En Clave Tuerka TTIP
¿Es libre el Tratado del “Libre Comercio” entre EEUU y la UE?...
Vicenç Navarro
Catedrático de Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra, y Profesor de Public Policy. The Johns Hopkins University
Catedrático de Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra, y Profesor de Public Policy. The Johns Hopkins University
Una de las áreas de macroeconomía donde el lenguaje contradice más
las realidades que intenta definir es la que se conoce como libre
comercio (dentro de la cual se incluye el propuesto Tratado de Libre
Comercio entre EEUU y la Unión Europea). Como en todos los tratados de
libre comercio, este tratado es promocionado, por sus promotores, como
un tratado que intenta liberalizar el comercio, eliminando barreras que
obstaculicen el intercambio comercial. Los principales promotores de
estos acuerdos son las grandes empresas transnacionales, definidas
erróneamente como multinacionales.
Lo primero que debe aclararse es que de libre comercio estos tratados
tienen muy poco. La situación actual a los dos lados del Atlántico
Norte ya permite la libre circulación del comercio, habiendo
prácticamente desaparecido los impuestos y aranceles que solían
dificultar el libre movimiento de productos y servicios. En realidad,
tales tratados tienen muy poco que ver con facilitar el libre comercio.
Lo que en realidad está detrás de estos tratados es proteger los
intereses de dichas empresas frente a las regulaciones de los Estados
que intentan proteger a la ciudadanía frente a sus prácticas desleales y
dañinas para la población, que afectan a la salud y el bienestar de los
ciudadanos, bien como trabajadores, consumidores o como personas que
pueden estar sujetas a ofensas ambientales. De ahí que un elemento clave
de estos tratados haya sido disminuir estas intervenciones públicas que
existen en defensa de los ciudadanos de los países, y establecer
tribunales de justicia que tengan mayor potestad y responsabilidad
jurídica que los tribunales de cada Estado. Su objetivo es, pues,
desarrollar sistemas jurídicos paralelos y con más poder que los
tribunales nacionales. De ahí que cuando el gobierno de un Estado firma
el tratado cede soberanía a una instancia superior. Las decisiones de
sus Tribunales de Justicia pasan a ser secundarias a un Tribunal
superior, el Tribunal que establece tal Tratado, siempre bien conocido
por sus simpatías hacia tales transnacionales.
Es interesante notar que, por regla general, los partidos que más
favorecen estos tratados son partidos conservadores y liberales (las
derechas) que siempre se autodefinen como las fuerzas más “patrióticas”,
siendo las que casi siempre ceden más la soberanía de sus Estados a
favor de las empresas transnacionales. El caso español (incluyendo el
catalán) es un claro ejemplo de ello.
La reproducción de las prácticas monopolistas
Un caso claro de ello es lo que está ocurriendo con la altamente
monopolizada industria farmacéutica. Esta industria, claramente a la
defensiva en estos días de crisis (generada en parte por el Ébola, pues
nunca dieron ninguna prioridad a desarrollar la vacuna contra esta
enfermedad), desea mantener la cláusula de permanencia de los
monopolios, permitiendo a la empresa Gilead Sciences vender su
medicamento contra la hepatitis C por 84.000$ (unos 67.000€) en EEUU,
cuando este medicamento puede conseguirse por un precio mucho, pero
muchísimo, más bajo en otro país (900$, unos 700€). Parecería lógico que
en un Tratado de Libre Comercio los productores del mismo fármaco pero a
un precio menor pudieran venderlo en el país donde el precio es mucho,
pero muchísimo, mayor. Pues bien, la situación es precisamente la
opuesta. Se protege a las empresas farmacéuticas que lo venden a un
precio mucho más caro, manteniendo su monopolio sobre el mercado. Y a
esto lo llaman libre mercado.
En realidad, estos tratados de libre comercio protegen descaradamente
a las empresas que venden en varios países, lo que explica que se les
llame multinacionales. Ahora bien, este término parecería indicar que
son propiedad de varios países, lo cual no son. Son empresas
transnacionales, basadas en un país, que a través del Estado en el que
están basadas (por regla general, un país de economía más avanzada)
ejercen su poder sobre el comercio internacional. Y cuentan con la
protección del tribunal que gobierna cada tratado de libre comercio en
beneficio suyo. De ahí que acompañando a los tratados de libre comercio
siempre haya cláusulas que debilitan la normativa laboral, ambiental y
social de los países que forman parte del tratado. Legislación que ha
sido aprobada por los parlamentos nacionales resultado de la presión de
fuerzas laborales, como sindicatos, o de prácticas políticas
progresistas y/o verdes, y que se dejan de lado por considerarse que
limitan el poder de las transnacionales. Y a esto, repito, también lo
llaman libre comercio.
En Europa, este Tratado de Libre Comercio representa también una
amenaza a los servicios públicos, como los Servicios Nacionales de
Salud, que puede considerarse que vulneran el libre comercio de
servicios, forzando la privatización de tales servicios. Esta ha sido
una de las causas por las que defensores del Servicio Nacional de Salud
de Gran Bretaña han denunciado dicho tratado. Las compañías
transnacionales son plenamente conscientes de que sus acciones pueden
ser muy impopulares, lo cual explica la falta de transparencia y
opacidad de los preparativos de tal tratado. De ahí la urgencia de que
haya una población bien informada para que pueda frenar tales
comportamientos en los países afectados y sujetos al tratado. Por
desgracia, los mayores medios de información y persuasión no han estado
informando sobre los preparativos de tal tratado, en parte debido a la
gran influencia que tales transnacionales ejercen en las instituciones
políticas y mediáticas de los países. Y a esto le llaman libertad de
prensa. Es característico del discurso y narrativa dominante que la
palabra libertad siempre se utiliza para defender los intereses de unas
minorías que dominan aquellas instituciones que se presentan como
democráticas las primeras (las políticas) y como plurales y libres, las
segundas (las mediáticas). La libertad es, pues, la libertad para
defender sus intereses. Así de claro.
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