- El alcohol reduce el efecto de algunos tratamientos y aumentar el de otros
- No existe ningún remedio eficaz para acelerar la recuperación en una resaca
Esta noche junto con las 12 uvas seguramente brinde con una copa de
vino, cava o champán para recibir el nuevo año. Además, muchas personas
aprovecharán para salir de fiesta y estrenar 2013 con música, risas y
alcohol. Seguramente, más de una esté tomando algún tratamiento y se
pregunten cómo les puede afectar esa mezcla a su cuerpo. Probablemente
muchas pensarán que por una noche no pasa nada pero, ¿es realmente así?
José Antonio González Correa, profesor de Farmacología y Vicedecano
de Investigación de la Facultad de Ciencias de la Salud de la
Universidad de Málaga, responde para ELMUNDO.es las dudas más habituales
sobre el consumo de alcohol y fármacos:
¿Con qué fármacos se debe evitar el alcohol?
Antibióticos, antituberculosos, analgésicos, depresores del sistema
nervioso central, inhibidores de la monoaminooxidasa, antihistamínicos,
hipoglucemiantes orales, son grupos farmacológicos que pueden
interaccionar con el alcohol. El alcohol interactúa con una importante
cantidad de medicamentos.
En función de cómo sea la ingesta, así será su efecto. Beber
esporádicamente alcohol inhibe el metabolismo hepático de algunos
fármacos, es decir, cambia el modo en que el hígado procesa y elimina
esos medicamentos. Al disminuir su metabolismo, aumenta su actividad. En
cambio, la ingesta regular de elevadas cantidades de alcohol aumenta el
metabolismo de los medicamentos y reduce su efectividad.
Por ejemplo, la interacción del alcohol con algunos antiepilépticos
puede tener importantes consecuencias, en ocasiones disminuye su
eficacia y genera un mal control de la enfermedad. Pero no hay que
olvidar que, por sí mismo, el etilismo agudo puede precipitar una crisis
convulsiva en cualquier persona.
Los pacientes que consumen anticoagulantes orales deben
evitar la bebida. El metabolismo de acenocumarol [más conocido como
Sintrom] o de warfarina, dos ejemplos de anticoagulantes, puede
disminuir y por tanto aumentar su efecto lo que puede derivar en la
aparición de hemorragias. Sin embargo, la ingesta crónica de alcohol
favorecería la ineficacia de estos tratamientos.
¿Es cierto que beber disminuye el efecto de los antibióticos?
Efectivamente, cuando se toma esporádicamente, el alcohol aumenta el
metabolismo hepático de estos fármacos y disminuye su concentración en
sangre, por lo que su presencia en el lugar donde debe de hacer efecto
es menor y también lo es su eficacia. Esta falta o disminución de efecto
se puede dar en macrólidos y quinolonas, que se usan para tratar infecciones de garganta, urinarias o respiratorias.
Por otro lado, con algunas cefalosporinas, antibióticos
pertenecientes al grupo de beta-lactámicos, la ingesta de alcohol
precipita la aparición de una serie de síntomas. Se conoce como efecto
antabús o efecto tipo disulfirán y se trata de manifestaciones clínicas
que pueden ser leves o graves, y que van desde rubor facial (cara
colorada), náuseas, vómitos, ansiedad, hasta incluso taquicardia,
hipotensión, insuficiencia respiratoria o encefalopatía.
El efecto antabús puede aparecer también con el uso de metronizadol
(antibiótico anaerobicida y antiprotozoario), muy utilizado en las
infecciones bucodentales o en óvulos vaginales para tratar ciertas
infecciones.
El metabolismo de la isoniacida (tuberculostático) aumenta con la ingesta crónica de alcohol, disminuyendo su eficacia.
¿Genera algún problema mezclar antiinflamatorios y alcohol?
