José A. Pérez | Mi Mesa Cojea | 14/03/2015
Si la política no puede cambiar la realidad, siempre te queda cambiar la semántica. 
 
Nadie podrá decir que el Partido Popular
 no cumple sus promesas. Prometió concurrir a las elecciones sin un solo
 imputado en sus listas, y ya lo ha cumplido. A diez meses de las 
generales, nada menos. Lo ha hecho de manera indirecta, eso sí: con la 
reforma de la Ley de Enjuiciamiento Criminal aprobada el viernes que 
sustituye el vulgar término “imputado” por el mucho más elegante 
“investigado”. Puro pensamiento lateral: si la política no puede cambiar la realidad, siempre te queda cambiar la semántica.
Claro que no puede decirse que se trate 
de algo realmente innovador, ni siquiera en nuestro país. Zapatero, sin 
ir más lejos, a punto estuvo de librarnos de la crisis a base de 
llamarla cualquier otra cosa. No le funcionó, quizá por su escaso expertise
 en aquello de la sinonimia, pero el esfuerzo merece ser reivindicado 
(en este sentido, propongo poner su nombre, Jose Luis, a una rotonda, 
glorieta o cualquier otra construcción vial).
La solución del PP al problema de la 
imputación masiva no complacerá a muchos, pero es innegable que cumple 
con lo prometido y abre una vía a la solución de algunos de nuestros 
problemas comunes. Y es que la tan esperada regeneración democrática 
quizá no pase tanto por las personas o las siglas como por las palabras.
Podríamos, echando mano de la soberanía 
popular, dar vacaciones a nuestros representantes electos y montar en el
 Congreso un simposio de lingüistas. Con una o dos semanas sería 
suficiente, un mes a lo sumo. Que ocupen los escaños y debatan qué 
vocablos nos están haciendo la vida imposible y por cuáles podríamos 
sustituirlos. Una gran brainstorming semántico-nacional, televisada en directo por el canal 24 horas.
Qué duda cabe que, de ese debate, 
saldría un nuevo y mejor país. Sin presuntos ni ladrones. Sin dinero 
negro ni mordidas ni financiaciones ilegales. Sin brutalidad policial ni
 torturas ni externalizaciones.
Después de todo, ¿por qué no llamar a la
 corrupción primavera? O alhelí. O nomeolvides. Imagínese usted el 
Telediario de mañana: “Siete nuevos investigados por presunta 
primavera”. ¿Cómo no amar a un país con semejantes titulares?
 
No es ladrón; es pícaro.
No es imputado; es Lola.
#MarcaEsñapa