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sábado, 11 de octubre de 2014

carta a Ana Mato...


 Ana Mato, Mariano Rajoy y Esteban González Pons.
y digo yo... Por qué todo lo que toca el  PP huele a muerte:  los enfermos de hepatitis, vacas locas, Yak-42, el prestige, la guerra, la sanidad, RTVE, el metro valenciano, los árboles, Madrid Arena,   la libertad de expresión, la educación, los derechos de la mujer, los derechos laborales, el ébola, la decencia, la ética, la solidaridad, los principios...

Los enfermos de Hepatitis C denunciarán a Sanidad por no pagar un tratamiento eficaz
Señalan que, habiendo un medicamento aprobado y eficaz contra esa enfermedad, siguen muriendo cientos de enfermos

Un buen amigo y mejor persona me manda ésta carta indignada a la Sra. Mato... 

 La ministra Ana Mato.
Mi  carta a la señora Ana Mato:

Quisiera empezar esta carta con una fórmula cortés de las que se suelen emplear en estas ocasiones, pero al no ser usted ni estimada, ni muy señora mía, ni apreciada, tan sólo me referiré a usted con su nombre.

Señora Ana Mato, ante esta noticia escuchada con espanto, tristeza e indignación, me permito el lujo de plantearle algunas cuestiones.

¿Cuánto vale una vida, señora Ana Mato? ¿Prefiere gastarse el dinero en confetti que en la salud de unos ciudadanos a los cuales debe proteger como ministra? Ya que enarbolan la bandera que ustedes llaman 'provida' con el tema del aborto, ¿por qué no lo aplican en este caso en vez de dejar morir a miles de españoles?.

Sinceramente, señora Ana Mato, si su momento preferido del día es ver cómo visten a sus hijas (que ya hay que tener cuajo para soltar semejante exabrupto a la inteligencia), el mío sería ver cómo estas personas reciben su tratamiento y pueden seguir adelante con sus vidas. Claro que las farmacéuticas son desalmadas y abusan de su poder, pero para eso también hay otra solución, si se me permite: proteger a los investigadores españoles para que puedan desarrollar sus carreras profesionales en España y no sigamos asistiendo a la constante y diaria fuga de cerebros de la que se aprovechan estas multinacionales que luego especulan con nuestas vidas y les ponen precio gracias a un trabajo que no se impulsa desde las instituciones públicas.

Por todo ello, una vez más, creo imprescindible recordar a esta ministra del cofetti que su labor debe obedecer al juramento hipocrático que todo médico e investigador debe suscribir:

Juro por Apolo médico, por Esculapio, Higía y Panacea, por todos los dioses y todas las diosas, tomándolos como testigos, cumplir fielmente, según mi leal saber y entender, este juramento y compromiso:

Venerar como a mi padre a quien me enseñó este arte, compartir con él mis bienes y asistirles en sus necesidades; considerar a sus hijos como hermanos míos, enseñarles este arte gratuitamente si quieren aprenderlo; comunicar los preceptos vulgares y las enseñanzas secretas y todo lo demás de la doctrina a mis hijos y a los hijos de mis maestros, y a todos los alumnos comprometidos y que han prestado juramento, según costumbre, pero a nadie más.

En cuanto pueda y sepa, usaré las reglas dietéticas en provecho de los enfermos y apartaré de ellos todo daño e injusticia.

Jamás daré a nadie medicamento mortal, por mucho que me soliciten, ni tomaré iniciativa alguna de este tipo; tampoco administraré abortivo a mujer alguna. Por el contrario, viviré y practicaré mi arte de forma santa y pura.

No tallaré cálculos sino que dejaré esto a los cirujanos especialistas.

En cualquier casa que entre, lo haré para bien de los enfermos, apartándome de toda injusticia voluntaria y de toda corrupción, principalmente de toda relación vergonzosa con mujeres y muchachos, ya sean libres o esclavos.

Todo lo que vea y oiga en el ejercicio de mi profesión, y todo lo que supiere acerca de la vida de alguien, si es cosa que no debe ser divulgada, lo callaré y lo guardaré con secreto inviolable.

Si el juramento cumpliere íntegro, viva yo feliz y recoja los frutos de mi arte y sea honrado por todos los hombres y por la más remota posterioridad. Pero si soy transgresor y perjuro, avéngame lo contrario.

Usted dirá que son cuestiones puramente económicas y de presupuesto. Y ahí está la trampa, que no se puede por un lado esgrimir estos argumentos, mientras con la otra mano se da desde el mismo Gobierno al que usted pertenece de plena conciencia, un crédito de cientos de millones de euros para comprar armas desde el Ministerio de Defensa. Porque aquí también me asalta otra duda: ¿si no garantizan la sanidad de sus ciudadanos, a quién prentende defender?

Y volviendo a la primera cuestión, si para usted la vida humana tiene un precio, ¿cuál sería el suyo?

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