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viernes, 3 de enero de 2014

Amor: 10 pasiones heterodoxas con historia

Amor: 10 pasiones heterodoxas con historia

Diez historias que tienen en común la transgresión del orden sentimental establecido, la pérdida de los roles adjudicados por la sociedad. Las protagonizan mujeres y hombres que situaron su amor por encima de convencionalismos y prejuicios.
El amor que hace crecer: Katharine Hepburn y Spencer Tracy
"Me temo que soy un poco alta para usted, señor Tracy", dijo Katharine Hepburn. "No se preocupe, miss Hepburn, la pondré a mi altura", contestó Spencer Tracy. Con esta frase cuenta la leyenda fílmica que comenzó una de las relaciones más apasionadas del séptimo arte. La Hepburn contaba treinta y tres años y sus anteriores romances y matrimonios sólo la habían dejado un poso de amargura: "El hombre y la mujer no están hechos perfectamente el uno para el otro". Se equivocaba. Un irlandés, ultracatólico y borrachín, con un hijo sordomudo y una mujer enferma de la que no podía divorciarse a causa de sus ideas religiosas, la hizo vivir un apasionado romance que duró veinticinco años. Lo que sorprende de esta relación es su secreto, en un mundillo donde ese calificativo roza lo quimérico. Pero, paradójicamente, a la vez que guardaban celosamente su intimidad sentimental, sus amores, desavenencias, histerias y borracheras, eran vividas por millones de personas de todo el mundo en las nueve películas que hicieron juntos de vida profesional.  Y, sin embargo, ese matrimonio, que para la sociedad de la época nunca fue tal, les permitió guardar la independencia profesional y vital. Gracias al amor sus espíritus crecieron.

Un amor por decreto: La reina Isabel II de España y el general Francisco Serrano
Casada a los dieciséis con su primo Francisco de Asís, duque de Cádiz, al que el populacho llamará malévolamente "Doña Paquita" a causa de su afeminamiento, vivió apasionados romances con distintos dignatarios del reino, y otros hombres no tan encumbrados, que hacían temblar a la corte casi tanto como hoy a la corona inglesa las promiscuas imágenes de sus príncipes y princesas. Ella, impulsiva y emocional, ya sabía mucho de la vida gracias a los mayordomos y camareras que trajinaban en palacio y antes de su matrimonio eran vox populi sus relaciones amorosas con Francisco Serrano y Domínguez, el "general bonito". Es un amor sostenido por el decreto. Los favores de la reina convirtieron al general Serrano en el hombre más poderoso de España, al que nombró duque de Latorre y puso en sus manos el gobierno de la nación. En Recuerdos y Olvidos, Jacinto Benavente llegó a insinuar que el "general bonito es el padre de Alfonso XII", aunque otras maledicencias adjudican esa paternidad al guardia de corps catalán Puig Moltó. La magia de su romance acabó con aquel grito de los insurrectos en la revolución de 1868 que decían "¡Abajo la Isabelona, fondona y  golfona!".

