Carta de Antonio Banderas donde explica los motivos de su renuncia al  
proyecto del Astoria de Málaga capital
proyecto del Astoria de Málaga capital
A aquellos interesados 
 Antonio Banderas
16 mayo 2017
No resulta fácil escribir esta carta. He reflexionado sobre  lo que en ella expongo y he tratado de tomar una decisión consecuente y  seria que a continuación paso a detallar.
 
Hace ya bastante tiempo que me rondaba la idea de lanzarme a  un proyecto cultural en Málaga. Creo que es una idea no carente de  lógica, pues esta es la ciudad que me vio nacer, en ella desarrollé mis  estudios de Arte Dramático y aquí fue donde comencé mi actividad teatral  hace aproximadamente 40 años. Soy al mismo tiempo un entusiasta de la  inercia cultural que se ha ido apoderando de nuestra ciudad y esto ha  ido acrecentando mi interés por aportar, por unirme a esa inercia  poniendo mi granito de arena y participar de una forma directa en los  acontecimientos que en ese sentido están teniendo lugar en Málaga, por  lo tanto creo que entra dentro del sentido común el pensar que yo  tuviese una inquietud de este tipo, para con mi ciudad y para conmigo  mismo. 
  
Después de considerar y estudiar diversas vías para  desarrollar un proyecto, que inicialmente estaba destinado a la  actividad teatral, llegó hasta mí, a través de José Seguí, la  información de que el Ayuntamiento de Málaga iba a plantear un concurso  de ideas tratando de encontrar una solución definitiva al edificio de  los que fueron los cines Astoria y Victoria. José Seguí sabía de primera  mano el interés que existía en mi desde hacía tiempo por llevar a cabo  un proyecto de estas características, no obstante ya hubo un primer  intento frustrado en el que ambos estábamos envueltos y que una serie de  circunstancias, que no vienen al caso, me hicieron abandonar.
 
José Seguí es un tipo que proyecta una carga de entusiasmo  importante. Es un hombre que ve la vida en positivo y esto reduce mi  capacidad de resistencia. Reconozco que cuando me encuentro con gente  así se acentúan mis debilidades y sin más me dejo contagiar por el  espíritu y los sueños de estos individuos que de forma automática pasan a  ser los míos. De alguna forma abstracta, eso es parte de la historia de  mi vida. 
 
En cualquier caso, el asunto es que me convenció para que  diésemos juntos un paso adelante, y tomásemos la decisión de  presentarnos al concurso con un proyecto ambicioso tanto desde sus  aspectos formales como de contenido. Pero a la mesa le faltaba una pata.  Necesitábamos un tercer socio que fuese capaz de garantizar una gestión  y una organización modélica. Que tuviese el coraje, la capacidad y los  medios para llevar a buen puerto esta iniciativa. 
 
Yo formé parte del nacimiento de Starlite. Puedo decir que  nació en mi casa de Los Ángeles y vino hasta allí de la mano de otra de  esas personas que solo miran hacia adelante, Sandra García Sanjuán. Es  difícil encontrar en los ambientes artísticos nacionales o  internacionales a alguien que no conozca a Sandra y es igual de difícil  encontrar a alguien que no la quiera y la respete. Entre muchas cosas es  la presidenta de la Fundación Niños en Alegría. El trabajo que realiza  esta Fundación en México es espectacular. Son ya más de quince las  escuelas construidas y financiadas por la fundación que dan cabida a  miles de niños que de otra forma estarían en la calle, literalmente. Con  la necesidad para recaudar fondos para la Fundación Niños en Alegría y  la Fundación Lágrimas y Favores que yo presido nació la Starlite Gala  hace ya ocho años y desde ese momento ha ido cumpliendo de forma regular  y efectiva con todos sus objetivos. Más allá del terreno altruista y  filantrópico Sandra y su marido, Ignacio Marluquer, son unos empresarios  de reconocido prestigio. Ellos dieron el paso posterior para  desarrollar la idea de el Starlite Festival, en el que yo no participo,  pero que se ha convertido ya en una cita ineludible de las noches de los  veranos de Marbella. La originalidad del concepto, las firmes  relaciones personales maceradas durante muchos años de la pareja, y la  enorme capacidad para aguantar los dos o tres primeros años de pérdidas  económicas importantes de forma imperturbable hicieron que poco a poco  este Festival se convirtiese en un éxito sin precedentes en toda España y  fuera de ella.
 
Ellos eran los elegidos para ser esa tercera pata. Desde el  principio se mostraron entusiasmados con la idea de formar parte de la  candidatura. Creíamos tener un equipo ganador para presentarnos al  concurso con garantías de ofrecer algo serio, trabajado, interesante  para la ciudad y que se uniese a el ambiente cultural que se da en  Málaga y que a poco que lo cuidemos se puede convertir en algo realmente  extraordinario. 
 
La ilusión era tan fuerte que superaba con mucho las  dificultades, los esfuerzos y los sinsabores propios de embarcarse en un  proyecto de estas características. 
 
Por tratarse de Málaga me planteé desde el principio no  escatimar y apostar fuerte por convertir la idea en algo grande que  comenzase satisficiendo a mis paisanos para más tarde conseguir  traspasar las fronteras de nuestra ciudad y proyectarse a nivel nacional  e internacional. 
 
