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martes, 11 de marzo de 2014

Mercedes de Pablos 1... Antonio Burgos 0



Foto: Tanto por lo que seguir luchando....


 Mercedes de Pablos

Directora del Centro de Estudios Andaluces
 
Igualdad: ¿Quién es el enemigo?

En las maravillosas memorias de Luis Suárez (algún día les hablaré de ese sevillano de Albaida que fue uno de los más destacados periodistas de México) hay un relato deslumbrante de una escaramuza en plena Guerra Civil. Suárez combate con la República frente a los golpistas, le acompaña un zagal que no había salido de su pueblo en la vida. Asedian una localidad en manos de los franquistas. Los cercados lanzan proclamas por el altavoz. El soldado se enfurece: «vaya cara dura que tienen los fascistas, pues no dicen que somos el enemigo cuando todo el mundo sabe que ¡¡¡el enemigo son ellos!!!».
Bárbara percepción, inigualable síntesis de las barreras que nos separan, desde la inocencia de un comentario que abarca toda la filosofía del mundo, y muy especialmente aquella que sirve para matar y para morir.

Esta semana la igualdad se ha echado a la calle, ayer mismo, en todas las ciudades andaluzas (con alguna excepción, al parecer la alcaldesa gaditana no era partidaria de mezclar el Carnaval con la política. Je) después de unos meses de marea violeta, de espontánea reacción de muchas mujeres y muchos hombres contra medidas que atentan, o recortan, el camino hacia la igualdad real entre unas y otros. El derecho a una maternidad elegida, los recortes en servicios básicos para la conciliación, la Educación, el hachazo a la acción de los ayuntamientos por parte de la ley de régimen local… la lista de agravios ha sido poderosa. Y el número indecente de mujeres asesinadas este año pesando en todas las conciencias.

Pero no ha habido sólo calle o solamente protesta o únicamente reivindicación. A estas alturas de domingo ya conocemos los datos de la Unión Europea sobre violencia machista y las diferentes sensibilidades de las mujeres sobre el hostigamiento, la violación o el acoso sexual. Lo cierto es que la buena noticia es que hay diagnóstico, y por tanto posibilidad de reacción. Aún recordamos cuando las cifras de mujeres asesinadas, publicadas en España antes que en ningún otro país, se usaban a menudo contra las políticas de género para desprestigiarlas. No es tan fácil, ni es tan sólo desde la legalidad cómo se cambia la correlación de fuerzas de un pacto social, el de la igualdad, que trasciende los despachos y llega a las alcobas, los corazones, las emociones y las convicciones.

Y ha habido otras cifras: las de la brecha salarial que los sindicatos han contado desde primeros de marzo y, entre otros, los resultados de un proyecto de investigación dirigido por Carlos Usabiaga, de la Universidad Pablo de Olavide y financiado por el Centro de Estudios Andaluces. El estudio trata de incidir en la segregación laboral de las mujeres y, de paso, hacer un chequeo sobre el nivel de satisfacción de hombres y mujeres en el mercado laboral andaluz. Junto con ese asustadizo informe del Instituto Europeo de Oncología que relaciona el cáncer de mama con la maternidad en edades tardías(a partir de los cuarenta, en concreto) la investigación del equipo de Usabiaga señala que en Andalucía las mujeres tienen menos hijos que en el resto de España. Y más tarde. Por motivos estrictamente laborales. Se destaca que hay una enorme diferencia entre el empleo público y el privado y que la discriminación salarial y social de las trabajadoras andaluzas parece formar parte de cierta cultura empresarial de nuestra tierra. Ojo que es un estudio y que no quiero satanizar a nadie pero los datos a veces son limpios, claros, cabezones. Como añadido peculiar, pero muy interesante, cabe destacar que el grado de satisfacción de hombres y mujeres con su puesto de trabajo es mayor en profesiones claramente feminizadas: la educación y la salud, sobre todo. Tal vez porque esos empleos pertenecen a lo público, por ahora, como una ventaja más del Estado del Bienestar.
La igualdad no es enemiga de los hombres. Los hombres no son el enemigo de las mujeres. Pero la cultura patriarcal, la segregación, las trabas al permiso parental intransferible e individual para los dos miembros de la pareja, eso sí. Eso sí merece que lo llamemos por su nombre.

O nos fumemos todos la pipa de la paz. El trato de la convivencia sin palabrería ni banalidad.




