Podemos nos ha
regalado dos estampas esta legislatura que han puesto la conciliación
-posibilidad de tener vida al margen del trabajo- en el foco de un
debate que ha recogido Mariano Rajoy para, súbitamente, hacerse el presi
enrollado, con una propuesta muy de Ciudadanos: el cambio de horarios
cañís españoles. No es un mal dato para los que huimos del
catastrofismo: Podemos monta el número, Ciudadanos estudia y el PP
pretende ponerse la medalla. Estupendo. El PSOE dice a todo que sí.
Concilio laboral primero.
La primera de las escenas fue
la de Carolina Bescansa y su bebé buenísimo en el Congreso. Aquello
reveló aspectos interesantes de la gurú demoscópica de Podemos: no cree
que la teta durante muchos meses esclavice a la mujer, le gusta el
clasicismo español en la ropa de bebé, como a la Duquesa de Cambridge y,
como ésta, también dispone de una nanny. Como debe ser, dirá una abuela
de toda la vida. Como querrían muchas, suspirarían las obligadas a
dejar a los bebés en guarderías con cunas, llantos y mocos. La segunda
estampa, sin embargo, ha pasado más desapercibida. David Bravo no
repetirá como número 1 de Almería porque tiene que cuidar a su hijo.
Cada vez hay más hombres así y no los hacemos visibles.
El
otro día, lavando el coche, unos hombres me miraron mal. No había
quitado del todo el barro de los bajos con el chorro a presión. Empecé a
mirarles yo. La colección de bayetas. Los sprays para el salpicadero.
La destreza con el aspirador. Me vino aquel anuncio que recordaba a los
hombres que, si podían ser tan aplicados en la limpieza del coche,
quizás pudieran probar con la lejía en el retrete. Seguro que sí. No hay
nada genético que impida también preparar meriendas o ir al parque.
Otra cosa ya es lo de la necesidad o no de hacer las camas.
David
Bravo ha probado la vida en el Congreso. Seguro que ha habido tensiones
familiares. Tiene custodia compartida de su hijo. Esa fórmula se va
imponiendo en las separaciones más civilizadas y, todo hay que decirlo,
con más medios económicos, donde no hay guerra por el piso de 70 metros.
Prospera en parejas en las que hay consenso sobre la necesidad de no
cercenar las posibilidades laborales de ninguno y que ambos se
sacrifiquen o disfruten por igual de sus hijos. O sea, una fórmula que
prima la igualdad y la libertad de la mujer. Pero muchos prefieren
ilustrar todo este debate con el bebé de Bescansa y no con el convenio
de separación de David Bravo, al que no le falta trabajo de abogado.
Quizás también eso haya pesado en su decisión. Tiene otra vida al margen
de la política. Hay muchos que pelean por ir en las listas que no
quieren conciliar: viven sólo para el partido. No les quitemos mérito.
David Bravo ha descubierto que eso es muy sacrificado. Él ha calificado
de «mundana» las razones de su retirada de la lista y ha dicho que es lo
que hacen las mujeres muchas veces. Precisamente por eso, su gesto hace
más por la igualdad que el de Bescansa. Lo siguiente podría ser ver a
un padre dar un biberón, contra los consejos de la Liga de la Leche.
Progresamos.
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