Había que poner toda la carne en el asador. Desarrollar un  proyecto teatral serio, con una producción propia fecunda y regular, con  dos espacios teatrales, que no solo diesen cabida al teatro, sino a una  producción televisiva de calidad con distribución internacional. Más  allá del teatro, el edificio contaría con múltiples espacios que  acogerían el debate, la música, la danza, el flamenco y el jazz además  de lugares dedicados al ocio y el disfrute de la gastronomía. Un lugar  de cultura viva y efervescente que no muriese ensimismado, sino que  reventase hacia afuera, que se fuera definiendo desde la vocación  intrínseca al propio proyecto de que el malagueño lo hiciese suyo y se  sintiera orgulloso de poseerlo y usarlo. 
 
Nunca pasó por mi cabeza la idea de que este proyecto fuese  rentable para mí. La idea era más bien la contraria. Lo que he ganado en  mi larga vida como profesional, ha sido ganado básicamente fuera de mi  tierra, peleándome todos los días en los lugares más competitivos del  mundo, viviendo en hoteles, en aeropuertos, sin ver crecer a mis hijos.  No, aquí venía a gastármelo. Gastármelo en el importante desembolso  económico que había que hacer en la construcción de un edificio que  fuese capaz de albergar un proyecto tan ambicioso como este, en los  ‘cánones’ que se llegasen a establecer por parte de quien otorga la  concesión. Además para ayudar a la financiación, sólo de la actividad  teatral, me animé a hacer un ofrecimiento económico que se establecería  en el entorno de los 250.000 euros anuales, que ayudase a cerrar un  presupuesto por temporada, repito, solo para los teatros, que rondaría  los 3,000,000 de euros. Esto se llevaría a cabo de forma totalmente  privada, y vendría por la vía de la esponsorización. Pero la aportación  más importante que yo podría realizar no era la económica. Casi cuarenta  años como profesional del cine, y el hecho de haber realizado la mayor  parte de mi labor artística en Hollywood me han proporcionado un buen  número de importantes relaciones personales que naturalmente pondría a  disposición de esta idea ambiciosa y eso sí podría haber marcado un  factor diferencial para dotar a todo el proyecto del prestigio, la  profundidad y el brillo necesario para hacer ‘ruido’ en el mundo de la  cultura, un ‘ruido’ que se oiría lejos. Además no solo se contaría con  personas sino que trataríamos de echar las redes a instituciones como el  Actor’s Studio, las escuelas de interpretación de Stella Adler de Los  Ángeles, el Roundabout Theatre de Nueva York, etcétera. 
 
Hay mucho más, mucho más, pero desgraciadamente creo que no  se dan las condiciones para ello. Tras haber ganado el concurso de  ideas, no vinculante, al que se presentaron 72 participantes, y haber  obtenido un segundo lugar en la votación popular que se llevó a cabo a  través de las redes sociales, nos dimos cuenta casi de inmediato de que  no existía el ambiente adecuado para seguir compitiendo por la  concesión. Queríamos competir y ganar porque creímos tener el mejor  proyecto para la ciudad. Nunca perdimos el respeto a nuestros ‘rivales’.  Nos someteríamos deportivamente a la decisión final a la que se llegase  por parte de quienes hubiesen de tomarla. Pero los coros de voces que  comenzaron a alzarse contra nuestro proyecto, dentro y fuera de los  ambientes políticos locales, que además no se detenían en la crítica al  mismo, sino que se extendían a la sorna, el cachondeo y por qué no  decirlo, la mala leche, me hicieron comenzar a reflexionar sobre si  realmente valía la pena arriesgar tanto, enfangarse tanto, y exponerse  tanto. Hablé por teléfono con mis compañeros de viaje, pues yo me  encontraba trabajando en una película. Tanto Pepe Seguí, como Ignacio y  Sandra no entendían lo que estaba pasando, no entendían los insultos,  las descalificaciones, el trato humillante. También ellos reflexionaron y  todos juntos llegamos de forma clara a la misma conclusión. Había que  salir de ahí, había que salir y buscar un mejor lugar en el que  depositar todas las energías positivas que deseábamos para este desafío,  un mejor sitio en el que sudar por ofrecer nuestras ideas a Málaga, un  rincón en el que no huela a corralón y podamos construir algo  interesante. 
 
Espero que esta decisión limpie el concurso de la  intoxicación en la que parece ser me he convertido. Yo seguiré buscado  la posibilidad de integrarme en el movimiento cultural tan esperanzador  que está teniendo lugar en nuestra querida ciudad, pero lo haré desde el  ámbito absolutamente privado, porque visto lo visto he de reconocer que  el tema público da miedo. Ahí se mezclan unos intereses que no  favorecen ni la gestión, ni la administración, ni la creación en  libertad, y uno quiere eso, crear, trabajar y arriesgar a tope si se  siente mínimamente apoyado, si esto no es así se hace muy complicado,  muy difícil. No quiero convertirme en un nuevo Moneo en mi propia casa.
 
Nada más, gracias a los que entiendan mi postura, disculpas a  los que no lo hagan y que gane el mejor, que desde luego contará con  nuestro apoyo... gratuito y desinteresado. 
 
El arquitecto Seguí y Antonio Banderas ganan el concurso de ideas para el Astoria 
El autor del hotel del puerto se asocia con 
el estudio internacional Mendoza Partida y Starlite para levantar un 
contenedor cultural con teatro, cine, gastronomía y exposiciones
La propuesta prevé un edificio de unos 
9.100 metros cuadrados en la plaza de la Merced de más de 14 millones - 
Queda pendiente un concurso público para la adjudicación 




 
 
No hay comentarios:
Publicar un comentario