Se ha dicho repetidas veces que los Jardines del Buen Retiro son los
pulmones de Madrid. Cierto, unos pulmones que cantan opera barata; mas a
pesar de la baratura de la opera!!! no estan al alcance de todas las "fortunas madrileñas".
Había unos pulmones mas baratos, y que si no cantaban, pitaban,
pulmones que recorrian casi congestionados las principales vias de
Madrid. Eran los tranvías abiertos, los tranvías de verano, mas hermosos
que los mismos Jardines, puesto que eran jardineras. Los tranvías de
verano!!, por un modico precio y con musica de silbidos podian llevarte y
desparramarte por las playas de la Prosperidad, los golfos del
Pacífico, las montañas de Chamberi o los vírgenes bosques de las Ventas.
Aún en su forma abierta y decidida de jardinera, conservaba y practicaba sus sanas doctrinales de no salirse de los raíles, de detenerse a cada instante como para tomar aliento, de parar en los puntos de la etapa, y de subir las cuestas con encarte, en observancia de aquel sabio refrán que dice: " Sube como un viejo y llegarás como joven".
Estos tranvias eran los encargados de procurar felicidad a casi todos los madrileños, dándoles por el modico precio de diez o quince centimos (que no de Euro) aire para los pulmones, recreo para la vista, descanso para las piernas y "honesto solaz para el espiritu". Los tranvias de verano tenian muy buenas costumbres, a un paso casi de andadores, se detenian a menudo, se esperaban en los cruces, se portaban , en fin, como personas reposadas y sesudas. Una manga de riego y un tranvía abierto serian si quisieramos las dos altas representaciones del verano madrileño.
¡Alza, prepara la maleta y vámonos a San Sebastian, o quien dice a San Sebastian a las Ventas, en el primer tranvía que pase!
Aún en su forma abierta y decidida de jardinera, conservaba y practicaba sus sanas doctrinales de no salirse de los raíles, de detenerse a cada instante como para tomar aliento, de parar en los puntos de la etapa, y de subir las cuestas con encarte, en observancia de aquel sabio refrán que dice: " Sube como un viejo y llegarás como joven".
Estos tranvias eran los encargados de procurar felicidad a casi todos los madrileños, dándoles por el modico precio de diez o quince centimos (que no de Euro) aire para los pulmones, recreo para la vista, descanso para las piernas y "honesto solaz para el espiritu". Los tranvias de verano tenian muy buenas costumbres, a un paso casi de andadores, se detenian a menudo, se esperaban en los cruces, se portaban , en fin, como personas reposadas y sesudas. Una manga de riego y un tranvía abierto serian si quisieramos las dos altas representaciones del verano madrileño.
¡Alza, prepara la maleta y vámonos a San Sebastian, o quien dice a San Sebastian a las Ventas, en el primer tranvía que pase!
Fantástico!!!!!
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