No vengo a quejarme: a la bolsa y de la bolsa se va y se
viene llorado. Vengo a exigir responsabilidades. Y vengo a exigir
responsabilidades a quien creo que las tiene. Vaya por delante que no me
gustan las críticas al hombre.
Y quiero ajustarme estrictamente a este apartado que dice ‘ruegos y preguntas'. Haré un ruego: señor Cebrián, abandone; váyase. Y una pregunta: ¿por qué no lo ha hecho ya?
Creo que merece la pena que me explique. Le decía que no me
gustan las críticas al hombre porque creo que los grandes desastres, lo
mismo que los grandes triunfos, no son cosa de una persona
Usted no es el único responsable de lo que ha sucedido en el
grupo, pero considero que en los últimos años sí ha tenido un papel
determinante en que estemos donde estamos. Creo sinceramente que es
usted un mal gestor. Que ha sido capaz de aplicar medidas de gestión
brutales que han dañado al grupo y perjudicado a los accionistas, y no
ha sabido al mismo tiempo ser coherente en el discurso que mantiene con
sus actos. Lo creo sinceramente.
Verá. Me va a permitir que le cite a un gran periodista, que
escribió durante muchos años en El País. Cebrián no es el responsable
de la crisis general de los medios; agravó la de Prisa y la de El País.
Al mismo tiempo se benefició de ello; cobró como bombero y cobró como
pirómano. Suscribo por entero la afirmación. Creo, Juan Luis Cebrián,
que eso es un escándalo. Se lo diré muy bajito: un escándalo. No se
puede estar en dos lugares a la vez.
Verá. Voy a citar también a un economista que creo que le suena,
John Kenneth Galbraith. En ‘El nuevo estado industrial', pronosticó que
lo que él denominaba la tecnoestructura, los gestores, acabarían por
apropiarse y por dominar las empresas y quitar el poder a los
accionistas. Acertó plenamente. Yo creo que es usted un ejemplo; un
ejemplo notable, pero un ejemplo. Uno más·
Empresarialmente, por emplear un término que usted aplicó en un
artículo, creo que es un zombie; un zombie empresarial. Si no lo sabe,
se lo digo yo. Le quiero decir algo más. Me va a permitir hacer de
augur: creo que usted jamás va a ser un hombre pobre, nunca; pero creo
que tampoco nunca va a dejar de ser un pobre hombre. Y la prueba es
que tenga que escuchar lo que está escuchando de mí, aquí y ahora.
Muchas gracias por su atención.
"Sr. Cebrián, usted es un zombi empresarial. Usted jamás va a ser
pobre pero sí será un pobre hombre", remató su intervención Cascar en
medio de la ovación gran parte de accionistas que han sido arruinados
por una gestión nefasta que ha dejado un agujero en las cuentas del
grupo de más de 3.000 millones de euros.
"Esos de ahí no aplauden, son los pelotas de Cebrián", puntualizaba
otro veterano accionista sentado en la parte alta del auditorio
señalándolo con el dedo a los vestidos en trajes Armani que ocupaban las
dos primeras filas y donde es tradición que se sienten los
incondicionales a Cebrián y Polanco.
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