Portugal, Irlanda, Italia, Grecia y España son los cinco países con más apuros de la UE. Excepto Grecia, todos son católicos
Domingo Martínez / Madrid
© ARN digital - Hélène Dedieu
Portugal, Irlanda, Italia, Grecia y España. Son los llamados PIIGS, los cinco países con más apuros de la Unión Europea. Tienen en común un excesivo déficit, un paro alarmante, una economía en recesión y problemas con la deuda soberana. A estas similitudes se les une otra: todos ellos son países católicos, excepto Grecia que es ortodoxa, una religión muy cercana al catolicismo romano. La sociología moderna cree que el concepto de trabajo del protestantismo es más moderno y propicio para la generación de puestos de trabajo.
El catedrático de Sociología de la Universidad Complutense de Madrid, Fermín Bouza lo explica de la siguiente manera: “Se ha mantenido la idea medieval del cristianismo por la cual la riqueza es pecado. En aquella época solo acumulaban riqueza el Estado, la nobleza y la Iglesia”. Esa idea original del cristianismo ha ido calando en la manera de ser. Según Bouza, somos hijos de ese tiempo y la modernidad se hizo con estos criterios: “Si la riqueza es pecado, lo que genera riqueza es el trabajo. El trabajo hay que hacerlo moderadamente para subsistir en este valle de lágrimas. Es un castigo porque trabajamos debido a que nos expulsaron del paraíso. El protestantismo supone una revisión de esa idea del paraíso para adaptarse al liberalismo económico”. La idea de que ser rico no es malo, que ser rico va unido al trabajo y que el trabajo es sagrado, se fue armando en los países protestantes y no en los católicos.
Los datos no mienten
Si nos atenemos a los datos de paro en la Unión Europea vemos como la división se cumple. Las cifras publicadas por la oficina estadística comunitaria (Eurostat) no dejan lugar a dudas. En los países nórdicos tienen tasas de desempleo bajas: Noruega (3,3%), Suecia (7,4%) y Dinamarca (7,8%). En el centro de Europa se repite la misma situación: Austria (4%), Holanda (4,9%), Luxemburgo (4,9%) y Alemania (5,5%). Muchos de estos países tienen una tasa de paro razonable y algunos incluso tienen pleno empleo y, en cualquier caso, una tasa inferior a la media europea, que se sitúa en el 9,8%. Algo de lo que no pueden presumir en las naciones del sur, todos ellas por encima de la media de los 27. Lidera España con un 22,9% de tasa de desempleo, seguida por Grecia (18,8%), Irlanda (14,6%) y Portugal (13,2%).
Si solo observamos los datos de desempleo, hay una conclusión clara: en los países católicos hay más paro y en los protestantes menos, con la salvedad de Austria, país de mayoría católica. Lo que cabe preguntarse es si la forma de vivir la religión influye a la hora de generar empleo y en qué medida. Para el sacerdote Jesús Infiesta es la forma de interiorizar la religión lo que determina la postura ante el trabajo: “El protestantismo tiene bastante razón en este sentido al mantener una postura más pragmática. El catolicismo, sin embargo, se queda más en lo espiritual”, afirma el cura. Algo en lo que coincide el filósofo Javier Sádaba: “El catolicismo insiste mucho en las obras y en lo externo. Y eso puede dar lugar a que sea más folclórico, más pintoresco y superficial. Mientras que la interiorización protestante tiene que ver con la seriedad, con disfrutar menos de la vida. En este sentido puede tener una influencia productiva mayor que en los sureños”.
La religión y el empleo
A pesar de esto, el filósofo cree que es una división “ficticia” hablar de que los países del católico sur son vagos y que los del protestante norte son trabajadores. En este sentido, para el profesor Bouza, la religión puede llegar a tener hasta un 50% de influencia a la hora de crear empleo: “El pueblo llano elaboró la creencia del cristianismo medieval que le restó iniciativa para tomar, valga la redundancia, sus propias iniciativas. Por tanto, es cierto que nos falta un cierto impulso creativo en el terreno económico, y en ese sentido lo notamos”.
Todos los expertos consultados llegan a la conclusión de que los países protestantes son más aptos para generar riqueza y que se ajustan mejor al mundo moderno. A pesar de esto, para Sádaba hay otros factores más importantes para determinar la creación de empleo y, para demostrarlo, pone el ejemplo de Francia, país católico y segundo motor de la Unión Europea: “Lo que determina la producción son factores determinados por la estrategia mundial de cada país, más que los factores que tienen que ver con la vida de la gente, como la religión”.
Casualidad o no, en tres de los llamados PIIGS, Italia, España y Grecia, la Iglesia Católica en las dos primeras, y la Ortodoxa en la última, tiene un poder llamativo sobre las decisiones que afectan directamente al ciudadano. Un poder que la jerarquía protestante no tiene en los países del norte y centro de Europa. “En los países del norte la Iglesia tiene influencia en las conciencias, algo simbólico, pero no tiene el poder tremendo que tienen la encíclicas en los países del sur, o los derechos y privilegios que tienen”, afirma el filósofo Javier Sádaba. Unos privilegios que se manifiestan en las exenciones fiscales, subvenciones y el patrimonio inmenso que tiene la Iglesia en Italia, España y Grecia.
Tanto Bouza como Sádaba coinciden en que es necesario una separación más nítida entre la Iglesia y el Estado para dar un salto hacia la modernización en todos estos países: “Con sus prohibiciones han frenado el pensamiento ilustrado, y con su poder real y de dinero han promocionado aspectos menos favorables en esa comunidad”, afirma Sádaba. “Son ideas culturales de fondo como la falta de entusiasmo por la riqueza, pasar cuanto antes por el mundo, o que no es importante ganar dinero. Es, en definitiva, una falta de la idea de progreso que no acaba de cuajar en los países sometidos a los países de la Contrarreforma”, concluye Bouza.
En España, mismo esquema
Podemos observar en España la misma situación que nos encontramos en Europa. Las regiones más practicantes están en el sur donde hay más paro, y las regiones menos católicas están en el norte donde hay más trabajo. En el norte, Cataluña tiene un 19% de paro, País Vasco un 12%, Navarra un 11% y Aragón un 16%. En el sur, Andalucía tiene un 31%, Murcia un 25% y Castilla La Mancha un 24%.
Aunque se repita el mismo esquema, para los expertos no se puede aplicar el mismo análisis. Según Bouza, Cataluña y País Vasco, y en menor medida Aragón, tienen una ventaja: son comunidades fronterizas: “Tienen contacto con culturas que van muy deprisa y pueden compartir con ellas”. Es verdad que en el caso vasco y el caso catalán tienen una fuerte base católica y romana, pero, sin embargo, desde un principio desapareció el ideal de que la riqueza era pecado.
Por tanto, las diferencias son mínimas entre las diversas Comunidades Autónomas si hablamos de religión y trabajo. “Galicia es una zona pagana y no está subdesarrollada. Cataluña es el lugar de Europa con menos práctica religiosa y ha tenido un desarrollo grande. Pero no ha sido protestante, simplemente ha dejado de ser católico y creyente”, asegura Sádaba. “España es así, somos como somos, y no podemos cambiar”, concluye el sacerdote Jesús Infiesta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario