Duquende canta Mi Gitana (My Gypsy's Wife), de Leonard Cohen, adaptación de Javier Mas, enero de 2007 en San Cugat (Barcelona)
Cotilleando a… Leonard
Cohen. Se lo merece como antesala a su visita a Oviedo en otoño para
recoger los 50.000 euros del real premio, el pin para la solapa, la
estatuilla amorfa de Joan Miró y compartir un choca esos cinco del rumboso mecenas de las artes Felipe de Borbón.
1. Leonard por tradición. Se llama Leonard Norman
Cohen. Nace a las siete menos cuarto de la mañana del 21 de septiembre
de 1934 en Montreal (Canadá). A su familia materna le gustaba que los
nombres de los varones empezasen con la letra ele. El bisabuelo,
Lazarus. El abuelo, Lyon. Ambas ramas de la familia eran judías. La
madre, Masha, había nacido en Lituania. Era enfermera. El padre, Nathan,
combatió en la I Guerra Mundial, cultivó la melancolía e hizo una
pequeña fortuna con la empresa textil de la familia. “Moriré pronto. No veré el Bar Mitzvah de Leonard“, pronostrica con acierto. Fallece en 1944, a los 52 años. El hijo no ha cumplido diez.
2. Tinkie. El mejor amigo de Cohen durante sus primeros 15 años de vida es su perro, el terrier escocés
Tinkie. Una noche, cuando el perro tenía 13 años, rasca la puerta,
pidiendo salir al parque Murray Hill, enfrente de casa. Nunca regresa.
Cohen está convencido de que se fue de casa para morir en una soledad
sin lágrimas humanas.
Expediente universitario de García Lorca
3.Vela y oración. La familia es cien por cien kosher.
El abuelo materno, que vive pared con pared con Leonard, es un rabino
especialista en estudios gramaticales talmúdicos. Al niño le gustan la
escuela de hebreo y la sinagoga. “Las velas, las oraciones, el ritual…”,
recordará años después, con muchos puntos suspensivos -como siempre que
habla del judaísmo-. En la casa hay dinero suficiente para pagar los
salarios de un chófer-jardinero (negro) y una nanny (irlandesa). Es obligatorio cenar de traje y corbata.
4. Gacela. Cúbreme por la aurora con un velo, /
porque me arrojará puñados de hormigas / y moja con agua dura mis
zapatos / para que resbale la pinza de su alacrán. Cuando el adolescente Cohen (14) lee Gacela de la muerte oscura siente
que un arado le abre un surco en el pecho. Federico García Lorca se le
mete en la herida y la emponzoña. El niño, iluminado, decide ser poeta. “Nunca dejé el mundo de Lorca”, declaró hace pocos años.
5. Guitarrista suicida. Un año más tarde quiere aprender a tocar flamenco. Un emigrante español
que vive en Montreal le da cuatro o cinco clases. Cuando Cohen aparece
para recibir la sexta le informan que el guitarrista se ha suicidado.
"Let Us Compare Mythologies", primera edición
6. Voz de arena. El primer libro (44 poemas, 58 páginas) es publicado en 1956 en una pequeña editorial de Montreal. Let Us Compare Mythologies alcanza categoría de éxito local: 500 ejemplares vendidos en un año. La voz de arena empieza a tomar forma: Cuando los jóvenes cristianos me contaron / Como clavamos a Jesús / Como una adorable mariposa contra la madera. Cohen dedica el libro a su padre. Está publicado en España por Visor, la editorial que creyó en el valor literario del canadiense mucho antes de las verbenas.
7. On the road. Viaja astralmente (peyote, LSD, hongos)
y sobre el terreno: visita Nueva York y se queda a vivir unos meses. No
necesitaba trabajar: su padre le había dejado en un estipendio anual
vitalicio de 750 dólares. Gana una beca del gobierno canadiense para
jóvenes literatos (3.000) y se va a Londres “a escribir”. Hace demasiado
frío y decide moverse hacia el Este. Se establece en la isla griega Hydra, poblada por bohemios nómadas. Conoce al primer gran amor de su vida, la noruega Marianne Ihlen, casada con el escritor Axel Jensen. Los tres viven juntos en una relación abierta.
Cohen compra una casa por cuatro perras, se dedica a fatigar la
Olivetti portátil con poemas y algo que podría ser una novela y toca la
guitarra y canta todas las noches para los amigos. El farmacéutico le
vende sin problemas Maxitom y Mandrax, una anfetamina y un sedante-hipnótico.
Combina la subida con la bajada, como si quisiera anular ambas.
Marianne es más epicúrea. “Tomábamos el sol, nos tumbábamos al sol, nos
bañábamos, escuchábamos música, bebíamos, hablábamos… Paseábamos a
caballo y hacíamos el amor (…) Durante cinco años me permití un único
lujo: no usar zapatos ni un sólo día”, dijo años más tarde en una
entrevista. Cohen y Marianne lo dejaron sin despecho en 1966. El le
dedicó una hermosa canción de despedida.
Foto de pasaporte de Marianne
8. Entre castristas. En 1961 tiene que regresar de
Hydra a Canadá para renegociar la beca que le permitía vivir. Las
editoriales rechazan el manuscrito de su primera novela. Se desespera y
se monta en un avión hacia La Habana. Va vestido de verde oliva y se deja barba.
Quiere apoyar a la naciente revolución castrista. En el ambiente de
paranoia de la isla (EE UU acaba de decretar el embargo), la policía
política le detiene y le deportan a Montreal después de varios días en
un calabozo. “Creí que aquello iba ser como mi Guerra Civil Española.
Fue una estúpidez romántica”, explicó años después.
