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viernes, 19 de junio de 2015

La canallada que le están haciendo a Syriza en Grecia

11 junio 2015
Vicenç Navarro
La versión más común que aparece en los mayores medios de información en España –cuyo sesgo conservador y/o neoliberal excluye cualquier versión diferente y crítica que la que promueve la sabiduría convencional- es que lo que está ocurriendo en las negociaciones de Grecia con los acreedores para renegociar el pago de su deuda pública es el estancamiento de tales negociaciones, que se atribuye a la incompetencia y bisoñez del gobierno Syriza en Grecia, que aparece con toda claridad en el comportamiento de su Ministro de Finanzas, el Sr. Yanis Varoufakis, al cual se le presenta como un payaso narcisista, bastante pomposo y arrogante, que desconoce el arte de la diplomacia, y que ha estado irritando a los otros Ministros de Economía y/o Finanzas del Eurogrupo, dándoles lecciones de economía. Vean la discusión del caso griego en el programa “Classe d’economia” (Clase de economía) de la televisión pública catalana TV3, monopolizado por el ultraneoliberal Sr. Sala i Martín, y verán lo que les digo. El “economista de la casa” (como le llaman en la televisión pública, pagada por todos los catalanes) reproduce, como hace siempre, la visión neoliberal de los hechos, promoviendo ideología neoliberal que pomposamente presenta como ciencia económica.
Como he indicado en otros artículos, el establishment neoliberal (que domina el Eurogrupo y las instituciones negociadoras de la deuda, tales como el Banco Central Europeo, la Comisión Europea y el FMI, claramente influenciadas por el capital financiero y por el partido conservador de la Sra. Merkel en Alemania) (ver “Los establishments políticos y financieros europeos quieren terminar con Syriza”, Público, 28.04.15), está intentando, por todos los medios, expulsar al partido Syriza del gobierno, a fin de recuperar el gobierno conservador anterior, conocido por su vasallaje a estas instituciones. Veamos los datos.
Lo que Syriza pide es lo que el gobierno alemán pidió antes
Miremos primero qué ocurrió cuando el Estado alemán estaba en una situación semejante a la que se encuentra el Estado griego hoy. Al terminar la II Guerra Mundial, el Estado alemán tenía una deuda pública enorme. Como perdedor de aquel conflicto, había sumado a la deuda pública (con la que financió su armamento) los fondos de recuperación por los daños causados a los vencedores. En realidad, un objetivo político de estos –los Aliados- era impedir que Alemania se recuperara y volviera a ser una amenaza militar e industrial. La Unión Soviética, el Reino Unido y EEUU, en el Tratado de Postdam (agosto de 1945), habían pactado destruir e incapacitar a la industria alemana, para que no pudiera dar pie a otro rearme alemán. Como resultado de ello, la producción de acero, de automóviles y de muchos otros componentes del sector industrial de la economía alemana descendió en picado. Los Aliados vieron así realizado su sueño: Alemania se convertiría en “un país predominantemente agrícola y pastoral” (como constaba en el tratado).
El perdón de la deuda alemana
En 1946, sin embargo, la política de los Aliados cambió sustancialmente. Bajo la dirección del Ministro de Asuntos Exteriores del gobierno federal de EEUU, el Sr. James F. Byrnes, los vencedores de la II Guerra Mundial permitieron que Alemania se desarrollara sin cortapisas, ayudándola a que explotara su gran potencial, poniendo como condición que además de abandonar cualquier orientación bélica, se integrara de lleno en la Comunidad Europea. Como parte de esta cultura de ayuda y soporte, se le perdonó nada menos que la mitad de toda su deuda pública, facilitándole, además, el pago de la deuda restante, condicionando tal pago al crecimiento de la economía alemana. Se reconocía así que, a no ser que la economía alemana creciera, nunca podría pagar su deuda.
Como resultado de estas medidas, Alemania no solo se recuperó, sino que hoy es el Estado que está liderando la Eurozona. Y lo que, además de paradójico, es cruel, es que el gobierno alemán (que, por cierto, nunca pagó a Grecia las reparaciones debidas por su ocupación de aquel país, ocupación que, como he indicado en otro artículo, fue particularmente dañina y brutal (ver mi artículo “Los costes del nazismo alemán para Grecia y para España”, Público, 24.05.15), esté liderando las demandas de que el gobierno griego pague la totalidad de la deuda pública a costa de continuar los enormes sacrificios y recortes de gasto público que han llevado al pueblo griego a un enorme desastre humano. Y su mayor aliado en esta exigencia ha sido el gobierno del Partido Popular (y su Ministro de Economía y Competitividad, el Sr. Luis de Guindos), cuyo presidente, el Sr. Mariano Rajoy, lo es también de un partido fundado por personajes pertenecientes a la nomenclatura del Estado dictatorial, el cual fue producto de un golpe militar que fue exitoso debido al apoyo del gobierno nazi alemán y del fascista italiano. Las políticas impuestas por tal gobierno han dañado enormemente el bienestar de la población española.
