Señor Comisario Europeo de Sanidad, sin dejar de reprobarle como
corrupto por tráfico de influencias queremos felicitarle también por su
rápida dimisión, de la que quienes le acompañaron en el camino del abuso
deberían tomar ejemplo. Los corruptos alegan siempre que otros también
abusaron, incluso en mayores proporciones. Es probable que tengan
razón. Sabemos que el hombre, desde aquel incidente de la serpiente y la
manzana, se encuentra en estado de naturaleza caída y que tiene
inclinaciones perversas. Pero quien la hace la paga. Así es en Bruselas y
debería ser en Valencia o en el Palau.
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