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viernes, 18 de abril de 2014

Ángeles Mastretta... recuerda a García Márquez



"Hay que vivir para el día siguiente con el interés de que el día siguiente va a ser distinto y probablemente mejor" ... Ángeles Mastreta, escritora y mujer.

 

17 de abril... 

Ángeles Mastretta: "Dentro de mil años habrá  quienes estén leyendo a  García Márquez" "Yo ahora estoy penando al Gabo, a su sonrisa en vilo, a sus brazos, a sus dedos largos. Me cuesta trabajo penar al escritor, entre otras cosas porque, se da el gran lugar común de todos estos días, el escritor se queda en sus libros. Se queda en sus libros, y se va a quedar no ahora, no para nosotros, porque dentro de 500 años y dentro de mil, si existimos, habrá quienes estén leyendo al Gabo"

"No sé quién gobernaba el mundo cuando Cervantes escribió el Quijote, y nadie se va a acordar quién gobernaba América cuando el Gabo escribió estas cosas clarísimas y convirtió a este continente nuestro en la cosa esencial que es en sus libros, pero la gente sí va a saber quién era el escritor y qué cosas dijo"

"Todo buen escritor acude a su infancia y el Gabo tuvo la fortuna de tener una infancia feliz. Por eso escribía de ese modo tan dichoso y por eso contagiaba tanta alegría. Por eso no es posible leer al Gabo sin estarse riendo cada cinco frases"

"Lo querían las musas como a nadie""ser escritor en su época, además de ser un privilegio, es un reto, porque hay que escribir leyendo al Gabo para no copiarle""Porque como él se hizo de una voz en la que nos cuenta tan bien, hay tantas cosas que nos pasan que él dijo tan bien dichas, que hay que leerlo para no repetirlo. O para repetirlo de distinto modo"

"Nunca  lo escuché hablar mal de nadie. Sí lo oí una vez regañarnos porque estábamos criticando, como uno suele hacer, no sé ni a quién. Y de repente dice 'Basta, tanta gente tan bonita a la que le va tan bien hablando mal de otros. No lo puedo soportar'. ¡Qué ejemplo!"

 No os perdáis el blog de Ángeles Matretta, Del absurdo cotidiano. Es un placer para los sentidos.

 Aquí os dejo su homenaje a García Márquez.

Murió Gabo

Murió Gabo. Y con él una parte esencial de nosotros. Sin duda de mi corazón y mi gusto por la vida. Dirán ustedes que era lógico. Pero aunque la muerte aparezca de golpe en nuestras vidas, a cada rato,vivimos creyendo que los nuestros serán vivos eternos. Por ahora yo no encuentro consuelo. Ni modo de consolarlos. Leer a Gabo de momento no puede ser una fiesta, como siempre lo ha sido. Ahora lo estoy pensando, con sus manos blanquísimas y sus dedos largos, con sus ojos ávidos y su empeño en vivir con alegría. Ahora lo estoy pensando y quiero abrazar a su mujer. A la valiente Mercedes.




Vivos Eternos

A veces los demás nos miran conminándonos a vivir como vivos eternos. A veces, muchas, nosotros miramos así a los demás. Y elegimos a quien. No vaya a ser, decimos.
Punto y aparte. Ya volví de mi tierra que, cada vez más, es mis volcanes. Porque llevo semanas de sólo ir hasta la casa de mi hermana, cuando digo que voy a Puebla. Y mientras anduve lejos qué bien se conversó por aquí. Gracias.
Punto y seguido: Cuando desperté ahora en la mañana había un sol tímido y tenue asomándose entre las nubes. Mi hermana se iba a una junta para decidir el destino del río Atoyac. Hace años, treinta, que lo estamos viendo desaparecer, dejar de ser agua. Volverse sólo H2 y mugre. “Agua que corre”, quiere decir Atoyac. Vamos a ir viendo. Me cuenta Verónica, que ahora se pueden poner unas máquinas que estando bajo el río y que le toman el ADN al agua del río. Para no sólo saber que está sucio sino de qué está lleno y quienes o qué lo contamina. Qué sustancias. El reporte de tanta maravilla se los daré la próxima semana porque este me lo contó al volver para decirnos adiós a mil por hora.
Otro punto y aparte: Volví con más o menos paz, justo en la mitad de la semana santa. No me fue nada mal de carretera. El paisaje al subir era magnífico.
Arriba hacía frío. Recordé una vez en que fuimos con los G.M. a un lugar que puede ser helado. Avándaro, se llama. Estábamos desayunando frente al campo. Y el Gabo, que es friolento, dijo como si me adivinara: “Tendrían que ponerle calefacción al valle”. 
Regalo de Bada: El nuevo post de José Ovejero. ¿Por qué la ficción puede hacernos llorar? http://blogs.elpais.com/papeles-perdidos/2014/04/cosecha-de-huesos-de-edwidge-danticat.html


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