Antonio Quero...
15 noviembre, 2013
La crítica que persigue al PSOE permantemente es su falta de
credibilidad, condensada en la pregunta ¿por qué no lo hicisteis durante
los ochos años de gobierno? Un boomerang que nos ha vuelto a golpear en
la frente tras la Conferencia Política.
Es muy difícil desprenderse de un argumento tan pegajoso, por mucho
que te laves sigue apareciendo la mancha tan a la vista que solo se la
ve a ella. Sobre todo cuando las caras visibles siguen siendo las mismas
que ejercieron responsabilidades importantes durante la etapa de
gobierno y no alzaron la voz, incluidos las más jóvenes.
¿Son los errores pasados un lastre irremediable? ¿Es suficiente
reconocer los errores? Mi opinión es que el pasado no invalida
definitivamente a una persona en política si, y solo si, se cumplen dos
condiciones: 1) que el reconocimiento de errores sea coherente con la
acción presente, 2) que se dibuje un futuro claramente diferenciado del
pasado. Ninguna de las dos sigue sin cumplir el PSOE, sus dirigentes y
sus aspirantes a primarias después de la Conferencia Política.
La primera no se cumple porque nuestra forma de hacer política
invalida a diario nuestro discurso de arrepentimiento. Un ejemplo
flagrante fueron las primarias exprés andaluzas del verano
pasado. El proceso demostró el mismo desprecio a las bases como el que
demostramos a la ciudadanía con la reforma de la Constitución en agosto
de 2011. La responsabilidad es tanto de sus promotores como de los que
teniendo autoridad, o aspirando a tenerla en el caso de los posibles
candidatos a las primarias, tragaron sin emitir la más mínima crítica.
Todo por el miedo a alienarse al potente aparato socialista andaluz. En
estas condiciones, ¿quién va a creer en la sinceridad de nuestro
reconocimiento de errores o que tendremos la valentía, una vez en el
gobierno, de enfrentarnos al poder financiero, entre otros?
La ausencia de la segunda condición, es decir la falta de un proyecto
de futuro que supere las carencias o errores del pasado, es aun más
flagrante en las conclusiones de la Conferencia Política. ¿Dónde están
las lecciones de la crisis? Habiendo quedado tan claro que el modelo
económico y el sistema político necesitan dramáticamente cambios de
raíz, es sumamente decepcionante constatar la capitulación frente a toda
ambición de reformas profundas, máxime cuando algunos hemos inyectado
en el debate propuestas como una reforma bancaria a la altura del
desastre o innovaciones institucionales para otorgar voz y voto a la
ciudadanía entre elecciones. La decepción raya con la depresión cuando
se observa la resignación frente al paro, interiorizando el discurso
fatalista de que nada se puede hacer. ¡Ninguna propuesta a la medida de
la emergencia social y económica! Aquí tampoco se ha tenido en cuenta
propuestas como el plan de empleo y formación masivo, ambicioso, audaz,
técnicamente sólido, riguroso en su financiación, que he tenido
oportunidad de debatir por casi toda España en el último año con notable
acogida.
Reconozco que muchos de los participantes en la Conferencia estaban
animados por una voluntad sincera de enmienda y de respuesta a la
sociedad, pero la falsa apertura a la participación, previa y durante la
Conferencia, la parálisis de la dirección, que es la misma que ha
hundido al PSOE y todavía no ha entendido por qué la gente esperaba
mucho más de la izquierda frente a la crisis, y la evidente
consideración de la Conferencia como un trámite por parte de los
aspirantes a primarias, impacientes por lanzarse a la carrera, solo
podían, desgraciadamente, conducir el evento a la irrelevancia. Nadie
cree que el PSOE disponga ahora de un “proyecto para las próximas
décadas”.
No ha vuelto el PSOE que esperábamos. La solución no es seguir
esperando sino actuar para construir el PSOE que las bases y millones de
votantes queremos. Hemos ganado la batalla de que se convoquen
primarias abiertas, en ellas está nuestra oportunidad de alumbrar un
proyecto transformador.
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