http://www.ramonlobo.com/2012/06/04/negociando-los-seudonimos-de-lo-inevitable/
Lunes, 4 de Junio de 2012 Ramón Lobo...
Aquí estamos, de lunes de junio, en espera del rescate ético de
nunca llegar y con un Gobierno negociando los seudónimos de lo
inevitable: dinero a espuertas para un sector enmierdado de créditos
tóxicos y directivos radiactivos. Son las mismas toxicidades que en
tiempos de la bonanza permitieron beneficios astronómicos, de partirse
de risa. El negocio parece simple: si gano, gano yo; si pierdo, pagan
todos, es decir, nosotros, los contribuyentes..
Si el objetivo es lograr la millonada sin que conste en acta la
petición, sin que parezca un rescate, sin que cotice como un
incumplimiento más, el PP yerra en la estrategia. En vez de mandar a De
Guindos a Bruselas debería enviar al Fabra malo, el de Castellón, el de
las gafas de jugar al mus, el de los aeropuertos tranquilos: ni ruido ni
humo. Ese Fabra inmune es expertísimo en que le toque cada año la
lotería. Una vez más no se notaría y menos ahora que arranca la Eurocopa
de fútbol.
Se escuchan voces: exigen que los directivos incompetentes de
empresas tóxicas no cobren bonos millonarios tras un descalabro. Son
las mismas que nada hicieron en su turno de Gobierno, los mismos
diputados oportunistas que no impulsaron iniciativa parlamentaria alguna
para aprobar una ley capaz de impedir el abuso en las empresas
socorridas por el dinero del Estado. Debería ser sencillo. Solo se
requiere voluntad política; es decir, principios.
No sé cómo irá la prima de riesgo esta semana, pero sé cuál es el
riesgo que empiezan a tener mis primos; todos al galope espada en mano
en direcciones opuestas gritando órdenes contradictorias. Todos menos
Mariano, claro; él no grita, no habla, solo pestañea.
Vamos peor porque la oposición rubalcabaniana parece tan desnortada
como el PP sin norte; atrapada en un sentido de Estado alejado de la
realidad de la gente, de sus votantes, y en una provisionalidad en el
mando partidario que no permite ser demasiado optimista. No hay
alternativa. Ni de Gobierno ni de ideas. Tampoco ética. Seguimos
esperando a Godot sin recordar que Godot nunca llega; es una ficción que
ayuda a esquivar nuestra responsabilidad.
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