Tanto los antiinflamatorios no esteroideos (por ejemplo, el ácido acetilsalicílico, ibuprofeno...) como los esteroideos (prednisona, etc.) sumados al alcohol son gastrolesivos, es decir, producen pequeñas lesiones en la mucosa gástrica
que provocan epigastralgia (dolor de estómago), pirosis (sensación de
quemazón a nivel retroesternal causada por el reflujo del contenido
gástrico hacia el esófago) e incluso, en casos de ingestión crónica (de
los antiinflamatorios), la aparición de úlceras y hemorragias digestivas
(principal complicación de la úlcera gástrica o duodenal).
¿Y con los analgésicos?
El principal problema se centra en el paracetamol. El alcohol aumenta
la actividad enzimática del hígado y, en el caso del paracetamol, este
incremento de su metabolismo se traduce en la aparición de un metabolito
(una sustancia producto de la transformación que sufre el fármaco en el
hígado). Curiosamente, este metabolito es un importante tóxico para el propio hígado.
El consumo de paracetamol debe realizarse de forma cuidadosa en todas
las ocasiones, se recomienda no superar la ingesta de 4 g de
paracetamol al día. Sin embargo, el consumo de alcohol puede provocar
que la cantidad diaria de paracetamol necesaria para producir un
problema de toxicidad hepática, resulte menor.
¿Hay algún medicamento que su efecto sea potenciado con la bebida?
Como todos sabemos, el alcohol disminuye la actividad cerebral, lo
que se traduce en una pérdida de reflejos, problemas en el habla,
descoordinación de movimientos e incluso pérdida de la conciencia y
coma. El alcohol potencia los efectos de todos aquellos fármacos que actúan a nivel cerebral,
sobre todo de los que disminuyen la actividad neuronal, los que
conocemos como sustancias depresoras del sistema nervioso central:
benzodiacepinas (diazepam, bromazepam,...), barbitúricos (pentobarbital,
tiopental, ...), analgésicos opiáceos (codeína, buprenorfina,
morfina,...).
¿Puedo tomar sólo una copa para celebrar fin de año?
El problema no llega a tanto. Salvo los fármacos que pueden generar
un efecto antabús o disulfirán, mencionados más arriba, una copa no
producirá problemas mayores. Lo importante es el consumo regular. Pero
claro, ¿qué es esporádico y qué habitual? ¿Cuánto es mucho y cuánto es
poco? Más que por número de copas, habría que tener presente la
graduación de alcohol. Con una copa de vino, de unos 100 cc, o un vaso
de cerveza, de 200 a 300 cc, no habrá grandes inconvenientes. Y si la
copa de un destilado es pequeña, de 50 a 100cc, tampoco. Pero ojo, hay
que tener presente todo lo dicho.
¿Existe algún medicamento más idóneo para la resaca?
Sí, pero no se dispensa en farmacias, comprimidos de sentido común:
beber alcohol con moderación. Sólo existen protocolos para problemas
con el alcohol serios, que consisten básicamente en la administración de
glucosa y vitaminas, pero no hay nada para evitar sentirse mal al día
siguiente. Ni beber grandes cantidades de agua ni tomar café, ni otros
remedios que se pueden encontrar por internet sirven. Hasta que no se
vayan eliminando los componentes tóxicos que ha generado el metabolismo
del alcohol, no hay nada que hacer para acelerar la recuperación.
Es cierto que, de tomar algún analgésico, se debe evitar el
paracetamol, por lo comentado anteriormente, y elegir otro cualquiera.
No obstante, estas recomendaciones son más aplicables cuando la ingesta
de alcohol y el consumo de medicamentos se hacen de forma recurrente.
¿Qué fármacos se deben evitar después de una borrachera?
"Después de" la intoxicación etílica el hígado ha quedado agotado en
su esfuerzo detoxificador etílico. Sin embargo, salvo aquellos fármacos
que depriman el sistema nervioso central o los que muestran potencial
gastrolesivo, no habría contraindicación formal para ninguno.
No obstante, dependerá de muchos factores y del grado de etilismo
alcanzado. Por ejemplo, la ingestión aguda de alcohol incrementa la
hipoglucemia (disminución de los niveles de glucosa en sangre) que
provoca la ingesta de los fármacos utilizados para el tratamiento de la
diabetes mellitus tipo 2. Esta interacción puede ser particularmente
importante y poner en peligro la vida del paciente.
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