http://blogs.publico.es/dominiopublico/5905/rebelion-en-europa-contra-el-neoliberalismo/
Vicenç Navarro
Catedrático de Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra
Según los datos de la Comisión Europea, la actividad económica en la
Eurozona está descendiendo. Durante el periodo Abril-Junio descendió,
como promedio, un 0,2%, y se espera que el informe de Octubre muestre
una contracción incluso mayor de tal actividad. A estos datos debe
añadirse la información proveída por el Banco Central Europeo, que
señala que la actividad financiera también ha disminuido en la Eurozona,
sin que se espere la reactivación de tal actividad en un futuro
próximo. Mírese como se mire, pues, la situación económica y financiera
va mal, en realidad, muy mal. Las cifras de desempleo en la Eurozona han
alcanzado niveles sin precedentes, 18 millones de parados con un
incremento anual de un millón durante estos años de crisis.
Es obvio que las políticas de austeridad –que se han estado
promoviendo por la troika (la Comisión Europea, el Banco Central Europeo
y el Fondo Monetario Internacional)- no están reavivando la economía de
la Eurozona. En realidad, todos los datos señalan que, al revés, la
están hundiendo. Y a pesar de ello, la troika continúa insistiendo en
que la solución pasa por todavía más austeridad y más recortes. En estos
momentos, está exigiendo en Grecia que se recorten 11.500 millones de
euros del presupuesto nacional. En España también se están exigiendo
para 2013 añadir 13.000 millones de euros de recortes a los que han
ocurrido durante cada año de la crisis. En Francia, con un gobierno
socialista, presidido por el Sr. François Hollande, éste está planeando
recortar 30.000 millones de euros de su presupuesto. Y la lista puede
alargarse incluyendo más y más países de la Eurozona. Las políticas de
recortes han sido el eje central de las intervenciones públicas en los
países de la Eurozona.
Además de estos recortes, se están aplicando otras políticas de claro
corte neoliberal, como el retraso de la edad de jubilación, la
reducción de los beneficios sociales y laborales, el descenso del seguro
de desempleo, la reducción de salarios, y una larga lista de
intervenciones que están reduciendo el bienestar social de las clases
populares, que constituyen la mayoría de la población en los países de
la Eurozona.
Europa se rebela
Como era de esperar, tales clases populares
de estos países se están rebelando frente a estas políticas, políticas
que en su gran mayoría se están imponiendo a la ciudadanía sin que
hubiera un mandato popular para ello, ya que tales medidas no estaban en
el programa electoral de los partidos gobernantes. De ahí que la
legitimidad de tales gobiernos y de las instituciones que gobiernan la
Eurozona y la Unión Europea esté cada vez más cuestionada. La atracción
de Europa, que era generalizada en los países del Sur de tal continente
(la mayoría habían sufrido dictaduras fascistas o fascistoides durante
muchos años), está desapareciendo muy rápidamente. Y la conveniencia del
euro como moneda común también se está cuestionando. Varias encuestas
han aparecido en los mayores medios de información europeos diciendo que
un porcentaje cada año mayor, identifica el establecimiento del euro
como responsable de su pérdida de capacidad adquisitiva.
La rebelión de las clases populares a estas políticas neoliberales
impuestas por el establishment europeo está actualmente generalizada. En
Portugal, acaba de realizarse una huelga general y hay manifestaciones
de protesta día tras día. En Francia, este domingo hubo manifestaciones a
lo largo de su territorio protestando por la propuesta del presidente
Hollande de aprobar el Pacto Fiscal que obligará, en la práctica, a
perpetuar las políticas de austeridad. En Grecia, las protestas
laborales y sociales son también el pan de cada día, alcanzando cada vez
más una orientación violenta que puede afectar la viabilidad de sus
instituciones representativas. Un tanto parecido ocurre en España, donde
la represión por parte del Estado, heredero, en parte, de la dictadura,
es especialmente acentuado en contra de las numerosas manifestaciones
que toman lugar a lo largo del territorio español. Y lo mismo está
ocurriendo en Italia, donde los sindicatos están liderando una oposición
cada vez más generalizada contra las imposiciones del gobierno Monti.
La respuesta del establishment que gobierna la Eurozona
Ni que decir tiene que esta agitación
social está generando respuestas del establishment que gobierna la
Eurozona. Una de ellas, son las medidas tomadas por el BCE de comprar
bonos públicos (de corto periodo, no más de tres años) en el mercado
primario, condicionado a que los países pidan un rescate del European
Stability Mechanism (ESM), al cual se le ha dotado de 500.000 millones
de euros para que compre deuda pública (a largo plazo, de 10 años) en el
mercado secundario, sujeto todo ello a unas condiciones leoninas que
implican todavía más recortes. Estas medidas de recortes y austeridad,
forzando una bajada de los salarios, supondrán todavía un mayor
endeudamiento, junto con una mayor austeridad, reforzándose así el ciclo
vicioso entre endeudamiento, austeridad y declive de la actividad
económica.
