Todo fue muy sencillo:
ocurrió que las manos que ella amaba, tomaron por sorpresa su piel y sus cabellos; que la lengua descubrió su deleite. ¡Ah! detener el tiempo! Aunque la historia tan sólo ha comenzado y sepa que la noche le es propicia, teme que con el alba continúe su sed igual que siempre. Ahora el amor la invade una vez más. ¡Oh tú que estás bebiendo! Apiádate de ella, su garganta está seca, ni hablar puede. Pero escucha su herido, respira la agonía de un éxtasis y el ruego: ¡no te vayas, no, no te vayas. ¡Quiero beber yo |
Desnudo femenino en sillón (1935), de T.W. Salomon
Es fruto agraz al paladar
y sedoso para los labios
que han conocido su contorno
y percibieron la afluencia.
Ella jugaba aquella noche
cautivada por la ternura
de una voz que a su decisión
sólo dijo: si tú lo quieres...
Ahora le obliga a que la mire,
para que vea lo que es suyo
y lo que luego ha de perder
cuando se aparte de sus ojos
El punto de partida de La noche le es propicia, libro de poemas de José
Agustín Goytisolo, es, parafraseando a Carme Riera, prologuista de la
obra, el encuentro fortuito de un hombre y una mujer que durante una
sola noche vivirán una pasión catastrófica, interpretando esta palabra
en su preciso sentido etimológico. Si en la tradición lírica percibimos
normalmente tan sólo la voz del sujeto poético refiriéndose al objeto
amoroso, casi siempre una mujer, cuya voz casi nunca se nos hace
audible, en La noche le es propicia José Agustín Goytisolo parte de lo
contrario. Le interesa la actitud activa de la amante, que es quien
protagoniza la acción y elige el compañero. El procedimiento empleado
por el poeta alterna entre el narrativo, en que se nos relata el
encuentro y el proceso amoroso, y el más lírico y sintético, que no
cuenta, sólo canta. Este libró encierra la belleza perenne de unos
versos que cantan una historia de amor efímera.
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