11 junio 2015
Vicenç Navarro
La versión más común que aparece en los mayores medios de información
en España –cuyo sesgo conservador y/o neoliberal excluye cualquier
versión diferente y crítica que la que promueve la sabiduría
convencional- es que lo que está ocurriendo en las negociaciones de
Grecia con los acreedores para renegociar el pago de su deuda pública es
el estancamiento de tales negociaciones, que se atribuye a la
incompetencia y bisoñez del gobierno Syriza en Grecia, que aparece con
toda claridad en el comportamiento de su Ministro de Finanzas, el Sr.
Yanis Varoufakis, al cual se le presenta como un payaso narcisista,
bastante pomposo y arrogante, que desconoce el arte de la diplomacia, y
que ha estado irritando a los otros Ministros de Economía y/o Finanzas
del Eurogrupo, dándoles lecciones de economía. Vean la discusión del
caso griego en el programa “Classe d’economia” (Clase de economía) de la
televisión pública catalana TV3, monopolizado por el ultraneoliberal
Sr. Sala i Martín, y verán lo que les digo. El “economista de la casa”
(como le llaman en la televisión pública, pagada por todos los
catalanes) reproduce, como hace siempre, la visión neoliberal de los
hechos, promoviendo ideología neoliberal que pomposamente presenta como
ciencia económica.
Como he indicado en otros artículos, el establishment neoliberal (que
domina el Eurogrupo y las instituciones negociadoras de la deuda, tales
como el Banco Central Europeo, la Comisión Europea y el FMI, claramente
influenciadas por el capital financiero y por el partido conservador de
la Sra. Merkel en Alemania) (ver “Los establishments políticos y
financieros europeos quieren terminar con Syriza”, Público,
28.04.15), está intentando, por todos los medios, expulsar al partido
Syriza del gobierno, a fin de recuperar el gobierno conservador
anterior, conocido por su vasallaje a estas instituciones. Veamos los
datos.
Lo que Syriza pide es lo que el gobierno alemán pidió antes
Miremos primero qué ocurrió cuando el Estado alemán estaba en una
situación semejante a la que se encuentra el Estado griego hoy. Al
terminar la II Guerra Mundial, el Estado alemán tenía una deuda pública
enorme. Como perdedor de aquel conflicto, había sumado a la deuda
pública (con la que financió su armamento) los fondos de recuperación
por los daños causados a los vencedores. En realidad, un objetivo
político de estos –los Aliados- era impedir que Alemania se recuperara y
volviera a ser una amenaza militar e industrial. La Unión Soviética, el
Reino Unido y EEUU, en el Tratado de Postdam (agosto de 1945), habían
pactado destruir e incapacitar a la industria alemana, para que no
pudiera dar pie a otro rearme alemán. Como resultado de ello, la
producción de acero, de automóviles y de muchos otros componentes del
sector industrial de la economía alemana descendió en picado. Los
Aliados vieron así realizado su sueño: Alemania se convertiría en “un
país predominantemente agrícola y pastoral” (como constaba en el
tratado).
El perdón de la deuda alemana
En 1946, sin embargo, la política de los Aliados cambió
sustancialmente. Bajo la dirección del Ministro de Asuntos Exteriores
del gobierno federal de EEUU, el Sr. James F. Byrnes, los vencedores de
la II Guerra Mundial permitieron que Alemania se desarrollara sin
cortapisas, ayudándola a que explotara su gran potencial, poniendo como
condición que además de abandonar cualquier orientación bélica, se
integrara de lleno en la Comunidad Europea. Como parte de esta cultura
de ayuda y soporte, se le perdonó nada menos que la mitad de toda su
deuda pública, facilitándole, además, el pago de la deuda restante,
condicionando tal pago al crecimiento de la economía alemana. Se
reconocía así que, a no ser que la economía alemana creciera, nunca
podría pagar su deuda.
Como resultado de estas medidas, Alemania no solo se recuperó, sino
que hoy es el Estado que está liderando la Eurozona. Y lo que, además de
paradójico, es cruel, es que el gobierno alemán (que, por cierto, nunca
pagó a Grecia las reparaciones debidas por su ocupación de aquel país,
ocupación que, como he indicado en otro artículo, fue particularmente
dañina y brutal (ver mi artículo “Los costes del nazismo alemán para
Grecia y para España”, Público, 24.05.15), esté liderando las
demandas de que el gobierno griego pague la totalidad de la deuda
pública a costa de continuar los enormes sacrificios y recortes de gasto
público que han llevado al pueblo griego a un enorme desastre humano. Y
su mayor aliado en esta exigencia ha sido el gobierno del Partido
Popular (y su Ministro de Economía y Competitividad, el Sr. Luis de
Guindos), cuyo presidente, el Sr. Mariano Rajoy, lo es también de un
partido fundado por personajes pertenecientes a la nomenclatura del
Estado dictatorial, el cual fue producto de un golpe militar que fue
exitoso debido al apoyo del gobierno nazi alemán y del fascista
italiano. Las políticas impuestas por tal gobierno han dañado
enormemente el bienestar de la población española.
