Paseando por la vida, sin pausa pero sin prisas, íbamos harold, una amiga y yo.
Siempre que paso por delante de su casa me lo imagino rezando y pidiendo a dios por todos los pecadores, pero esta vez no acerté.
Un coche negro paraba justo delante nuestra. Un chofer atento abría la puerta a mi ilustre vecino que llegaba vestido de oficio.
Esta, sin inmutarse le contesto: Buenas no, malas noches y Sí al aborto.
Todos nos quedamos sorprendidos. Él aceleró el paso hasta el portal mientras ella caminaba impávida hacia su destino.
Por la noche seguro que uno pensó en el otro, en su fugaz desencuentro.
Como el que sufren a diario miles de mujeres que tienen derecho a decidir.
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