Al contrataque
Jordi Évole: Periodista
Lunes, 19 de mayo del 2014
Doce profesores de varias universidades
elaboraron en el 2012 el primer código ético para políticos que se ha
hecho en España. En el preámbulo se indica que la salud democrática de
una nación depende de la calidad ética de sus ciudadanos y sus
representantes políticos, y que estos políticos tienen credibilidad
cuando logran que la ciudadanía confíe en ellos. Y que eso se logra
actuando de esta manera: con honestidad, ejemplaridad, veracidad,
austeridad, lealtad y capacidad de servicio. Vaya, parece el retrato
robot del presidente de Uruguay, José Mujica. Bueno, excepto por
una cosa: la austeridad. No le gusta esta palabra porque considera que
los políticos europeos la han prostituido y la han convertido en
sinónimo de recortes y pobreza. Mujica prefiere otra palabra: sobriedad.
No
he conocido a otro presidente igual, ni parecido. Estuve dos horas
hablando con él y me impresionó. Me impresionó cómo vive y lo que dice.
Pero lo que más me impresionó es que su estilo de vida concuerda con su discurso.
Estamos tan habituados a escuchar a políticos que no predican con el
ejemplo, que me pareció un hombre extraordinario. Algunos lo consideran
extravagante, excesivamente raro, y lo critican. Por su manera de
vestir, por ejemplo. Cuando le entrevisté, llevaba un chándal y zapatos
sin calcetines. Y no vive en ningún palacio presidencial, sino en una
pequeña granja. Allí se casó. Concretamente, la ceremonia tuvo lugar en
la cocina. Y ha renunciado a más del 80% de su sueldo para ayudar a sus
paisanos. Dice que él no lo necesita, pero otras personas sí. Si eso es
extravagancia, bienvenida. Con su política a favor de los necesitados, Mujica ha reducido la pobreza en su país.
Renunciar a privilegios
Hay más gente comprometida. Sí. También en el mundo de la política. Por supuesto. Pero ninguna ostenta un cargo como el de Mujica.
No hay presidente de Gobierno que viva como él, que haya renunciado a
privilegios para seguir viviendo como lo hacen la mayoría de los
ciudadanos. No vaya a ser que las comodidades presidenciales le alejen
de la realidad.
Me hubiera gustado estar más tiempo con Mujica.
Entre otras razones, porque nunca tuve la sensación de estar ante un
mandatario internacional. No responde con tópicos, aporta sentido común,
te hace pensar y es capaz de criticar el sector público pese a ser un
político de izquierdas. Qué gozada, alguien de izquierdas criticando a
la izquierda. Como lo sería encontrar a un mandatario de derechas que
criticara a la derecha. Autocrítica. Les haría más creíbles. La semana
pasada Obama manifestó esto sobre el presidente de Uruguay:
«Tiene una extraordinaria credibilidad en asuntos de democracia y
derechos humanos por la fortaleza de sus valores y su historia
personal». Tras la entrevista, Mujica nos invitó a un trago. Y mientras bebía, pensé: qué difícil es ser de izquierdas. Igual por eso hay tanta gente de centro.
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