¿Qué es lo que pide Syriza?
Lo que pide Syriza es que se permita crecer de nuevo a Grecia y que
se le facilite el poder pagar la deuda (que alcanza el 180% del PIB),
pues es obvio que, con las políticas actuales, es imposible hacerlo. La
deuda pública griega (como está pasando también con la deuda pública
española) continúa creciendo a pesar de que los recortes del gasto
público en Grecia han alcanzado niveles nunca antes vistos en un país en
tiempos de paz. Lejos de ser rígido, el gobierno Syriza ha aceptado
gran número de elementos del tratado firmado entre la Troika (el BCE, la
Comisión Europea y el FMI) y el gobierno griego anterior, tales como
las privatizaciones, el establecimiento de superávits en sus cuentas
públicas, la disminución de las posibilidades de jubilación en edad
anterior a la legal, y una larga lista de cesiones, algunas en claro
conflicto con su programa electoral. Pero esto no es suficiente para los
establishments neoliberales, que exigen también una reducción notable
de las pensiones y debilitar los convenios colectivos al máximo,
deteriorando todavía más el mercado de trabajo, forzando a un descenso
incluso mayor del que ya ocurrido con los salarios. Como bien ha
indicado el Premio Nobel de Economía, el Sr. Joseph Stiglitz, tales
exigencias son abusivas e injustificables (“Europe is Last Act”, Social Europe Journal,
08.06.15). La argumentación de que las pensiones son excesivas ignora
que la mayoría de las pensiones no lo son. Antes al contrario, son muy
bajas. Y la exigencia de la Troika de que el Estado no financie parte de
las pensiones es una demanda que entra en contradicción con una
práctica generalizada de todos los países de la Eurozona, incluyendo
Alemania, en las que el Estado contribuye a la Seguridad Social
(”Drawing the Right Lessons from the Greek Pension Crisis”, Andrew Watt,
08.06.15). Todas estas exigencias tienen un objetivo común, pues
constituyen un ataque frontal a la clase trabajadora griega, realizado
por el mundo del capital europeo y griego.
Y ahí está el quid de la cuestión. Es la lucha de clases sin cuartel,
realizada victoriosamente por el capital hegemonizado por el capital
financiero, en contra de la clase trabajadora, que es el eje de las
clases populares. Lo que le importa a la Troika y al gobierno Merkel no
es un objetivo económico, sino político. En realidad, el gobierno Syriza
ha tomado decisiones clave –como establecer una agencia tributaria
independiente, intentar seriamente corregir el fraude fiscal masivo,
cambiar la política fiscal altamente regresiva-, sin que esto cuente
para nada. Lo que quieren es cargarse los instrumentos que las clases
populares tienen en su defensa –Syriza y los sindicatos- para continuar
dominando a Grecia. Esta es la realidad ocultada en los medios de
información y persuasión neoliberales en España. Incluso dentro del FMI,
su sección de investigación ha reconocido que las medidas de austeridad
han sido contraproducentes, habiendo sido denunciadas por miembros del
Consejo Ejecutivo de tal institución, que ha acusado al FMI de anteponer
los intereses de los acreedores a los del país, es decir, Grecia. El
representante de Brasil en tal Consejo lo dijo bien claro: “El rescate
no ha sido el rescate a Grecia, sino a los acreedores que fueron las
instituciones financieras europeas”, incluidas las alemanas. Y nada
menos que el que fue uno de los directores del FMI, el Sr. Ashoka Mody,
indicó recientemente que “deberíamos haber aprendido de lo que ha
ocurrido en los últimos cinco años, que ha sido un gran error continuar
insistiendo en las políticas de austeridad en un país que está en un
ciclo deflacionario. Personas que han sufrido un accidente tienen que
recuperase antes de exigírseles que corran una maratón”. Pero el poder
del capital financiero es tal que continúan insistiendo e insistiendo, y
lo hacen, como he repetido en varias ocasiones, a sabiendas y
conociendo que estas medidas perjudicarán a Grecia, pues su objetivo no
es económico sino político: controlar aquel país, recuperando su
vasallaje. Así de claro.
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