Gráfico: así es la valla de Melilla
El muro, formado por dos vallas de seis metros de altura y una
sirga tridimensional intermedia de tres metros, intenta evitar la
entrada de aquellos que tratan de huir de la miseria y acceder a Europa.
12 kilómetros de alambre, cuchillas y mallas para contener el sueño europe.
Describimos cada uno de los arriesgados obstáculos con los que un
inmigrante se encuentra cada vez que intenta saltar la triple valla de
seis metros de altura que separa Melilla de Marruecos.
Rajoy sobre las cuchillas de la valla de Melilla: "No sé si pueden producir efectos sobre las personas"
El presidente del Gobierno dice que "habrá que ver" si las
cuchillas instaladas en la valla de Melilla hacen daño a las personas,
después de que fuesen retiradas por las lesiones que causaban.
Rajoy ha pedido un informe al Ministerio de Interior para estudiar si las cuchillas causan "efectos a las personas"
"Todos los accidentes que ha habido hasta ahora han sido por saltar la valla"
Y digo yo... Don Mariano, tiene usted razó. No va a ser menos que Santo Tomás y sabe que sólo la experiencia nos hace conocedores de la realidad. Le sugiero que solicite una cuchilla de las que están poniendo y compruebe en sus carnes con que suavidad penetran y atraviesan la piel... O mejor suba a la valla y pruébela. Una vez constatado cómo afectan a las personas podrá contestar a la pregunta con total fiabilidad.
Jesús resucitó de entre los muertos y se apareció a los discípulos, pero ese día dió la casualidad de que Tomás estaba ausente. ¡Hemos visto al Señor! le contaron los apóstoles , pero él les
dijo: Si no veo en sus manos la señal de los clavos y meto la mano en su costado, no creeré que ha resucitado de entre los muertos. (Ev. De Juan 20,25).
Ocho días más tarde, cuando Jesús se encontraba con los discípulos, se dirigió a Tomás y le dijo: "Pon aquí tu dedo y mira mis manos: dame tu mano y ponla en mi costado. Y no seas incrédulo, sino creyente." Tomás cayó de rodillas y exclamó: ¡Señor mío y Dios mío!
Jesús replicó: Has creido, Tomás, porque me has visto. Bienaventurados quienes han creído sin haber visto. (Ev. De Juan 20,27-28).
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