Protegido por su familia y amigos, Javier Bardem entró en una cafetería después ejercer como ciudadano su derecho de manifestación y como personaje público y actor de prestigio dar voz a los más débiles.
Gracias a Harold, obsesionado por los olores de un árbol al que no paraba de dar vueltas y regar, pude ver como a los pocos minutos salía solo.
No imaginaba como uno de los actores más conocido y con un físico tan contundente, podía a cara descubierta llegar a su meta sin ser asaltado por las multitudes. El recorrido era difícil, Puerta del Sol - Gran Vía, pero a él le resultó fácil. Apenas había caminado unos pasos cuando sacó una gorra del bolsillo y se la puso. A continuación se subió el cuello del la chupa y de otro bolsillo salieron las gafas que le convirtieron en uno más al que nadie reconoció ni molestó . Todo es más sencillo de lo que pensamos y los famosos también.
Cuando quieren se dejan usar y les gusta ser el reclamo que golpee nuestras conciencias, adormecidas o resignadas a la dejadez de lo imposible. Pero la crisis global en la que estamos envueltos nos necesita a todos porque ellos, las campañas y las buenas intenciones no son nada si los ciudadanos, la parte más importante, no nos decidimos. Cada día ser solidario nos lo ponen más fácil, solo hay que decidirse
Siempre he estado convencida de que cuando queremos ser invisibles lo somos, sin lugar a dudas. Saludos.
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