Tengan muchísimo cuidado, porque tienen ustedes entre las manos no un artículo de periódico, sino una bomba. O un petardo, si lo miramos desde el punto de vista de las feministas profesionales que viven de su género (porque decir que viven de su sexo suena fatal). Tienen ustedes entre las manos un artículo no políticamente incorrecto, sino incorrectísimo. De juicio sumarísimo y fusilamiento al amanecer como me coja el Tribunal de la Inquisición del Pensamiento Único Progre. Hoy es 8 de marzo. Uno de enero, dos de febrero y ocho de marzo, San Fermín: el día del encierro de los machistas, que los corren a babuchazos por la calle de la Estafeta de la ideología dominante, de la Dictadura de la Igualdad de Género. Hoy era antes el Día de la Mujer Trabajadora, una fecha digna de todo respeto, porque recordaba en justicia la fecha de 1911 en que murieron 146 operarias en el trágico incendio de la fábrica de camisas Triangle Shirtwaist de Nueva York. Pero poco después a esta celebración, al menos aquí en España, le quitaron lo de "Trabajadora" y se quedó sólo en el Día de la Mujer.
-- ¿O sea, que si ya no es de la Mujer Trabajadora hoy también puede celebrar su día la señora que no la dobla, la que hizo un bodón, no da golpe en la casa y se pasa todo el día entre la peluquería y la partida de canasta con las amigas, y en sus ratos libres pegándole unas broncas espantosas a la tata sudamericana, que yo no sé cómo la pobre no le pide la cuenta y se va?
No creo que las feministas dejen que estas mujeres celebren hoy su día. Es más, fíjese usted lo que me atrevo a pensar: dudo mucho que las feministas profesionales le otorguen la condición de mujer a esas señoras que usted dice. La fiesta de hoy se nos presenta como de media Humanidad contra la otra media. Las mujeres que son ofensivamente mujeres reivindicando todo lo que haya que reivindicar y conquistando los últimos reductos del Territorio Macho que hasta hace poco era el mundo, y más especialmente Sevilla. Ciudad donde las feministas deberían haberle dado un homenaje en condiciones y por todo lo alto a monseñor Amigo Vallejo, que fue quien de un dedazo (modelo Rajoy) metió a las mujeres en los tramos de nazarenos de las cofradías, cargándose la tradición en aras de un igualitarismo sacado de quicio y fuera de cacho. Pero, claro, tratándose de cosa religiosa, ¿cómo las laicas feministas progres iban a celebrar este triunfo de la mujer en el machista mundo de las cofradías? Que las mujeres se puedan vestir de nazareno en Sevilla es una conquista mucho más importante que el voto femenino; lo que pasa es que a las hermanas capiroteras les faltó su Clara Campoamor.
Lo más femenino, empero, de este día me parece que son las mujeres que no tienen ningún interés en celebrar esta fecha, y menos reivindicativamente. Pienso ahora en mi madre, la zapatera. O en Isabel, la jefa de mi Casa Civil. Estas señoras para las que ser mujer es la propia dignidad de la persona, de la que no hay ni que alardear ni que sacar partido. ¿Celebramos acaso el Día del Aire que Respiramos? Para ellas ser mujer es como respirar. Y con sus actos, con su esfuerzo, con su intuición, con su tenacidad, con su inteligencia, con su delicadeza, con su trabajo callado, hacen que cada jornada del año sea Día de la Mujer. Me encantan las mujeres que no van por ahí ejerciendo de mujeres, avasallando al género contrario. Esas son las que de verdad han conseguido la igualdad y el respeto, sin tanto cuento de las feministas profesionales, que igual que hay machistas son mujeristas. ¿Y el daño que le han hecho a la lengua con la monserga del "ciudadanos y ciudadanas", "sevillanos y sevillanas"?
Espero finalmente, en aras de la demagógica Igualdad, de las Cuotas y de todas las dictaduras del mujerío militante, que si todos somos iguales y tenemos los mismos derechos pronto celebremos el Día del Hombre. Por ejemplo, el Día del Hombre al que le estropearon la vida por una denuncia falsa de malos tratos; el Día del Hombre al que dejaron pegado a la pared con el divorcio; el Día del Hombre al que le impiden ver a sus hijos... Y si quieren sigo poniendo reividicaciones para el Día del Hombre. 

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