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miércoles, 14 de septiembre de 2011

HOY A.G. ...


...
Cuando sonríes,
yo te reconozco,
...
A.G.

2 comentarios:

  1. Carta sin despedida

    A veces,
    mi egoísmo
    me llena de maldad,
    y te odio casi
    hasta hacerme daño
    a mí mismo:
    son los celos, la envidia,
    el asco
    al hombre, mi semejante
    aborrecible, como yo
    corrompido y sin
    remedio,
    mi querido
    hermano y parigual en la
    desgracia.

    A veces -o mejor dicho:
    casi nunca-,
    te odio tanto que te veo
    distinta.
    Ni en corazón ni en alma
    te pareces
    a la que amaba sólo
    hace un instante,
    y hasta tu cuerpo cambia
    y es más bello
    -quizá por imposible
    y por lejano-.
    Pero el odio también me
    modifica
    a mí mismo,
    y cuando quiero darme
    cuenta
    soy otro
    que no odia, que ama
    a esa desconocida cuyo
    nombre es el tuyo,
    que lleva tu apellido,
    y tiene,
    igual que tú,
    el cabello largo.
    Cuando sonríes,
    yo te reconozco,
    identifico tu perfil
    primero,
    y vuelvo a verte,
    al fin,
    tal como eras, como
    sigues
    siendo,
    como serás ya siempre,
    mientras te ame.

    ÁNGEL GONZÁLEZ

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