Antes de que se conozcan los resultados de estas elecciones,
protagonizadas fundamentalmente por los candidatos Rajoy e Iglesias, se
hace evidente el color morado que las enmarca. Los azules aparecen
desdibujados, los rosas desvaídos y los naranjas azulados. La
existencia, por vez primera en muchas décadas, de una alternativa
política clara a las fuerzas del régimen, provoca, inevitablemente, que
todo gire en torno a Unidos Podemos. Es una campaña singular. Hay un
debate esencial, el que enfrenta a tres siglas contra una, cruzado por
debates secundarios entre las fuerzas que cuestionan a UP. Quienes han
vivido de la alternancia, viven ahora bajo el fantasma de la victoria de
la alternativa.
Los sondeos lo reflejan. El PP lleva en sus talones a UP, Rajoy
siente en su cogote el aliento de Iglesias. Se ve día a día el avance de
Unidos Podemos, junto con el estancamiento o descenso del Partido
Popular. Es improbable, pero es posible, que UP sea la primera fuerza en
votos sin serlo en escaños. No es nada casual, tampoco, que el reciente
debate televisivo entre los cuatro líderes haya reflejado asimismo esta
tendencia, al dar todas las encuestas como único vencedor a Pablo
Iglesias. En los diez días que restan de campaña, parece bastante
probable que se incremente ese avance, en la misma medida que propone
una alternativa realista, concreta, precisa y cuantificada a los graves
problemas sociales de los españoles.
Las propuestas sobre pactos poselectorales lo confirman. Hay un claro
intento de unificar a los tres mosqueteros- PP,PSOE, Ciudadanos- contra
ese nuevo cardenal Richelieu resucitado que es Iglesias. Su lema es
idéntico: Todos contra uno. Rajoy propone una coalición con el
PSOE y Ciudadanos, Rivera la acepta sin Rajoy, Sánchez no sabe, no
contesta. Respetando su indecisión, esa muy dura calima política que le
sopla desde Andalucía le aconseja no abrir la boca antes de tiempo, a
nadie se le puede escapar que esta oferta pretende juntarlos, por activa
o por pasiva, contra la principal fuerza progresista. No sería así si
no tuvieran datos que les muestran como se traduce en votos para UP la
indignación ciudadana.
La preocupación de la derecha lo ratifica. Si esta política de todos
contra uno no es respondida con la política de uno contra todos, sus
perspectivas son malas. Cuando la ven reducida tan solo a uno contra dos
-Unidos Podemos contra PP y Ciudadanos-, mientras salva al PSOE, a la
vez que le da un compás de espera, su inquietud crece. Les preocupa esta
inteligente respuesta de Pablo Iglesias por lo que pudiera influir en
la decisión política final de Pedro Sánchez: la consulta a los
militantes sobre los pactos y la votación de todos los electores
socialistas. Aunque especulan como la lechera del cuento, sumando votos
contra natura, saben muy bien que hay más de una piedra en la que pueden
tropezar y el cántaro de votos desparramarse hacia UP.
La desunión electoral PP-Ciudadanos lo posibilita. Quienes lanzaron
ayer como un producto de laboratorio a Rivera, como freno a Podemos, lo
reciben hoy como un bumerán en su cara. No han terminado con Rajoy pero
tampoco han consolidado a Albert Rivera. Ciudadanos resta votos al
Partido Popular a la vez que corre el serio riesgo, además, de
desembocar en la misma situación de aquella Izquierda Unida que los
tiraba a la basura como consecuencia de la actual ley electoral. Al ser
vasos comunicantes, ambos pueden salir perdiendo de una desunión que
viene a coincidir con la creciente unidad de las fuerzas progresistas,
de la que Unidos Podemos no es más que el primer paso.
Son todas estas razones, precisamente, las que multiplican el voto
hacia Unidos Podemos. Si esta coalición progresista consiguiera ser la
primera fuerza electoral, se dificultarían extraordinariamente las
diversas operaciones en curso para burlar el resultado de las elecciones
del 26 de junio. No podrían descalificar la realidad de una mayoría de
votos, UP, con la artificial mayoría de escaños, PP. Esa derrota
electoral sería también una gran derrota política de los poderosos que
se mueven tras las bambalinas del Partido Popular y de Ciudadanos. Hacer
real esa probable derrota de Rajoy, hacer probable esa posible victoria
de Iglesias, es el principal estímulo del voto progresista.
No hay comentarios:
Publicar un comentario