Carta abierta a David Cameron y al COI
Estimados primer ministro, M. Rogge, Lord Coe y miembros del Comité Olímpico Internacional:
Me dirijo a ustedes con la sincera esperanza de que todo aquel que
verdaderamente ame el deporte y el espíritu olímpico tome en
consideración la mácula que cayó sobre los Cinco Anillos cuando se
celebraron los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936 bajo los jubilosos
auspicios de un tirano que, dos años antes, había aprobado una ley por
la que se separó, para que fuera objeto de una persecución especial, a
una minoría cuyo único delito había sido una peculiaridad de su
nacimiento. En su caso, prohibió a los judíos el acceso a puestos de
naturaleza académica o pública,
se aseguró de que la policía hiciera caso omiso cuando se les sometiera a palizas, robos o humillaciones diversas, y quemó y prohibió todos sus libros. Afirmaba que "contaminaban" la pureza y la tradición de todo lo que significaba ser alemán, que eran una amenaza para el Estado, para los niños y para el futuro del Reich. Les culpaba simultáneamente de crímenes autoexcluyentes, como los de ser comunistas y de controlar el capital y la banca internacionales. Decía que estaban acabando con la cultura con su liberalismo y sus características distintivas. El movimiento olímpico de aquellos tiempos no le prestó ninguna atención a toda esta maldad y permitió que se celebraran los lamentables Juegos Olímpicos de Berlín, que proporcionaron un estrado
se aseguró de que la policía hiciera caso omiso cuando se les sometiera a palizas, robos o humillaciones diversas, y quemó y prohibió todos sus libros. Afirmaba que "contaminaban" la pureza y la tradición de todo lo que significaba ser alemán, que eran una amenaza para el Estado, para los niños y para el futuro del Reich. Les culpaba simultáneamente de crímenes autoexcluyentes, como los de ser comunistas y de controlar el capital y la banca internacionales. Decía que estaban acabando con la cultura con su liberalismo y sus características distintivas. El movimiento olímpico de aquellos tiempos no le prestó ninguna atención a toda esta maldad y permitió que se celebraran los lamentables Juegos Olímpicos de Berlín, que proporcionaron un estrado
para un jubiloso Führer y sirvieron para
potenciar su estatus tanto en Alemania como en el extranjero, y para
darle confianza, como pueden corroborar todos los historiadores. Y todos
sabemos lo que hizo con dicha confianza.
Resulta inquietante que Putin esté ahora repitiendo la misma insensatez, solo que en su caso lo dirige hacia el colectivo de LGBT de Rusia.
La policía está ignorando las palizas, los asesinatos y demás
humillaciones de las que son objeto. Se considera ilegal defender o
participar en cualquier debate sensato sobre la homosexualidad. Por
poner un ejemplo, si a alguien se le ocurriera decir que Tchaikovsky era
gay, que su arte y vida son reflejo de su sexualidad y que son una
inspiración para otros artistas homosexuales, podría ser castigado con
penas de cárcel. No podemos considerar suficiente en ningún caso que se
afirme que los deportistas olímpicos que sean homosexuales posiblemente
estén seguros dentro de la villa. El COI ha de tomar una postura
absolutamente firme en nombre de la humanidad que compartimos y que
supuestamente defiende frente a esta ley fascista y brutal que Putin ha
hecho que se apruebe en la Duma. No olvidemos que los eventos olímpicos
no eran solo atléticos, sino que también solían incluir competiciones
culturales. Lo cierto es que el deporte forma parte de la cultura. No
existe dentro de una burbuja al margen de la sociedad o de la política.
La idea de que el deporte y la política no están relacionados no es tan
solo falsa y peor que estúpida.
Es cruel y obstinadamente errónea. Todo el mundo sabe que la política se interrelaciona con todo lo demás porque, de hecho, el vocablo política es el término griego para "hacer con la gente".
Es cruel y obstinadamente errónea. Todo el mundo sabe que la política se interrelaciona con todo lo demás porque, de hecho, el vocablo política es el término griego para "hacer con la gente".
Y esta es la razón por la que es absolutamente esencial que se
prohíban los Juegos Olímpicos de Invierno de 2014 de Sochi, Rusia. Que
se celebren en cualquier otro sitio: en Utah, en Lillehammer, donde
sea... Lo que debe evitarse bajo cualquier circunstancia es dar la
impresión de que Putin cuenta con la aprobación del mundo civilizado.
