Desahucios. El rescate de las familias... Antonio Quero
Los
desahucios son el caso extremo de una realidad que viven más de cinco
millones de hogares españoles: una caída de ingresos, por paro o por
recortes, que implica estrecheces económicas importantes para pagar la
hipoteca. En estas condiciones esperar que repunte el consumo es
ilusorio, lo que equivale a decir que las perspectivas de creación de
empleo, son muy remotas. A su vez, más paro, y en particular más paro de
larga duración, significa más morosidad hipotecaria y más desahucios.
Hay que actuar por tanto no sólo para evitar el drama de los
desahucios sino, más ampliamente, para aliviar a las familias de la losa
hipotecaria en que se ha transformado para ellas el estallido de la
burbuja inmobiliaria.
Ahora bien, ¿cómo se puede financiar una rebaja de la cuota
hipotecaria mensual de las familias? Tengamos en cuenta que si
limitáramos la mensualidad de la hipoteca al 20% de los ingresos del
hogar estaríamos hablando de un coste global anual de cerca de quince
mil millones de euros. El Estado, por descontado, no dispone de dicha
cantidad ni está en condiciones de obtenerla en el mercado de deuda.
Las entidades de crédito, al día de hoy, tampoco están en condiciones
de absorber por sí solas dicha cantidad. Al día de hoy no, pero si
analizamos su situación en una perspectiva más amplia nos damos cuenta
de que sí cuentan con un margen suficiente para soportar el rescate de
las familias.
En efecto, gracias al banco malo, a los decretos de reforma
del sistema financiero y a las ayudas a la recapitalización, los bancos
se han deshecho de su cartera de créditos hipotecarios fallidos, o la
han amortizado, conservando en cartera los créditos hipotecarios sanos.
Esta cartera sana representa del orden de medio billón de euros que los
bancos irán cobrando a lo largo de los próximos quince a veinte años.
Esa renta futura, o parte de ella, se puede cobrar fácilmente por
adelantado a través de la venta de cédulas hipotecarias. Dichas cédulas
son como una obligación que emite el banco adosada a préstamos
hipotecarios, es decir que el banco paga los cupones de la obligación
con la devolución de las hipotecas. Más de la mitad de la cartera
hipotecaria de los bancos está titulizada en cédulas, lo que les permite
transformar los préstamos concedidos en liquidez inmediata.
Rebajar las hipotecas al 20% de los ingresos familiares durante dos
años, y a la mitad de dicha rebaja el tercer año, tendría un coste
aproximado de 48.000 millones de euros y se puede financiar con un
mecanismo como el que acabamos de describir y que detallamos en un documento de propuestas para la salida de la crisis.
De esta forma estaríamos cumpliendo tres objetivos. El primero es una
inyección significativa de renta disponible de quince mil millones
anuales que supondría, para más de cinco millones de familias, un ahorro
mensual de entre cien y trescientos euros de media, los cuales, en las
circunstancias actuales se destinarían en su mayoría al consumo (se
trata de hogares con una renta inferior a tres mil euros mensuales). De
esta forma se contribuye a estimular la demanda y se posibilita el plan
de creación de tres millones de empleos en los próximos tres años
propuesto en el documento antes mencionado.
El segundo es un objetivo de equidad: los contribuyentes españoles
soportan el peso del rescate a la banca, por lo que es justo reclamarle a
ésta que contribuya a rescatar a las familias de la lacra del paro y de
los recortes que están sufriendo a causa de la codicia de los bancos
durante la burbuja inmobiliaria.
El tercero es una vía alternativa a los desahucios para las familias víctimas de insolvencia sobrevenida a causa de la crisis.
Equidad, justicia social y recuperación económica. Se trata de una
propuesta que las fuerzas políticas y el Gobierno deberían estudiar
urgentemente si todavía les queda un mínimo de empatía hacia los
sufrimientos de la ciudadanía.
Antonio Quero es funcionario de la Comisión Europea y militante del PSOE
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