Un incesto atormentado: Elisabeth y Friedrich Nietzsche
Nietzsche, uno de los más grandes pensadores de todos los tiempos tuvo una atormentada relación con las mujeres. El doble rechazo que sufrió por parte de la sofisticada Lou von Salomé, no hizo más que agravar la dependencia sentimental de su hermana, Elisabeth, dos años menor que él. A lo largo de la vida del filósofo, Elisabeth ejerció de colega, amiga, confidente, enfermera y amante. El escritor Fernando Savater se pregunta: ¿Quién puede comprender del todo la fascinación que Nietzsche sintió por Elisabeth, su aterrada atracción por esa Antígona a la que odiaba con desesperada dulzura, que fue para él la mujer eterna, la insoslayable realidad de lo femenino?". La ruptura del tabú incestuoso le obliga a luchar contra una culpabilidad que su razón no admitía. Su vida sexual, de no mediar sentimentalmente su hermana, hubiera sido "normal" y posiblente la genialidad de su pensamiento se hubiera visto muy resentida. Incluso cuando su hermana se casa con el odioso Förster, un terrateniente paraguayo que utilizaba esclavos en sus plantaciones, la sigue a América, aunque más tarde volverá a peregrinar insatisfecho por la Europa mediterránea. Posiblemente, los achaques que arrastra a causa de una sífilis mal curada, acaban con su vida en agosto de 1900. Por supuesto, muere en brazos de su hermana, que más tarde recopilará sus escritos y publicará algunas de las grandes obras de Nietzsche.
Cuando se aman dos mujeres: Virginia Woolf y Vita Sackville-West
El amor de Virginia Woolf por la aristócrata inglesa Vita Sackville-West respondía a la demencia propia de la escritora. Su psicosis maníaco-depresiva la obligaban a la inconstancia sentimental. Vita escribió en una carta: "También ella me ama, lo cual me halaga y me gusta (...). Me da un miedo espantoso producirle sentimientos físicos debido  a su locura (...) Por otra parte, Virginia no es de la clase de persona que uno pudiera creer. En ella hay algo incongruente, casi indecente. Me he acostado con ella un par de veces, pero eso es todo". Su amor debió estar presidido por los accesos de locura que sufría Virginia y que era incapaz de reconocer. Las voces que decía oír en su cabeza la atormentaban y la empujaban a castigarse. Antes de conseguirlo definitivamente, Virginia Woolf ya intentó acabar con su vida arrojándose al vacío y envenenándose con veronal. Consiguió su propósito suicida a la edad de 59 años hundiéndose, con piedras en los bolsillos, en las aguas de un río.
El mito de Lolita: Woody Allen y Soon-Yi
El mito de Lolita, la adolescente que enamora y trastorna a los hombres maduros, sigue vivo. El que tuvo más repercusión internacional fue el de los amores de Woody Allen cuando tenía 57 años, casado con la actriz Mia Farrow, con su hija adoptiva, la coreana Soon-Yi que entonces contaba 20, una niña que Mia Farrow había adoptado durante un anterior matrimonio. Desde que la actriz descubrió fotos de Soon-Yi desnuda en el apartamento de Allen, el escándalo fue grandiosamente aireado para la opinión pública con juicios, amenazas de muerte y acusaciones de abuso sexual de menores. Estos amores, que ya de por sí sufren una considerable presión social y psíquica, se exponen al juicio de todas las familias burguesas del mundo, que inevitablemente toman partido. Para echar leña al fuego y con la sana intención de provocar, el cineasta estrenó una película protagonizada por él mismo y Mia Farrow, en la que Allen se enamora de una jovencita de 21 años. El escándalo sigue estando servido.
Hombres y amantes: Juan Carrero y Enrique Naya (Costus)
Más conocidos como Costus, estos dos insólitos personajes fueron germen del movimiento cultural más libre y heterodoxo en España durante este último cuarto de siglo, la denominada "movida madrileña". Pintores decadentes y provocadores, su historia de amor es la de una pareja de hombres que vivieron con toda la intensidad el momento, pero que permanecieron fielmente unidos. Por su casa pasaron todos los personajes del underground nacional con Pedro Almodóvar y Alaska a la cabeza. Cuando Enrique Naya murió de SIDA en mayo de 1989, su compañero Juan Carrero fue incapaz de superarlo y puso fin a su vida ahorcándose un mes más tarde. El amor no acepta el final. Exposiciones antológicas antiguas y recientes pusieron de manifiesto la creatividad de la pareja que tuvo el valor de abandonar un día sus puestos de funcionarios para crear una historia marcada por la originalidad: "Una historia de amor -diría la cantante Alaska-, del amor entre dos personas y del amor hacia su obra".
Buscando a la madre desesperadamente: Jean-Jacques Rousseau y la señorita de Warens
Huérfano de madre desde su nacimiento, el filósofo enciclopedista Rousseau buscó en su juventud el amor de la madre perdida. Tuvo suerte. Tras escapar de la casa paterna, fue recogido por la señorita de Warens, único nombre con el que ha pasado a la posteridad, la cual le inicia tanto en la vida cultural como en la sexual. Durante siete años, de 1733 a 1740, Rousseau recibe el afecto y el apoyo creativo que le faltó con la madre a la que nunca conoció. Lee, escribe y ama junto a esta mujer a la que quedará eternamente agradecido cuando le llegue la fama. Incluso cuando vive con otras mujeres y tiene hijos no la olvida. La describe como "la más tierna de las madres, que nunca busca su placer, sino el bien de los demás". Cuando marcha a París en busca de fortuna, va con la seguridad de un hijo al que apoya una madre amantísima, "una madre joven y bonita deliciosa de acariciar".
El amor por encima de la gloria: Eduardo VIII y la señora Simpson
Fue uno de los casos que conmovieron al mundo. Un acto de amor por el que un rey renunciaba al trono ante la tesitura de abandonar a la mujer amada. En 1930 comienza la relación del entonces Príncipe Eduardo con la señora Simpson, a la sazón esposa de Ernest Simpson, uno de los pocos allegados de palacio. Anteriormente divorciada de un teniente de la marina estadounidense, la señora Simpson vuelve a divorciarse, tras dos años de relaciones sentimentales con el príncipe, el mismo año en que Eduardo es proclamado rey con el nombre de Eduardo VIII. Estamos en 1936, Europa se agita con convulsiones políticas. En España comienza una guerra civil, pero las revistas del corazón sólo tienen una imagen en su portada: los escandalosos amoríos de la corona británica. Las relaciones con la divorciada pusieron en contra del rey a todos los estamentos civiles y políticos, especialmente la iglesia anglicana. En diciembre de 1936, Eduardo se ve obligado a abdicar del trono y unos meses más tarde se casa con la señora Simpson. Un amor que sólo le costó un reino.
Un amor que trasciende lo físico: Salvador Dalí y Gala
¿Fabricó Gala a Dalí? Así lo aseguran alguno biógrafos. Si no lo fabricó, sí contribuyó a convertirle en el artista más excéntrico del siglo XX. Gala, nacida Gala Dianakoff, estaba casada con el escritor surrealista Paul Éluard. Cuando Salvador Dalí la conoció en 1929, ya no pudo apartarse de ella, y la convirtió en la mujer más retratada de la historia. "Nosotros no vivimos un matrimonio convencional, como los demás mortales", decía Dalí. El rostro de ella inspiraba y movilizaba la creatividad daliniana. Según algunos críticos, su rostro lo pintaba de memoria, con la forma y la expresión que había idealizado.
El pintor la idolatraba por encima de todo. "Cuando estaba ante ella, Dalí se comportaba como un niño frente a su madre", cuenta la modelo Amanda Lear. No importaban las relaciones sexuales como la de los burguesas, su amor se extendía por encima de los prejuicios.
El mismo Dalí, escribió que pensaba como Unamuno, "cuando le preguntaban qué era el amor, él respondía simplemente: 'El amor es mi esposa. Si ella siente repentinamente un dolor en la pierna izquierda, de inmediato siento el mismo dolor'. Y eso es lo que me ocurre cuando Gala sufre o está alegre".

