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martes, 13 de noviembre de 2012

Ramón Lobo... El día del adiós


 ...nos relata cómo ha sido ponerse de nuevo en el Km. 0. y mira que lo preveías...30 de marzo del 2011,  una locura más:pago por leer
Ramón, mis respetos y solidaridad...
ahora El País es lo mismo pero no es igual. Besos y buen camino, seguiré tus huellas alla dónde las dejes.


Ramon Lobo
El día del adiós
En unas horas tengo cita en una notaría de Madrid. Van a entregarme la carta de despido, el cheque Rajoy (20 días por 12 meses) y el finiquito.
Aunque tengo proyectos, que ya iré desgranando, siento vértigo. Los muchos mensajes de apoyo no se han traducido, de momento, en ofertas de trabajo.
Leo los tuits y los mensajes en Facebook y percibo un incendio descomunal que la empresa parece no ver. No quiero que muera El País, donde he trabajado tanto tiempo y tan a gusto y en el que siguen decenas de amigos. Por eso, y por costumbre, seguiré comprándolo.

Comienza el resto de mi vida

 10.30. Día de difuntos tardío. Cita en una notaría de Madrid. Debe ser de postín: grande, limpia, personal eficaz, educado. Han dispuesto dos salas porque tantos despedidos exigen redoble. El notario se desliza de una a otra. Sonríe lo justo, entre una amabilidad necesaria y la severidad del momento. Una mujer me entrega los papeles que debo firmar. Una autómata humana. No es la primera vez que lo hace.
Firmé cuatro o seis veces con un No conforme, recogí los cheques y dije que la escena parecía de Up in the Air pero sin George Clooney. Por no afear al notario que observaba sorprendido, le espeté: “Él es más alto”.
Fui al periódico para despedirme. Habían desconectado mi tarjeta; pasé con la de una compañera. De seguridad avisaron. Imagino la escena: peligroso anarquista dentro del edificio. No saltaron las alarmas porque en el fondo soy un conservador con casa pagada. Mi único acto revolucionario es no tener deudas.
Me despedí de mis compañeros, uno a uno. Lo necesitaba.
Ahora siento liberación, aire en los pulmones. Se acabó el duelo, comienza el resto de mi vida.

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