¿Qué es lo que pide Syriza?
Lo que pide Syriza es que se permita crecer de nuevo a Grecia y que se le facilite el poder pagar la deuda (que alcanza el 180% del PIB), pues es obvio que, con las políticas actuales, es imposible hacerlo. La deuda pública griega (como está pasando también con la deuda pública española) continúa creciendo a pesar de que los recortes del gasto público en Grecia han alcanzado niveles nunca antes vistos en un país en tiempos de paz. Lejos de ser rígido, el gobierno Syriza ha aceptado gran número de elementos del tratado firmado entre la Troika (el BCE, la Comisión Europea y el FMI) y el gobierno griego anterior, tales como las privatizaciones, el establecimiento de superávits en sus cuentas públicas, la disminución de las posibilidades de jubilación en edad anterior a la legal, y una larga lista de cesiones, algunas en claro conflicto con su programa electoral. Pero esto no es suficiente para los establishments neoliberales, que exigen también una reducción notable de las pensiones y debilitar los convenios colectivos al máximo, deteriorando todavía más el mercado de trabajo, forzando a un descenso incluso mayor del que ya ocurrido con los salarios. Como bien ha indicado el Premio Nobel de Economía, el Sr. Joseph Stiglitz, tales exigencias son abusivas e injustificables (“Europe is Last Act”, Social Europe Journal, 08.06.15). La argumentación de que las pensiones son excesivas ignora que la mayoría de las pensiones no lo son. Antes al contrario, son muy bajas. Y la exigencia de la Troika de que el Estado no financie parte de las pensiones es una demanda que entra en contradicción con una práctica generalizada de todos los países de la Eurozona, incluyendo Alemania, en las que el Estado contribuye a la Seguridad Social (”Drawing the Right Lessons from the Greek Pension Crisis”, Andrew Watt, 08.06.15). Todas estas exigencias tienen un objetivo común, pues constituyen un ataque frontal a la clase trabajadora griega, realizado por el mundo del capital europeo y griego.
Y ahí está el quid de la cuestión. Es la lucha de clases sin cuartel, realizada victoriosamente por el capital hegemonizado por el capital financiero, en contra  de la clase trabajadora, que es el eje de las clases populares. Lo que le importa a la Troika y al gobierno Merkel no es un objetivo económico, sino político. En realidad, el gobierno Syriza ha tomado decisiones clave –como establecer una agencia tributaria independiente, intentar seriamente corregir el fraude fiscal masivo, cambiar la política fiscal altamente regresiva-, sin que esto cuente para nada. Lo que quieren es cargarse los instrumentos que las clases populares tienen en su defensa –Syriza y los sindicatos- para continuar dominando a Grecia. Esta es la realidad ocultada en los medios de información y persuasión neoliberales en España. Incluso dentro del FMI, su sección de investigación ha reconocido que las medidas de austeridad han sido contraproducentes, habiendo sido denunciadas por miembros del Consejo Ejecutivo de tal institución, que ha acusado al FMI de anteponer los intereses de los acreedores a los del país, es decir, Grecia. El representante de Brasil en tal Consejo lo dijo bien claro: “El rescate no ha sido el rescate a Grecia, sino a los acreedores que fueron las instituciones financieras europeas”, incluidas las alemanas. Y nada menos que el que fue uno de los directores del FMI, el Sr. Ashoka Mody, indicó recientemente que “deberíamos haber aprendido de lo que ha ocurrido en los últimos cinco años, que ha sido un gran error continuar insistiendo en las políticas de austeridad en un país que está en un ciclo deflacionario. Personas que han sufrido un accidente tienen que recuperase antes de exigírseles que corran una maratón”. Pero el poder del capital financiero es tal que continúan insistiendo e insistiendo, y lo hacen, como he repetido en varias ocasiones, a sabiendas y conociendo que estas medidas perjudicarán a Grecia, pues su objetivo no es económico sino político: controlar aquel país, recuperando su vasallaje. Así de claro.

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