Amor epistolar: Emilia Pardo Bazán y Benito Pérez Galdós
Los dos más grandes novelistas españoles del siglo XIX, Emilia Pardo Bazán y Benito Pérez Galdós, tuvieron una abrupta experiencia morosa que quedó plasmada para la posteridad en una apasionada correspondencia epistolar, sacada a la luz por la profesora Carmen Bravo Villasante en el año 1973. Los biógrafos ha demostrado que los encuentros entre ambos escritores tuvieron que ser escasos, tal vez en Madrid, aunque también realizaron un viaje juntos a las cuevas de Altamira.
Emilia Pardo Bazán fue una mujer adelantada a su tiempo, con una personalidad interesada en la ciencia y que defendía propuestas feministas en una sociedad española cerrada a estas ideas. Su matrimonio, a los quince años con un estudiante, fue un fracaso, y, que se sepa, casi siempre rehuyó nuevos compromisos amorosos. Con Pérez Galdós puso en letra sus más ardientes sentimientos que sólo pudieron hacerse efectivos en muy pocas ocasiones. Pero, en esas cartas, utiliza un tono vulgar, palabras que no ha sido tamizadas por la razón, sino escritas con el corazón. Tacos, juramentos amorosos, construcciones populares, convierten este epistolario en un monumento a la sinceridad.

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