9. El escritor (y el speed). Entre 1961 y 1966, consumiendo con arrebato anfetaminas, edita sus mejores libros: los poemarios The Spice Box of Earth (La caja de las especias de la tierra) y Flowers for Hitler (Flores para Hitler) y las novelas The Favourite Game (El juego favorito) y Beautiful Losers (Los hermosos vencidos, descatalogado en España). Quien no los haya leído se pierde una de las obras básicas de la literatura del siglo XX. Existe un curioso y poco conocido documental que muestra a Cohen en su quinquenio dorado. No volvió a escribir nada decente. Tampoco volvió a tomar speed con tanta fruición. Se pasó al vodka.
Suzanne Verdal
10. Habitante de un póster nazi. En 1967 se establece en Nueva York (aunque su destino inicial y desatinado era Nashville, la capital del country and western estadounidense). Se prenda de la Diosa de la Tragedia, Nico, la corrupta modelo alemana que intenta hacer carrera como cantante con la Velvet Underground. Viven un tórrido y complicado romance. “Parece la habitante de un póster nazi”, dice él. Ella le desprecia (“¿33 años? Eres demasiado viejo”) y prefiere al epatante Iggy Pop o al imberbe Jackson Browne. Cohen compone letanías de pérdida y erecciones no reparadas en el Hotel Chelsea, hogar de los villanos.
11. A ciegas. Se embarca en un amor platónico e imposible con Suzzane Verdal, una canadiense casada. Le escribe una canción: Y quieres viajar con ella, / Y quieres viajar a ciegas. Es el primer éxito de Cohen como músico, pero a través de la versión de almíbar de la pieza que hace Judy Collins.
12. Tres discos. Bajo el padrinazgo del productor y cazatalentos John H. Hammond (descubridor
de Billie Holyday, Aretha Franklin, Bob Dylan, Bruce Springsteen y
muchos más) graba sus mejores discos, los tres primeros, Songs of Leonard Cohen (1967), Songs from a Room (1969) y Songs of Love and Hate (1971). Nunca los superará y aún vive a costa de ellos. Alguna vez escribí en 20 minutos
que, “fluyentes de semen y flujo vaginal”, están llenos de canciones
elementales que “pueden llevarte a la muerte, aconsejarte cómo ser un
buen padre, convencerte de que todo hijo es un traidor…”. Todos le
admiran. “Si no fuese yo, quisiera ser Leonard Cohen”, dice Dios Dylan.
13. Sionista. Llama bastante la atención la premura de alguno de los organismos cercanos a la Embajada de Israel en España
en ponerse la medalla del Premio Príncipe de Asturias como si fuese
suya. No es extraño. Cohen es de los pocos artistas pop que siguen
tocando en Israel pese al boicot artístico internacional y el alto stablisment sionista
no olvida el apoyo del cantante a los soldados (“mis hermanos luchando
en el desierto”, les llamó antes de componer en su honor la canción Lover Lover Lover: Que el espíritu de esta canción / Sea un escudo contra el enemigo) ante los que actuó durante la Guerra de Yom Kipur de 1973, escenario de un encuentro que el músico no quiere comentar: las copas de coñac que compartió con Ariel Sharon, entonces general y luego promotor de matanzas.
14. Productor con pistola. Para el disco Death of a Ladies’ Man (1978) Cohen contrata al productor Phil Spector,
que habita en las montañas de la locura y se empeña, pistola en mano, a
imponer sus arreglos catedralicios. Cohen se desentiende de la
promoción del álbum, pero algunas de las canciones (Iodine, por ejemplo) son hermosísimas. La aberración es Don’t Go Home With Your Hard-On (No vayas a casa con una erección), una especie de calipso de fraternidad universitaria
donde hacen coros Bob Dylan y Allen Ginsberg. La mujer morena de la
portada, a la derecha, es Suzzane Elrod, madre de los dos hijos de
Cohen: Adam (1972) y Lorca (1974). Ya se imaginan por qué se llama así
la segunda.
15. Señor de la droga. En 1986, Cohen actúa en un capítulo de Miami Vice. Interpreta a un capo de las drogas. Cuándo le preguntaron por qué dijo que la serie le encantaba a sus hijos.
16. Leonardo Silencio. En 1994 se retira del mundo
durante cinco años para aprender zen. Alcanza el grado de monje y tomó
el nombre de Jikan (Silencio).
17. Mujeriego. Ha estado liado con la fotógrafa francesa Dominique Issermann, la retratista de confianza de Carla Bruni; la actriz Rebecca De Mornay (la mala de La mano que mece la cuna), y la cantante Anjani Thomas.
En penumbra
18. Entre polacos. En Polonia le consideran una
especie de Mesías. Es quizá el país, junto con Israel, donde más le
veneran. En 1981, cuando tocó por primera vez en el país, se presentó
ante la multitud diciendo: “No me merezco tanto. Sólo soy un cantante un poco mejor que Hitler“.
19. La gran biblioteca. Quien desee indagar en cualquier matiz de la carrera y la vida de Cohen debe consultar la web The Leonard Cohen Files,
una completísima (y complaciente) base de datos en la que colabora con
frecuencia, enviando material inédito o contestando personalmente en el
foro, el propio cantante.
20. Abuelo entre mecheros. En 2005 Cohen se declaró
en bancarrota y acusó a su agente, Kelley Lynch, de robarle cinco
millones de dólares. Hay todavía algunos pleitos en marcha. La situación
obligó al abuelo a lanzarse a la carretera y dar conciertos con una
frecuencia un tanto sospechosa. Aparece rodeado de una orquestina,
convierte su cancionero en ceremonial de mecheros alzados y decepciona a
muchos de quienes le preferíamos tímido, neurótico y en la elegante
soledad de los años setenta. Le va bien. Sólo en la gira de 2009 facturó
9,5 millones de dólares.
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