Lo que está pasando en España con el rescate bancario es un claro
ejemplo de ello. Se proveen 100.000 millones de euros, que se prestan al
Estado español (con lo cual el déficit y la deuda pública aumentan),
con la condición de que se reduzca todavía más el gasto público,
empeorando así, incluso más, la situación de la economía española.
¡Hay alternativas a los recortes!
Para cualquier persona que no esté obcecada con el dogma neoliberal
es obvio que la solución a la crisis económica pasa por romper este
círculo vicioso, que se inicia con un endeudamiento que quiere
resolverse a base de políticas de austeridad que determinan un descenso
de la actividad económica y de los ingresos al Estado, lo cual lleva a
pedir prestado más dinero y a endeudarse. Este círculo vicioso es lo que
está llevando la Eurozona al desastre.
Lo que tiene que hacerse es dejar de endeudarse, renegociando una
deuda que ha beneficiado a la banca y a sus accionistas, pero a nadie
más. No se puede avanzar con un sistema financiero que funciona para tan
pocos a costa del sacrificio de tantos. La banca privada ya ha perdido
su función social, que es la de proveer crédito. Si no ofrece crédito,
no tiene lógica su existencia. El tamaño del sector financiero en una
economía debe por lo tanto reducirse sustancialmente mediante toda una
serie de medidas, que incluyen desde una carga impositiva mucho más
elevada a la banca (sin afectar los ahorros del ciudadano normal y
corriente), gravando principalmente a los grandes depósitos, las largas
transacciones y las actividades especulativas. Otras medidas deberían
incluir su nacionalización, con pleno intervencionismo del Estado para
garantizar la disponibilidad de crédito razonable y accesible. No puede
permitirse que la banca privada sea el aparato sanguíneo del cuerpo
económico.
Por otra parte, los Estados deben dejar de depender tanto de los
préstamos externos, observación que es especialmente relevante para los
países llamados en la terminología anglosajona PIGS (o GIPSI si se
incluye Italia). Cada uno de estos Estados (cuyos ingresos al Estado son
excesivamente bajos) debe incrementar sustancialmente sus ingresos
públicos. Si España tuviera la carga fiscal de Suecia, el Estado español
ingresaría 200.000 millones de euros más al año. En Italia, según el
Banco de Italia, la riqueza existente en el país, altamente concentrada
(que podría y debería general fondos al Estado), representa 8.600.000
millones de euros, que es más de cuatro veces los 2.000.000 millones de
euros de deuda pública que tiene su Estado. Si tal riqueza concentrada,
como sugiere Tom Gill en su artículo “Europe is Revolting” (CounterPunch,
Septiembre de 2012) se la gravara con un 2% de la riqueza poseída por
el 50% más rico de los propietarios, se generarían 100.000 millones de
euros más al año para las arcas del Estado.
Un tanto semejante en Portugal, donde el gobierno propuso
recientemente unos recortes de 4.900 millones de euros (que tuvo que
retirar debido a la oposición de la ciudadanía). Los sindicatos
portugueses propusieron como alternativas un aumento del gravamen de un
0,25% en las transacciones bancarias (consiguiendo así 2.000 millones),
de un 10% en las ganancias en la propiedad de los mayores accionistas
del país (consiguiendo 1.700 millones de euros), un incremento del
impuesto de sociedades para las empresas que facturan a partir de 1.2
millones de euros al año (1.200 millones de euros), y una disminución
del fraude fiscal (1.200 millones de euros). Todas estas medidas
afectarían sólo al 1% de la población: los súper ricos. Todas estas
propuestas son altamente populares.
Otras propuestas también altamente populares es la reducción del
gasto en las Fuerzas Armadas. Gran parte de tales fuerzas militares
hacen funciones policiales y de represión interna, caso claro en España,
donde se asigna a tales fuerzas armadas la garantía de “la unidad de
España”, función que expresa el carácter policial y de represión
interna del país, defendiendo en la práctica un centralismo que inhibe
la expresión de la riqueza de España que debería basarse en la expresión
de su plurinacionalidad. Ni que decir tiene que estas propuestas
alternativas, populares a nivel de calle, son inmensamente impopulares
en los establishments que gobiernan a los países de la Eurozona, que
están imponiendo políticas opuestas, altamente impopulares. Hoy existen
unas instituciones que no han sido elegidas por la población, que
gobiernan e imponen lo que favorece a sus intereses particulares, a
costa de los intereses generales. Las fuerzas auténticamente
democráticas deberían coordinarse a nivel europeo, incluyendo una huelga
general a nivel de toda la Eurozona para indicar que las clases
populares están diciendo basta ya de esta dictadura financiera que está
llevando a todos los países al desastre.
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