Putin está convirtiendo a los homosexuales en chivos expiatorios, al
igual que Hitler hizo con los judíos, y no podemos permitir que se salga
con la suya. Sé de lo que hablo. En Rusia me enfrenté al diputado que
introdujo la primera de estas leyes en su propia ciudad, en San
Petersburgo. Le miré directamente a los ojos y, grabando todo en vídeo,
intenté razonar con él, responder a sus afirmaciones, hacerle entender
lo que estaba haciendo, pero lo único que pude discernir fue lo que
Hannah Arendt denominó, de forma memorable, "la banalidad de la maldad".
Era un tipo estúpido, pero al igual que ocurre con tantos tiranos,
tenía el instinto innato de saber explotar el descontento general
utilizando chivos expiatorios. Es posible que Putin no sea tan zafio y
estúpido como el diputado Milanov, pero comparten los mismos instintos.
Quizás afirme que los valores de Rusia no son los mismos que
los de Occidente, pero esta situación se opone frontalmente a la
filosofía de Pedro I, el Grande, y a las esperanzas de millones de rusos
que no se encuentran paralizados por la tóxica combinación de la
brutalidad de los cabezas rapadas con la intolerancia religiosa
existente, y que están sufriendo por los retrocesos democráticos y la
aparición de una nueva autocracia en la madre patria que tanto ha
sufrido ya (y cuya música, literatura y teatro, por cierto, amo
apasionadamente).
Soy homosexual. Y soy judío. Mi madre perdió más de una docena de
parientes por culpa del antisemitismo de Hitler. Cada vez que en Rusia
se le obliga a un adolescente gay a suicidarse, se viola por su bien
a una lesbiana, matones neonazis matan a golpes a homosexuales y
lesbianas con el beneplácito de la policía rusa (y todo ello sucede
constantemente), el mundo pierde un poco de valor y al menos yo sufro al
ver cómo se repite la historia.
Edmund Burke escribió que "para que triunfe el mal solo es necesario
que los buenos no hagan nada". ¿Van ustedes, hombres y mujeres del COI, a
formar parte de esos buenos que dejan que triunfe el mal?
Los Juegos Olímpicos del verano de 2012 fueron uno de los momentos más gloriosos de mi vida y de la historia de mi país. No obstante, si finalmente se celebran unos Juegos Olímpicos de invierno en Rusia, el movimiento quedará mancillado para siempre y toda esa gloria se desvanecerá. Los Cinco Anillos quedarán por siempre enfangados, deshonrados y arruinados a los ojos del mundo civilizado.
Le suplico que resistan las presiones del pragmatismo, del dinero y
de la repulsiva cobardía de los diplomáticos, y que adopten por todo el
mundo una postura resuelta y valiente a favor de la humanidad, que es
precisamente lo que el movimiento olímpico se ha comprometido a hacer.
Ondeen la bandera olímpica con el mismo orgullo con que nosotros,
hombres y mujeres gais, lo hacemos con nuestra bandera arcoiris.
Demuestren su valor y cumplan con los pactos y protocolos del movimiento
que defienden, y que les recuerdo textualmente a continuación.
Norma 4: Cooperar con las organizaciones y autoridades públicas o
privadas competentes en la tarea de poner el deporte al servicio de la
humanidad y, por lo tanto, promover la paz.
Norma 6: Actuar en contra de cualquier forma de discriminación que afecte al Movimiento Olímpico.
Norma 15: Alentar y apoyar las iniciativas que mezclan deporte con la cultura y la educación.
Me dirijo especialmente a usted, primer ministro, un hombre por quien
siento el máximo respeto. Como líder de un partido al que me he opuesto
y por el que he sentido instintivamente antipatía durante casi toda mi
vida, ha demostrado un compromiso determinado, apasionado y
evidentemente honrado a favor de los derechos de LGBT y ha colaborado
para que el matrimonio homosexual pase por ambas cámaras del Parlamento
frente a la vehemente oposición de tantos miembros de su propio feudo.
Esa
es la razón por la que siempre le he admirado, independientemente de todas las diferencias que pueda haber entre nosotros. A fin de cuentas, creo es consciente de lo que está bien y de lo que está mal. Por favor, actúe ahora siguiendo ese mismo instinto.
es la razón por la que siempre le he admirado, independientemente de todas las diferencias que pueda haber entre nosotros. A fin de cuentas, creo es consciente de lo que está bien y de lo que está mal. Por favor, actúe ahora siguiendo ese mismo instinto.
Con la esperanza de que atiendan mis súplicas a favor de la humanidad, se despide
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