, obteniendo
beneficios muy jugosos por esta gestión de intermediación. Es evidente
que el propio diseño de la Unión Europea está pensado para que la banca privada tenga un negocio seguro,
ya que de no ser por esta prohibición los Estados podrían acudir
directamente al BCE para financiarse de forma barata y los bancos
perderían su lucrativa actividad de intermediarios financieros.
A menudo numerosas organizaciones civiles así como determinadas
agrupaciones políticas le han exigido al Gobierno español (tanto del PP
como del PSOE) instaurar y desarrollar una banca pública. La idea
esencial es que de esta forma la banca pública podría financiarse de
forma barata en el BCE y luego volver a prestar el dinero al Estado o a
cualquier administración pública pero al mismo coste, mucho más reducido
que el que tiene que asumir por pedir dinero a la banca privada (puesto
que por su carácter privado necesita obtener beneficios para
sobrevivir, algo que no le ocurre a una entidad pública). Sin embargo, ningún
Gobierno ha querido escuchar las demandas, alegando que la banca
pública es cosa del pasado y mucho más ineficaz, costosa e ineficiente
que la banca privada.
Pero eso de cara a la galería, claro, porque el Gobierno de
Rajoy hace tiempo que decidió recurrir a lo poco de banca pública que
aún queda en España para intentar sortear los obstáculos que le impone
la banca privada. Eso sí, por la puerta de atrás para que nadie
le pueda echar en cara que se esté aprovechando de las ventajas de la
banca pública cuando no se cansan de repetir que ésta sólo presenta
inconvenientes frente a la privada.
A comienzos de 2012, en plena crisis de la deuda pública, cuando la
prima de riesgo alcanzó cotas inimaginables y cuando el coste de
financiación de las administraciones públicas era estratosférico, al
Gobierno de Rajoy se le ocurrió que podían utilizar una entidad pública
de crédito (el Instituto de Crédito Oficial –ICO–) para que las
administraciones públicas se financiaran. El punto 2 del artículo
mencionado aclara que la prohibición no afecta a las entidades públicas
de crédito, por lo que éstas pueden obtener dinero a un coste reducido
en el BCE y luego utilizarlo para prestarlo a cualquier agente
económico, también a un precio reducido. Por lo tanto, el ICO
acudió en 2012 a la ventanilla del BCE para pedir prestados 20.000
millones de euros con los que financió al Estado y a las comunidades
autónomas. Un atajo muy útil para obtener financiación a un coste bajo.
Pero no quedó ahí la cosa. En 2013 y 2014 los problemas de
financiación de las administraciones locales se redujeron notablemente,
por lo que no fue necesario volver a acudir a este pequeño banco
público. Sin embargo, lo que sí seguía (y sigue) suponiendo un grave
problema es que los bancos privados apenas dan préstamos a las familias y
empresas. De nuevo al Gobierno de Rajoy se le ocurrió una excelente
idea: recurrir otra vez a la banca pública. Durante todo 2013 el ICO
ofreció créditos por valor de 22.000 millones de euros a las empresas.
Hasta mediados de septiembre de 2014 la entidad pública de crédito ha
concedido 14.630 millones de euros en más de 197.000 operaciones, más
del doble que durante el mismo período del año anterior. Precisamente ésta es la explicación de que el hundimiento del crédito en España se haya frenado desde 2013
(aunque la caída continúa). Lo llamativo de esto es que el Gobierno
venda como una buena noticia que 2013 y 2014 no estén siendo años tan
malos en cuanto a créditos a familias y empresas, sin especificar que ha
sido gracias a un banco público.
La hipocresía de este Gobierno es máxima: reniega
oficialmente de la banca pública por considerarla peor herramienta que
la banca privada pero al mismo tiempo recurre a los canales de la
primera cuando la segunda resulta inservible o muy costosa.
Todo esto no hace sino reforzar la idea de que para poder gestionar la
economía de forma que sea útil a la mayoría de la población necesitamos
una potente banca pública que permita una mejor financiación bancaria, a
menor coste y sin necesidad de hacer de oro a una minoría de la
población a costa del resto.
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