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lunes, 5 de septiembre de 2011

HOY, P.S. ...


...Y de pronto, en el alto
silencio de la noche,
un soñar mío empieza
al borde de tu cuerpo;
en él el tuyo siento.
Tú dormida, yo en vela,
hacíamos lo mismo.
No había que buscar:
tu sueño era mi sueño.
P.S.

1 comentario:

  1. Aquí
    en esta orilla blanca
    del lecho donde duermes
    estoy al borde mismo
    de tu sueño. Si diera
    un paso más, caería
    en sus ondas, rompiéndolo
    como un cristal. Me sube
    el calor de tu sueño
    hasta el rostro. Tu hálito
    te mide la andadura
    del soñar: va despacio.
    Un soplo alterno, leve
    me entrega ese tesoro
    exactamente: el ritmo
    de tu vivir soñando.
    Miro. Veo la estofa
    de que está hecho tu sueño.
    La tienes sobre el cuerpo
    como coraza ingrávida.
    Te cerca de respeto.
    A tu virgen te vuelves
    toda entera, desnuda,
    cuando te vas al sueño.
    En la orilla se paran
    las ansias y los besos:
    esperan, ya sin prisa,
    a que abriendo los ojos
    renuncies a tu ser
    invulnerable. Busco
    tu sueño. Con mi alma
    doblada sobre ti
    las miradas recorren,
    traslúcida, tu carne
    y apartan dulcemente
    las señas corporales,
    para ver si hallan detrás
    las formas de tu sueño.
    No la encuentran. Y entonces
    pienso en tu sueño. Quiero
    descifrarlo. Las cifras
    no sirven, no es secreto.
    Es sueño y no misterio.
    Y de pronto, en el alto
    silencio de la noche,
    un soñar mío empieza
    al borde de tu cuerpo;
    en él el tuyo siento.
    Tú dormida, yo en vela,
    hacíamos lo mismo.
    No había que buscar:
    tu sueño era mi sueño.

    Pedro Salínas.

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