Convocados por la Plataforma en defensa de la cultura ,
el día 9 hubo fiesta en Madrid.
El paseo de Recoletos cortado
POR LA CULTURA. No está mal.
Todos hacia la Cibeles para pasear
hasta Colón y disfrutar de la fiesta.
Los padres cada día más preocupados
por el futuro de sus hijos.
Juan Margallo y Petra Martínez
siempre en la lucha.
siempre en la lucha.
Una performance de doliente actualidad.
Núria Espert, estupenda a los 80 años.
La Puerta de Alcalá dispuesta para el acto final:
un coro de más de 1.000 voces
cantando el Coro de los esclavos
de la ópera Nabucco de G. Verdi.
cantando el Coro de los esclavos
de la ópera Nabucco de G. Verdi.
Para aprovechar la espera esta mujer
devora un libro del que no puede
levantar la vista.
levantar la vista.
Su título: Por qué escribo de Félix Romeo…
Un buen día para recordar a Félix
y para disfrutar leyendo.
y para disfrutar leyendo.
Las televisiones preparadas
para contar la fiesta.
El equipo mínimo y ambivalente:
ahora soy cuatro , ahora tele5,
según convenga.
Las reivindicaciones siempre presentes,
son justas y necesarias.
Miguel Ríos preparándose para decirnos que
sin cultura no hay dignidad.
El coro canta y emociona.
La fiesta por la cultura ha terminado.
La Cibeles impertérrita sigue
viendo la vida pasar.
Y la actual está muy jodida
pero siempre hay motivos
para la esperanza y para soñar
que otro mundo es posible.
El día de la cultura se volcó en los niños,
EL FUTURO, que disfrutaron cada actuación.
Una figura llamó mi atención,
un chaval que quiso ser también
un niño disfrutón.
un niño disfrutón.
Estaba de espectador y el malabarista
lo eligió a ÉL de entre todos,
lo eligió a ÉL de entre todos,
para ser su colaborador.
A partir de aquí se sintió y fue uno más
participando, aplaudiendo, sonriendo.
Su gorra, su abrigo y su vaso de plástico
esta vez no mendigaban.
Unos momentos de sentirse otro
que nunca olvidará
que nunca olvidará
y que a nosotros nos debería hacer reflexionar.
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