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¿QUIÉNES SOMOS?
Estudia, estudia, por lo menos sácate el Graduado Escolar, que sin él no vas a ningún sitio. Javier Ikaz y Jorge Díaz hicimos caso a nuestros padres y ahora estamos en la pizarra de Yo Fuí a EGB aunque en vez de profes, como blogueros, compartiendo todos nuestros recuerdos de aquella educación no tan básica.
En los pupitres estáis cientos de miles de personas acercándonos
aquellos años 70, 80 y 90 para que nada se nos escape. Todo comenzó con
una inocente página de Facebook, nos pediáis más y aquí lo tenéis: una
página web, un blog, sin limitación de caracteres y con muchas más
posibilidades de contar con vuestra participación. Esperamos que os
guste y que cada día seamos más los que digamos: Yo Fuí a EGB.
Podéis estar tranquilos, somos tan enrollados que estáis todos aprobados.
Diez chucherías míticas de la EGB
septiembre 19th, 2012 | Escrito por El puesto de Julián en
Cuando eras pequeño entrar en una tienda de golosinas
con tu duro o cinco duros en la mano (dependiendo de la época) era todo
un mundo. Tardabas casi lo mismo que tu madre en hacer toda la compra
en el supermercado: un regaliz rojo, un caramelo de nata, una cebolleta,
un Koyak de cola… ¿cúanto voy? Bendita paciencia la del jefe o lo jefa,
por cierto, ¿por qué les llamábamos así?
Hoy volvemos a una de aquellas tiendas de chuches que había por todas las esquinas y recordamos las diez golosinas más míticas de aquella época, algunas de ellas totalmente desaparecidas. ¿A que te gustaría volver a probarlas?
Chicle Cosmos
Un chicle negro que parecía un trozo de neumático con sabor intenso a regaliz. Sí, el chicle Cosmos
es ya todo un icono de aquella época y si no llegaste a probarlo te vas
a quedar con las ganas pues desapareció de nuestro planeta. En Internet
he encontrado a una persona que conserva uno y lo vende por 60 euros,
eso sí, yo no le pegaría un bocado.
Caramelos Chimos
“Chimos es, es un agujero, rodeado de rico caramelo“. Con
este jingle se introdujeron en el mercado las pequeñas ruedas de
caramelo de colores. Fue todo un exitazo, pero aunque hoy en día sigue
habiendo un montón de imitadores, ni rastro de los auténticos Chimos. ¿Absorbidos por un agujero negro?
Peta Zetas
Aquello si que era ciencia ficción, una golosina llegada del espacio.
Pequeñas partículas, vete tú a saber de qué, que en contacto con tu
lengua explotaban en tu boca. La verdad que ricos ricos tampoco es que
estuvieran los Peta Zetas pero era imposible resistirse
a esa sensación de tener algo moviéndose en tu estómago. Hace unos
pocos años han vuelto y los he visto incluidos hasta como ingrediente en
uno de esos platos de diseño. Ya son ganas.
Chicle Cheiw
Es pensar en la fresa ácida de los chicles Cheiw y
la boca se me hace agua. Quizás fue uno de los primeros chicles en
acapararse con el mercado antes de que le llegaran un montón de
competidores, pero también fue el primero en apostar por la publicidad.
Este anuncio con melodía compuesta por Juan Pardo es un fiel reflejo de
aquella época. Yo no me canso de verlo, era lo más moderno, tenía que
ser Cheiw.
Pirulí
El pobre no tenía ni marca comercial, por lo que le llamábamos pirulí.
Por dentro caramelo del de verdad y por fuero un barquillo que,
sinceramente, pocas veces estaba crujiente. Con la mezcla en tu boca
aquello iba cogiendo un aspecto de lo más extraño y acababa pegado en
todos tus dientes. Que empacho de azúcar.
Chicle Bang Bang
Y llegó Bang Bang, el chicle blando que hacía globos
enormes y con un sabor que dura y dura ¿Acaso se podía pedir más? Sí,
que viniera en paquetes de cinco y que nos dejara joyitas como este
anuncio.
Refresco Sidral
Podía ser perfectamente un sobre de Frenadol o cualquier otro medicamento pero no, era una golosina. El sobre de refresco o pica pica
lo acompañábamos casi siempre de un regaliz que íbamos introduciendo en
su interior por un orificio y chupando. Desde luego que fue el
precursor de los regalices con azúcar ácida que encontramos hoy en día
en todas las tiendas de chuches. Digamos que aquello era más artesanal.
Impagable el dibujo de la señora fresa con su bebé fresita ¿o no?
Caramelo de cuba Libre
Por si el sabor a cola no era suficiente llegaron los caramelos de cuba libre
para que los peques también pudiéramos imitar a papá. ¿Os imagináis una
golosina hoy en día con sabor a gin tonic o pacharán? Tranquilos
aquello no tenía ni un grado de alcohol, de lo contrario me hubiera
pasado toda la EGB completamente borracho.
Cigarros de chocolate
Y claro, después de la copa venía el cigarro. Si el chocolate no
fuera lo suficientemente atractivo ya para los niños alguien tuvo la
genial idea de darle forma de cigarrillos y venderlos
en paquetes que imitaban al tabaco de verdad. El chocolate era bastante
malo y costaba tanto quitarle el papel que lo envolvía que muchas veces
acabábamos comiéndonoslo con él. Las autoridades sanitarias en este caso
no tenían nada que decir.
Pepitas de chicle Gold Nugget
El chicle elevado a la categoría de lujo. Recuerdo que eran bastante caros pero la presentación de los Gold Nugget
era impecable. En un saquito que nos transportaba al lejano Oeste, el
chicle tenía forma de pepitas de oro y se rumoreaba que hasta podías
encontrar una pepita auténtica en su interior. ¿Y si nos la hemos
tragado?
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